Arqueólogos, biólogos, botánicos y restauradores del Instituto Andaluz de
Patrimonio Histórico (IAPH) han extraído información de un altar fenicio del
siglo VII antes de Cristo, hallado en Coria del Río (Sevilla), que ha conservado restos biológicos durante 2.700
años.
Los restos hallados en la tierra arcillosa prensada con la que se construyó
este altar de 90 centímetros de largo por 60 de ancho y 45 de altura y casi
media tonelada de peso ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los
tartesicos incluían la incineración de
vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros,
olivos y jaras. También se encontraron diversas muestras de polen y cristales de oxalato, que producen algunas
especies vegetales sometidas a estrés, restos de pino y encina y piedras que
habían estado, al parecer, en el interior del intestino de una cabra.
Falta por concluir la búsqueda de ADN de la grasa de las manos del
constructor o constructores del altar, un rastreo del que no existe precedente
y que se efectúa con ayuda de especialistas de la Universidad de Upsala
(Suecia).
Aunque el altar carezca de monumentalidad,
estética o belleza, se trata de un hallazgo importante por la información que aporta sobre los ritos al dios Baal y sobre la
cultura tartesica y fenicia.
La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, ha
expresado que la pieza ahora restaurada se
mostrará en una nueva sala dedicada al Tesoro
del Carambolo y cultura tartésica.
Parece ser que sólo existen otros dos
altares similares, el del Carambolo en Sevilla y el de Cancho Roano en Zalamea de la Serena,
Badajoz; y que el estudio de este hallado en Coria ha permitido determinar que los
sacrificios no se efectuabas en el altar, sino en una estancia apartada. Las vísceras y carne de animales se ofrecían ya asadas, posiblemente en bandejas metálicas, pues no se han encontrado microcarbones; esto eliminaría la posibilidad de combustión sobre el altar.
La tierra arcillosa prensada o adobe con la que fue construida tanto la
base del altar como sus paredes eran de "tierra virgen", el
constructor la extrajo a cierta profundidad. Se pretende investigar para extraer su
ADN que informaría sobre su procedencia, y esto a su vez
ayudaría a aclarar la relación entre los fenicios procedentes del Oriente Próximo y
la población autóctona o tartesica. Ambas poblaciones convivían también en el interior de la Península
y no solo en las costas, como se pensó durante años. Los fenicios se habrían integrado en la población autóctona, la tartésica.
El altar, que
fue hallado en 1997 en el casco urbano de Coria del Río, por José Luis Escacena, ayudará a contextualizar el Tesoro del Carambolo, un tesoro con 2.700 años de antigüedad que supone tres kilos de oro; ayudará a conocer la cultura tartesica. Se extrajo de su yacimiento tal y como fue encontrado, fracturado en dos partes, por la mitad, con la tierra acumulada en su
interior intacta.
Fuente: El Mundo.es