El mundo se mueve a mucha mayor velocidad que la que geográficamente se tiene admitido, hablo en el sentido de que "los tiempos cambian que es una barbaridad", como decía aquel dicho finisecular del XIX...
Solamente quienes tengan conocimientos más elevados que los conocimientos técnicos, hoy tan reconocidos, solamente quienes conozcan variables geográficas, históricas, geoestratégicas, sociales y culturales serán capaces de sobrevivir en una selva tal como la que se está preparando y en la que estamos ya inmersos.
Los políticos, los directivos, los grandes empresarios tenían, obligatoriamente, que tener formación humanística, para saber gestionar un mundo sumergido en la globalización y que, en vez de corregirse, camína exponencialmente hacia ella y, donde cualquier cosa, por insignificante que parezca, tiene una influencia enorme.
La VIDA se cobra todos los errores de la "humanidad", de la moda de que las humanidades no están de moda y la civilización quedó sumergida en la tecnología, habremos, necesariamente, de pasar a cultivar de nuevo las humanidades, porque solo un pensamiento que sepa serlo será capaz de plantearse cuestiones trascendentes y de aportar soluciones.
La formación humanística mejora el desarrollo personal, intelectual e incluso espiritual de quienes las cultivan. Fomenta el pensamiento crítico que aleja a la persona de la masa; al ser pensante, del número en las estadísticas, dirigido desde arriba, bajo un férreo terrorismo intelectual que enajena a la persona y la convierte en un ser primario, incapaz de pensar por sí mismo, incapaz de pronunciarse de forma distinta a lo que se le impone. El socialcomunismo de moda ahora, sojuzga a las masas, no habla para las personas sino para las masas. Ya lo decía Alejandro Magno, que le dieran masas para convencer y conquistaría el mundo; y ese era su ritmo hasta que murió prematuramente, no sin antes conquistar gran parte del mundo conocido.
El pensamiento crítico y la flexibilidad hace que los líderes tengan la creatividad suficiente como para estrechar lazos laborales con el equipo al que dirige y sepan dar adecuadas herramientas para gestionar tanto las emociones propias como las ajenas. Las Humanidades hacen que las personas sepan decidir entre los valores y/o sentimientos que deben admitir y cuáles no, ante cualquier tipo de situación que se presente.
No se trata de sustituir unas disciplinas por otras, no se trata ahora de aupar a las humanidades en detrimento de la tecnología, sino que se trata de complementar, de completar el vagaje curricular y la eficiencia laboral de las personas.
La inteligencia emocional es algo que deberíamos todos de haber aprendido y de aprender en las escuelas. La forma en la que se plantean las distintas situaciones, hace posible o no, afrontar nuevos retos. Ya el pensamiento clásico se detenía en el estudio y práctica de la oratoria como medio para integrarse en el mundo y dominarlo de alguna forma, por lo menos de defenderse en el mismo. Motivar, persuadir, influir en los demás para liderarlos adecuadamente y que ellos sepan responder óptimamente es una gran conquista.
Quien no conoce la Historia, con mayúsculas, Historia General, queda al margen de poder plantearse las cuestiones de una forma eficaz para ser eficiente, porque hay algo fundamental que no conoce. Y..., quien no sabe es como el que no ve. No puede entender por qué pasan las cosas porque carece de elementos indispensables para hacerlo, es como si a un ordenador le faltasen programas y se pretendiese realizar con éxito una determinada tarea. No es posible, porque hay lagunas que deben rellenarse. No puede comprender la política internacional porque no sabe, no entiende por qué pasan las cosas, a qué se deben, qué hay detras de lo que hoy vemos.
La Historia tiene multitud de ciencias auxiliares y anexas que se interconectan entre sí, pero también está la Filosofía, que hace a la persona entender las mentalidades; también está la Psicología, que hace a la persona capaz de resolver problemas que no lo serían con sus previos conocimientos.
Es precisa la formación en competencias psicosociales para promover la empatía frente al odio; para favorecer la cooperación frente al egoismo y la idolatría de sí mismo; fomentar las relaciones sociales para fomentar el conocimiento entre las personas frente a la baza principal del acoso: la manipulación del grupo para hundir a la víctima.
El mediocre es en realidad un insatisfecho consigo mismo, que admira a su víctima tanto que es incapaz de soportarlo y, no pudiendo igualarla ni superarla, decide quitarle lo que tiene por méritos propios. Decide anularla. Decide eliminarla. Muchas personas, aun sin saberlo, forman parte de este complot malvado que hace que involucione la sociedad en vez de evolucionar y trascenderse. Si el acosador no tiene una cosa, no quiere que su víctima la tenga. No quiere una cosa similar a la que admira, quiere esa misma cosa, algo que no puede ser, por eso decide la eliminación de la víctima. Este proceder puede darse tanto de forma consciente como inconsciente, pero generalmente es un comportamiento premeditado.
Ante este estado de la cuestión, asistimos a una sociedad en la que el capital humano se desprecia, cuanto más vale una persona intelectual y laboralmente, peor lo tiene, porque el sistema está planteado por mediocres y para los mediocres, donde el honrado, el trabajador, el disciplicado, deja en evidencia a quienes solo ponen la mano a fin de mes para cobrar, entre un cobro y otro sus aportaciones a la comunidad son verdaderamente lamentables; y... así nos va a todos.
Las Humanidades son la sal de la vida, hay que cultivarlas.