Queda constancia en la documentación de playas en Sevilla, la famosa Playa de María Trifurca, no es un invento para responder con evasivas cuando te preguntan que a dónde vas; al igual que dirías …”a contar los frailes…”; no. La Playa de María Trifurca existió realmente y se situaba en lo que hoy es la orilla que hay en las márgenes del río al paso por el Puente del Alamillo, que allá por los finales del XIX y principios del siglo XX, por supuesto no existía, ya que data de 1992, fue hecho con motivo de la Exposición Universal de 1992 de Sevilla, por todos conocida como Expo´92.
Una de la
documentación donde podemos asomarnos a esta playa es la documentación del
antiguo Tribunal Tutelar de Menores, documentación que se encuentra actualmente
en el Archivo Histórico Provincial de
Sevilla. En ella podemos ver las innumerables amonestaciones y detenciones a
chavales por bañarse en un sitio que, en realidad, estaba prohibido para
seguridad de la ciudadanía. El río en aquellas épocas no estaba “domesticado”,
tal hecho no se consiguió en parte hasta después de la riada de 1961 en la que
el Guadalquivir se enseñoreó de Sevilla entera. El río Guadalquivir, uno de los
más caudalosos de España, por esa zona es algo traicionero y las labores de
dragado para proteger la navegación hacían que sus aguas fuesen amigas de
remolinos y de trampas en las que con facilidad podían caer los bañistas.
Por aquel
entonces el río era navegable, por lo menos, donde hoy se sitúa el Huevo de
Colón, entraban y salían barcos de distinta envergadura recorriendo de arriba
abajo lo que en realidad es una ría, el Guadalquivir tiene características de
ría, está afectado por las mareas y huele a sal. Incluso huelen a sal las casas
en sus pisos bajos en Sevilla, porque la pared absorbe salitre.
Muy cerca se
situaba el Hogar de San Fernando, hoy colegio y dependencias municipales, que
hasta no hace mucho era colegio internado de niñas pobres y que se utilizaba
para recoger y reformar a los que se descarrilaban, actuando en realidad como
reformatorio; regentado por monjas, separaba su espacio entre niños y niñas
como en todos los colegios públicos de antaño, pero disponía de ciertos lujos,
dos piscinas, una para ellas y otra para ellos, una de las cuales una vez
reconvertido parte del edificio en Gimnasio Municipal, se usa diariamente.