El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción,
sostiene que María, madre de Jesús, la Virgen
María, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue
alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de
su concepción, estuvo libre de todo pecado.
No debe confundirse esta doctrina con
la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue
concebido sin intervención de varón.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia
contempla la posición especial de María, madre de Cristo, y
sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado, libre de
toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a
todos los hombres por ser descendientes de Adán y
Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, el hijo de Dios y
Dios mismo, la encarnación de Dios en la Tierra.
La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el sa…