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Mencia Calderón




Ingrid Rubio interpreta a Mencía Calderón en 'El corazón del océano'

Ingrid Rubio interpreta a Mencía Calderón en 'El corazón del océano'


Mencía Calderón fue una expedicionaria española que llevó a América a las primeras cincuenta mujeres españolas al frente de una expedición de la que era tutora y de la cual era responsable su hijo, por herencia del cargo de adelantado que Carlos V concedió al padre de este. La consigna era no conquistar sino repoblar y así se hizo.

Producido el apresamiento, la expulsión de Indias y la remisión a España del segundo adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el gobierno volvió a quedar en manos de Domingo Martínez de Irala. Cuando este facellece, la cabeza de Administración del Paraguay queda sin cabeza, es por lo que el rey dispone el nombramiento de un nuevo adelantado.

En Monzón, Huesca, con fecha de 22 de junio del año de 1549, el Consejo de Indias acuerda nombrar tercer adelantado del Río de la Plata a un rico hombre y caballero español, natural de Medellín llamado Juan de Sanabria, que asume el compromiso de llevar en su expedición al Nuevo Mundo a cien parejas con hijos y doscientos cincuenta solteros. Con ello pretendía establecerlos en dos asentamientos a fundar en las costas de la isla de Santa Catalina y en Río de la Plata para consolidar los dominios de la Corona en la costa atlántica, muy atacada por los portugueses.

Pero Juan de Sanabria muere antes de su partida y su hijo don Diego, que sólo contaba unos 18 años de edad, heredó el nombramiento de su padre, los derechos y las obligaciones delegados Carlos V; y así, las capitulaciones le fueron confirmadas en Valladolid y en la Corte en el año 1549.

Diego de Sanabria, hijo de Juan de Sanabria, se convierte ahora en el nuevo adelantado, con la consigna de no conquistar sino repoblar. Con este fin la armada de Sanabria compuesta por tres naves, parte al año siguiente de Sanlúcar de Barrameda, la fecha sería el 10 de enero de 1550. Como comandante general de la flota iba el fundador de la casa fuerte de Asunción, Juan de Salazar de Espinosa, que se encontraba en España tras haber conducido preso al adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

 


Unas 300 personas componían la tripulación, cincuenta eran mujeres para poblar, de las que algunas eran casadas y otras solteras. Las dirigía doña Mencia de Calderón y Sanabria, viuda de don Juan y madre del nuevo adelantado; y con ella viajaban sus tres hijas María, Mencia y Francisca.

Había otros capitanes, tales como Cristóbal de Saavedra, Hernando de Salazar y Francisco Becerra; y la crónica del viaje corrió a cargo del cronista de la expedición , un teutón viajero, Hans Staden, que fue quien escribió las memorias del viaje.
Sabemos que la maltrecha flota llegó a la isla de Santa Catalina en el mes de Diciembre, tras sufrir muchas y graves penurias, tempestades, naufragios, ataques de corsarios franceses; y otros males, tanto que Salazar perdió la nave que comandaba. Pero según se afirmó, a pesar de todo, todos salvaron su vida e incluso todas las mujeres fueron respetadas.
Don Diego, no llegó a su destino final porque fue desviado por los vientos que le llevaron al mar Caribe y allí encalló su barco, continuando más tarde su viaje por la vía del Perú y fue allí donde terminó afincándose, en la villa real de Potosí.

Los integrantes de la expedición no estaban en condiciones de establecer los poblados que la Corona consideró en su momento, solo pensaron llegar a Asunción para poder planear desde allí el establecimiento de los pueblos de la ribera atlántica.

Desde la isla de Santa Catarina, después de reponer fuerzas, se dirigieron hasta el Mbiazá, que en guaraní significa “la salida”, también llamada Ybiazá o La Vera. Era la salida por tierra directa que el gobierno de Asunción tenía en el Océano Atlántico y actualmente corresponderían a las costas de Paraná y Santa Catarina. En ese punto debieron esperar un año para, con los restos de la nave San Miguel, construir un bergantín.

Si no hubiera sido por la predisposición de doña Mencía, que era tutora de la expedición todo habría fracasado, dadas las desavenencias entre Salazar y Saavedra que cada vez empeoraban más la situación.



Las mujeres tuvieron un importante papel, se encargaron de coser las  velas, cocinar, recolectaban madera y participaban en las demás actividades.

Doña Mencia cuidaba de sus mozas casaderas, pero no pudo evitar algún aconteniciento inesperado.

Los oficiales y los funcionarios reales, que iban con la armada, se adelantaron en escoger esposas, con lo que disminuyó el número de las candidatas pobladoras que iban al Nuevo Mundo a encontrar maridos entre los españoles de Asunción.

Salazar dividió el contingente y una parte de la gente y del equipaje embarcó en el bergantín hacia Asunción y el resto marchó a pie por el Peabirú siguiendo por el río Itapocu la senda indígena de más trescientas leguas, senda que había sido anteriormente transitada por Alejo García y Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Esta expedición estaba compuesta por guías e indios porteadores, algunas vacas llevadas por portugueses, también curas, oficiales y soldados, más la dotación de mujeres de Mencia.

Llegaron por fin al destino el día 15 de agosto del año 1551; y allí hubo júbilo, algarabía en los antiguos conquistadores y sorpresa en las mujeres casadas que reencontraron a sus maridos rodeados de hijos mestizos, algunos ya hasta adolescentes.

Fallecido don Fernando de Trejo, doña María de Sanabria casó con Martín Suárez de Toledo, tuvieron ocho hijos, uno de los cuales fue Hernando Arias de Saavedra, “Hernandarias”, que fue el primer gobernador nacido en Paraguay.


Hernando Arias de Saavedra, “Hernandarias”

En consideración al tiempo gastado en tan largo periplo terrestre era de esperar que los viajeros que remontaban el río ya estuvieran en Asunción. En realidad, los navegantes subían las corrientes con excesiva lentitud. Fue necesario enviar otra embarcación para prestarles auxilio y acelerar su llegada a destino.

La descendencia de la expedición de Mencia Calderón fue prolífica.

Don Fernando de Trejo casó con María de Sanabria y fueron los padres de Fray Fernando de Trejo y Sanabria,  que fue el primer provincial franciscano y primer obispo criollo, fundador de la Universidad de Córdoba del Tucumán.

Una vez viuda María de Sanabria casó en segundas nupcias con Don Martín Suárez de Toledo; y la descendencia de éste matrimonio se confude con la de Juan de Garay, por los matrimonios de sus hijos. Así el gobernador Hernandarias de Saavedra se casó con Jerónima Contreras, hija legítima de Juan de Garay (1527–1583) y de Isabel Becerra; y Juana de Saavedra Suárez de Toledo se casó con Juan de Garay Becerra, hermano entero de Jerónima.
Por otra parte, el sevillano Don Cristóbal de Saavedra, hermano del capitán Martín Suárez de Toledo, en Paraguay desde 1542, casó con Mencia de Sanabria, vivieron en Asunción hasta 1564 y posteriormente vivieron en Santa Cruz de la Sierra; serían los padres de Mencia Calderón, casada con el general Gonzalo Solís de Holguín, Hernandarias de Saavedra, homónimo de su célebre primo hermano y Mariana de Saavedra.

Por su parte, el conquistador Pedro de Ovelar, natural de Benavente, Extremadura, llegó a Paraguay con los expedicionarios de Cabeza de Vaca en el año 1542 contando solo 16 años, entre los años 1558 y 1560 contrajo matrimonio con Francisca Rangel de Sanabria, tercera hija de Don Juan de Sanabria y doña Mencia Calderón de quienes fueron hijos Pedro de Ovelar, María de Ovelar y Ana Rangel.
El general Pedro de Ovelar, casó dos veces, la primera con Francisca de Irala, hija de Pedro de la Puente y de Isabel de Irala; en segundas nupcias con Ana de la Vega, con sucesión.

Doña María de Ovelar, casó con Pedro Franco, hijo del conquistador que lleva el mismo nombre.
Doña Ana Rangel, casó con Luis Hernández Morales, que había nacido en la isla de San Salvador; y fueron padres de Francisca Rangel, casada con Diego de Valenzuela, alférez, con sucesión; y de Lorenza Rangel, que casó con el capitán portugués Juan Dominguez Pereiro, vecino de Santa Fe y fueron padres del General Juan Dominguez Pereiro, casado con doña Jerónima Cabral de Melo, hija legítima de Melchor Maciel y de doña Catalina Cabral de Melo.
De la hija de éste matrimonio Catalina Domínguez Cabral de Melo casada con José Marcos de Mendoza descienden las familias de:
López Pintado-Marcos de Mendoza,
Vera Mujica -López Pintado,
López Pintado- Ziburu Echagüe,
Del Pino Rozas -Vera Mujica,
Lezica Alquiza- Vera Mujica,
De la Torre Benítez- Vera Mujica,
Peitado - De la Torre, De la Torre- Iturri,
De la Torre- Allende,
Larrechea- Vera Mujica,
Larrechea- Barnetche,
Larrechea- Saubidet,
Echagüe y Andía- Vera Mujica;
Peres Brito- Del Pino,
Rivadavia- Del Pino,
De la Peña- Lezica Vera,
Aramburu –Peña,
De la Serna- Peña,
Lezica- Peña,
Dorr- Peña,
Peña- Castro Ramos Mejía,
Warnes- Peña,
Bunge- Peña,
Bunge- Saéz De la Serna,
Meana- Bunge,
Bunge- Achával,
Bunge- Chas,
Bunge- Frías,
Moreno-Bunge,
Bunge- Martinez Barker,
Bunge- Artega,
Bunge- Campos Urquiza,
Bunge- Schreiber,
Uranga- Bunge,
Galvez-Bunge,
Bunge- Urquiza Anchorena,
Bunge- Fourvelle Rigolleau,
Bunge- Carvalho,
Pacheco -Bunge,
Escuti Olavarrieta- Lezica Vera,
Salas del Sar- Escuti,
Anzó García –Escuti,
De las Carreras Urioste- Lezica Vera,
Tellechea Echaniz- Lezica Vera,
Perez del Cerro- Lezica Vera,
Anchorena López Anaya- Lezica Vera,
Lezica Vera- Thompson Sanchez de Velasco,
Lezica - Muñiz , Lezica- Gascón,
Lezica- Alvear,
Gándara- Lezica,
Lagos- Lezica,
Aguirre Aráoz- Marcos de Mendoza,
De Herrera Carrizo- Aguirre Aráoz,
De Herrera Aguirre- Suárez de Cantillana,
Herrera –Bustamante,
Santillán –Herrera,
Olivera Rueda- Herrera,
De Paz y Figueroa -Aguirre Aráoz,
Sanchez de Lamadrid- de Paz y Figueroa,
Alvarez Condarco- Sanchez de Lamadrid,
De Herrera Graneros – Aguirre Aráoz,
De Herrera Aguirre- Suárez de Cantillana,
Costas Olaechea- Herrera Suárez,
Costas Olaechea Herrera- Ibáñez Juárez,
Costas Olaechea Herrera- Montenegro Vieyra,
Gómez- Costas Olaechea Herrera,
Herrera Aguirre -Lami López de Velasco,
De Herrera- Unzaga,
Herrera- Iramain,
Hernández – Herrera,
Echavarrieta – Aguirre Aráoz,
Manso – Aguirre Aráoz,
Larramendi Cabrera- Manso Aguirre,
Candioti Ceballos- Larramendi Manso,
De Iriondo Nabarte- Candioti
Crespo Zavala- Candioti,
Iriondo- Zavalla,
Iriondo-Irigoyen,
Irigoyen-Iriondo,
Iriondo- Rodríguez Gurruchaga,
Iriondo- Parma,
Lagos Mármol- Iriondo,
Benvidez- Iriondo,
Freyre- Iriondo,
Crespo- Iriondo,
Aldao- Crespo,
Pizarro- Iriondo,
Iriondo- Iturraspe,
Cullen- Iriondo,
Escalada- Iriondo,
Gómez –Iriondo,
Locatti- Iriondo,
Fraga- Iriondo,
Martínez Zuviría- Iriondo.

Bibliografía:

  • De Bossio, B. G.: Forjadores del Paraguay.
  • Boccia Romañach, Alfredo: Paraguay-Brasil. Crónica de sus conflictos.
  • Cháves, Julio César: Descubrimiento y conquista del Río de la Plata y el Paraguay.
  • Gómez-Lucena, Eloísa: Expedición al paraíso. Sevilla: Espuela de Plata (Ed. Renacimiento), 2004. Crónica del viaje de un grupo de mujeres del siglo XVI, comandadas por la extremeña doña Mencía Calderón (madre de Diego Sanabria), a la ciudad de Asunción de Paraguay. Partieron de Sevilla en tres naves el 9 de abril de 1550 y llegaron a pie a Asunción de Paraguay en mayo de 1556. En medio, y por referir algunos de los hechos documentados, un temporal dispersó las tres naves y un pirata normando abordó en el golfo de Guinea al patache en el que viajaba gran parte de las mujeres; padecieron hambrunas en la isla de Santa Catalina frente a la costa de Brasil, y prisión en el fuerte portugués de Santos; lucharon contra los antropófagos tamoyos y contra las enfermedades y el desánimo hasta arribar a Asunción de Paraguay. Tardaron seis años y un mes en llegar a su destino. ISBN 84-96133-10-9
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