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Sobre el nombre de Egipto


 
El antiguo nombre del país, Kémet, o "tierra negra", viene de los fértiles limos negros depositados por las inundaciones del Nilo, distintos de la "tierra roja" del desierto. El nombre Kémet se transformó en kimi y kim en la etapa copta de la lengua egipcia. Fue traducido al primitivo griego como Jimía y se derivó de él la palabra "química", que se pronuncia en árabe quémia y de forma parecida en casi todos los idiomas del mundo (una referencia a la proverbial fertilidad del suelo egipcio).


 
 
Misr, nombre oficial árabe de Egipto, es de origen semítico. Además de ser citado en el Corán veinticuatro veces, cinco explícitamente y diecinueve implícitamente refiriéndose a la tierra. En total son veinticuatro, directamente relacionado Egipto con otras palabras semitas. Por ejemplo, el nombre hebreo Mitzráyim, de uno de los nietos del profeta Noé que vivió en el Bajo Egipto, el Delta. Mitzráyim significa literalmente "los dos estrechos" (una referencia al Alto y Bajo Egipto). Misr significaba originalmente "metrópoli", "civilización", y también "país" o "tierra fronteriza".
 

 
 
El nombre en español, Egipto, proviene del latín Aegyptus, derivado a su vez de la palabra griega Aigyptos. El vocablo primitivo era Guep en la lengua antigua egipcia. Guep era el nombre del hombre que representaba la tierra y se cree hoy en día que es nuestro padre Adán. En hebreo, Adamá significa "la tierra". De Guep se derivó Guept, "la tierra", en el egipcio antiguo. El término fue adoptado en copto con la terminación griega de los nombres [ios] como Gyptios. Pasó al griego como Aigyptos y al árabe como Qubt que todavía está en uso para referirse a la ciudad de Queft, que era como puerta de entrada para Egipto desde el Mar Rojo, y para designar a los egipcios cristianos en árabe. Así pasó el adjetivo copto al español.


 
 
Se ha sugerido que el nombre, Egipto, es una corrupción de la frase egipcia het-ka-petah, que significa literalmente "casa del espíritu de Petah, (ka) de Petah", el nombre de un templo a Petah en Menfis. Petah representa al Dios creador que creó el universo. Primero en su corazón, es decir, en su sabiduría, después materializó el mundo y todo lo existente a través de la palabra, es decir, a través del verbo. Los antiguos egipcios, en cuanto a la creación del universo, poseían el mismo planteamiento monoteísta judío cristiano o islámico. Para los antiguos egipcios, el templo simboliza el cosmos en pequeño, y Egipto es una encarnación de este cosmos en grande. Entonces, conviene dar el nombre del templo de Petah a Egipto entero.

He notado que casi todos los nombres de Egipto giran en torno del significado de la tierra, como referencia al mundo entero en aquel entonces.

Texto compartido por Samir Ahmed Hiweg
Guía turístico de habla hispana – Egipto.
Por MDCCB Publicado en: Arte egipcio
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Monday 3 september 2012
El tercer factor de la civilización egipcia: La creencia en la otra vida, religión.
Los egipcios observaron que el valle del Nilo dependía de una doble fuerza: el sol y el río. Además de su fuerza creativa, el sol tenía poderes destructores. Sus rayos, que hacían crecer las cosechas, podían secarlas. Y el río, que enriquecía el suelo con sus depósitos de minerales, podía arrastrar cualquier cosa que se pusiese en su camino. O si por el contrario, su cauce no subía lo suficiente, podía provocar el hambre.

Estos dos fenómenos impresionaban profundamente a la población por sus dos facetas, muerte y vida; el sol que moría al atardecer por el horizonte occidental, renacía por el Este a la mañana siguiente. Dependía únicamente del río la fertilidad o renacimiento de la cosecha, después de la muerte de la tierra cada año.
Esta natural teoría de renacimiento después de la muerte está en la base de la creencia de los antiguos egipcios en la vida de ultratumba. Tan inevitable como que el sol salga cada mañana es que el hombre vuelva a nacer después de la muerte.
Cada año la crecida del Nilo fertilizaba la tierra y cada año se retiraba dejando sus campos vacíos, un ciclo que se repetía con una frecuencia y puntualidad asombrosa en el que la tierra nacía y moría, de la misma manera que Osiris, símbolo de la fertilidad, se enfrentaba con Set, símbolo del desierto, para morir en sus manos y volver a nacer indefinidamente.

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