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Muchas víctimas de la Guerra Civil antes fueron verdugos


En Diario de Sevilla Julio Ponce Alberca, Profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla nos sorprende con una frase valiente: “Hubo muchas víctimas de la Guerra Civil que antes fueron verdugos” . El profesor es escéptico con la ‘memoria’, huyendo de toda militancia, se ha empeñado en estudiar para dar con la tecla de la evolución de las élites políticas sevillanas en el siglo XX.

 
     Julio Ponce Alberca


Este hombre no parece tenerle miedo a adentrarse en el pantano en que se ha convertido la historia de España entre 1931 y 1978 a causa de cuestiones políticas del todo ajenas a la ciencia histórica. Pretende seguir las enseñanzas de sus maestros, huir de la militancia, tener compromiso y buscar la objetividad. 

Julio Ponce Alberca, se especializó en Historia del Estado y ha prestado atención especial a las élites políticas locales y provinciales de la Baja Andalucíaen el siglo XX, con interesantes aportaciones a la historiografía sobre personajes destacados tales como José Cruz-Conde o José Utrera Molina, que en su día fueron gobernadores civiles de Sevilla, respectivamente con Primo de Rivera y con Franco. 

Autor de De las urnas a la República. Las elecciones municipales de 1931 en Sevilla, que publicara la Diputación, siendo un importante estudio sobre este momento histórico en nuestra provincia; también trabaja sobre Gibraltar en la Guerra Civil y sobre el socialismo sevillano.

Aprendió la importancia de la prensa para el conocimiento de la historia, así como a tener una mirada distante que permitiera objetivar el objeto de estudio; y pretende ser neutral.

Entiende que todo ha ido derivando hacia una historia militante. Esto último supone amarillismo porque el militante se implica políticamente y se ciega, cuando no escribe directamente al servicio del régimen.

"Al historiador no se le debe pedir militancia ni compromiso", asevera lógicamente.

Con respecto a la llamada memoria histórica piensa que fue una buena iniciativa que ha devenido en un ejercicio estéril. Piensa que buscar todos los restos era una labor de una enorme complejidad e inasumible económicamente; y en su día lanzó la propuesta para que mejor sería que "en cada pueblo se pusiese una placa con todas las víctimas de la guerra, de un bando y de otro, sólo los nombres, sin nombrar su adscripción política", frente al empeño de algunos por hacer una historia de buenos y malos.

Igualmente a lo largo de sus investigaciones ha comprendido que el pasado siempre es complejo y que "hubo muchas víctimas de la guerra civil que antes fueron verdugos".

La nueva ley de memoria democrática vendría ahora a crear incluso una doctrina oficial sobre el pasado de España. Lo que ciertamente no es de recibo, la historia es la que es, no la que impongan que es.

En entrevista a Diario de Sevilla dijo que "Como historiador y ciudadano me duele que, partiendo de la memoria histórica, ciertos sectores de la izquierda han empezado a reinterpretar la historia no por un interés en el pasado, sino por un interés en el presente y el futuro. El objetivo es deslegitimar lo que llaman el “régimen del 78”, un término que no es inocente, para sustituirlo por una III República que nunca definen cómo será". Unas muy sensatas palabras que reflejan la realidad paralela de algunos, de la que hay que huir.

"El otro día escuchaba un programa de Radio Nacional de España titulado Las Brigadas Internacionales: voluntarios de la libertad. Teniendo en cuenta que detrás de todo aquello estaba el mismo Stalin daba un poco de risa". Dice esto porque Stalin fue uno de los genocidas más grandes de la historia.

"La Unión Soviética estuvo muy hábil al capitalizar el término “antifascista”, que en principio también englobaba a liberales y socialistas. Hoy en día este término ya sólo lo usa la extrema izquierda". Además antifascista no es aplicable más que para el caso italiano. El término fascista viene de fascio, guardia italiana del régimen de Musolini, luego toda extensión o aplicación que se haga para condenar a quien no es de izquierdas no está legitimada, es una falacia porque no soporta ninguna verdad.

Ya hemos dedicado un artículo comentando su investigación en De las urnas a la república donde analiza las elecciones municipales del 12 de abril 1931 en el caso de la provincia de Sevilla, elecciones que fueron las que provocaron el derrumbamiento de la monarquía de Alfonso XIII, para aquel trabajo confiesa haber contado con la "colaboración de personal técnico de apoyo a la investigación. Lo que sale en ese libro son cosas que, al menos los especialistas, conocíamos hacía mucho tiempo: la mayor parte de los concejales que salieron elegidos en los pueblos sevillanos eran de filiación monárquica. Eso sí, en la capital la victoria republicana fue total: 32 de 50 concejales. Lo curioso es que, cuando se repitieron las elecciones locales el 31 de mayo, ya con la República en marcha, los que ganan fueron los republicanos". 

El pucherazo se destapó solo.

Sólo habían pasado unos días, pero en la gente, por miedo o por lo que fuese sufrió un fenómeno de adaptación. Dice Julio Ponce que "En Albaida del Aljarafe, por ejemplo, las personas que triunfaron en una y otra cita electoral fueron las mismas, pero habían pasado de ser monárquicas a republicanas". Se revela el chaqueteo, por la causa que fuese, quizás viendo los desmanes de los que era capaz el frente popular la gente temió aparecer como no republicana; o, quizás, fuesen comprados sus votos, algo que no es en absoluto descabellado viéndolo desde la perspectiva que hoy podemos ver las cosas; e incluso sufriendo como ciudadanos consecuencias por este tipo de prácticas que llevan al gobierno a personas en las que el pueblo realmente no confía.

Dice Ponce respondiendo a la pregunta en la mencionada entrevista: ¿Se habían cambiado de chaqueta?: "Sí. Fundamentalmente, los conservadores se integraron en la derecha liberal republicana de Niceto Alcalá Zamora, y muchísimos liberales entraron en el republicanismo radical de Martínez Barrio".

La explicación que Ponce da a los hechos es: "Que el mismo caciquismo que había en la monarquía siguió con la república. Simplemente se adaptó, cambió de chaqueta".


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