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El traslado de las reliquias de Santa Leocadia


Archivo Histórico Provincial de Toledo dixit:
“Hallados entre los papeles de San Román”. Así reza una carpetilla de documentos de nuestro Archivo, en referencia probablemente a que incluye documentos encontrados en la mesa de trabajo del que fuera primer director de nuestro Archivo, Francisco de Borja San Román, quizá tras su muerte en 1942. Y entre estos documentos hay lo que parece ser un borrador del protocolo previsto por la Catedral para la llegada a Toledo de los restos de Santa Leocadia. El documento no tiene fecha, pero sus características concuerdan con los años en que los restos de la santa volvieron a Toledo.

Leocadia, natural de Toledo, fue martirizada en esta ciudad, en tiempos del emperador Diocleciano, durante las persecuciones contra los cristianos, a principios del siglo IV.
Santa Leocadia
En el lugar donde estuvo su casa natal se erige hoy la iglesia que lleva su nombre. También hubo otros dos templos con esta advocación en la ciudad.

Sus restos tuvieron una vida azarosa. Se pierde su pista con la invasión musulmana, para reaparecer en Oviedo a principios del siglo IX. Trescientos años después fueron llevadas a Cambrai (Bélgica), de donde salieron en 1587 para descansar definitivamente en la Catedral toledana.

El texto al que se alude menciona como referencia el traslado de los restos de San Eugenio, que tiene lugar algunos años antes, en 1565. Insiste en los colores y calidades de las telas y vestidos que se usan. Así, los peones y litereros, que son quienes llevaban las literas,  enviados por la Catedral que irían “vestidos de grana de Toledo con sus fajas de terciopelo carmesí y estén vestidos con casacas, grigescos [sic], medias y sombreros”.

La tela para cubrir el arca en que se depositarán los restos no debe hacerse “de tela de plata” sino “de terciopelo carmesí… rejada de plata y con chapinería de plata en cada cuadro”, por motivos simbólicos y porque “se ahorran muchos gastos”.

El tema económico aparece frecuentemente. Se sugiere que las reliquias no vengan a Toledo vía Alcalá de Henares y Madrid “por no obligar a la Universidad de Alcalá y Iglesia con muchos gastos”, pero si finalmente se decidiese seguir esa ruta, se pide se avise con tiempo.

En cualquier caso, los restos de la santa llegarían a Toledo por el monasterio de Jesús del Monte, en Loranca de Tajuña (Guadalajara), y el arzobispo en persona debería salir a recibirlos y acompañarlos “para dar autoridad a muchas cosas que sin su presencia no se pueden cumplir”, viene a dar a entender que los lugares de paso no siempre estarían demasiado dispuestos por sí mismos a hacer muchas fiestas a la santa por los gastos que conllevaba.

Se ordena que en cada lugar en que haya de hacer noche, se diga una misa con órgano a su llegada por la tarde y otra antes de salir por la mañana, y que por la noche se mantengan cuatro hachones encendidos “quedando personas de guarda y acompañamiento en la iglesia, celebrando por choros y convidando para ello como es costumbre”. Muy seguramente todo ello serían gastos que muchos de estos lugares no podían asumir sino acaso con  mucha dificultad.

Parece que la Catedral no tenía competencias para decidir la ruta concreta, pero sí pide “que las jornadas se hagan de un tirón sin parar a medio día, pues habrán celebrado por la mañana y comido temprano para que se haga la jornada de quatro o cinco leguas (entre 23 y 28 kms. aproximadamente)”. Se estaría pensando en jornadas de 5 leguas pues en otro lugar en el documento se calcula que la ruta de vuelta de Loranca de Tajuña a Toledo con los restos sería de cuatro días, lo que significan unos 30 kms. diarios.

Texto

Se convoca un concurso público de poesías alusivas, éstas serían inscritas en las calles y monumentos de la ciudad al paso de los restos, con premios de hasta 100 ducados, unos 17.000 € al cambio.

Se busca una celebración lucida pero austera en gastos.


"El entierro de Santa Leocadia", Cecilio Plá, Museo del Prado.

Fuente: Archivo Histórico Provincial de Toledo

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