Cerinto (aproximadamente 100 d.C.) fue un líder hereje gnóstico, que utilizaba un evangelio alterado para impulsar su teología gnóstica.
Su evangelio también era utilizado por el maestro herético, Carpócrates, y aunque el texto está perdido, se dice que era idéntico al Evangelio de los Ebionitas.
Los padres de la iglesia primitiva identificaron a Cerinto como hereje porque seguía la ley judía, negando que Dios hubiera hecho el mundo físico, y negando la encarnación de Jesús y que éste fuese Dios encarnado.
Irineo incluyó un relato de Cerinto en su obra “Contra las herejías” (sobre 170 d.C.). Cualquier texto que Cerinto pudiera haber usado con sus seguidores, fue aparentemente herético a los ojos de los testigos canónicos.
La tradición de la iglesia primitiva dice que Juan el evangelista despreciaba tanto a Cerinto como hereje, que se rehusó a ser visto en la misma casa de baño. Esta misma tradición reporta que Juan escribió el evangelio de Juan para registrar la verdad y corregir las falsas enseñanzas de Cerinto.
Sin un evangelio existente que pueda ser examinado en busca de similitudes, no es posible que determinemos (si acaso) el evangelio de Cerinto pudo haber afirmado detalles de los evangelios canónicos.
Solo podemos especular hasta que punto El evangelio de Cerinto pudo haber diferido de los evangelios canónicos, ya que Cerinto negaba la divinidad de Jesús, así que las declaraciones hechas por Jesús, la forma en la que él era adorado como Dios y los milagros que él realizó para probar su deidad, pueden haber sido minimizados. Cerinto creía que “Cristo” vino a Jesús en su bautismo, permaneció con él a lo largo de su ministerio como guía, y posteriormente lo abandonó en la crucifixión. El evangelio de Cerinto puede haber reflejado estas creencias teológicas.
Fuente:
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