El
bohemio checo, Jan Huss (1369-1415), fue sacerdote, teólogo, filósofo,
profesor y rector de la Universidad de Praga. Tenía fuerte espíritu
reformista como nacionalista y estaba dotado de una extraordinaria elocuencia.
Aprovechando el descontento de sus compatriotas,
predicó contra el
dominio germánico y la influencia latina y contra el abuso en la
distribución de las indulgencias. Sus ideas
ejercieron una fuerte influencia e incluso se le encargó la traducción del ´Trialogus’.
Huss, junto a su discípulo Jerónimo de Praga, predicó apelando a la
autoridad de la Biblia de la que se consideraba su verdadero intérprete.
Dirigió
fuertes ataques contra el clero y el papado, exigiendo una reforma de la
Iglesia. Esto supuso la intervención del arzobispo de Praga, Sbiuk, quien prohibió seguir con tales prédicas, pero Huss y su discípulo
no hicieron omiso.
Siendo expulsados de Praga, Huss continuó divulgando sus
ideales por toda Bohemia. Fue excomulgado en 1412 por el anti-papa
Alejandro V (1409-1410).
Convocado nuevo concilio ecuménico en
Constanza (1414-1418) por el papa Gregorio XII (+1417), Huss fue llamado
para dar explicación de sus teorías; y habiendo logrado un salvoconducto otorgado
por el emperador alemán, Segismundo de Luxemburgo (1411-1437), se
presentó en el concilio sin que con sus explicaciones quedaran convencidos
los padres conciliares. En la XV sesión (06/7/1415) 30 de sus
proposiciones fueron condenadas por heréticas, Huss fue reducido al
estado secular.
Pero, no habiendo abjurado de sus opiniones, el emperador
Segismundo decidió condenarlo a muerte en la hoguera, lo mismo sucedió a Jerónimo de Praga, poco tiempo después.
Huss era considerado un verdadero prohombre por los bohemios, y en la actualidad considerado el padre de la lengua y literatura
checa. Su ejecución provocó innumerables revueltas en su tierra natal.
El
movimiento husita había quedado descabezado y pronto surgieron insalvables tensiones
internas que llevaron a la postre a inevitables escisiones. Por un
lado estaban los moderados utraquitas (o calicistas) quienes exigían la
comunión bajo las dos especies; Por otro, los radicalizados
taboritas, cuyo principal líder fue Juan Ziska (llamado en realidad, Juan
Trocznowa). Estos últimos no tardaron en involucrarse en la acción política,
recurriendo a la acción armada para defender sus ideales.
Muerto Ziska, le siguió en el liderazgo Procopio Hoby El Calvo. De un notable genio militar, al igual que su antecesor, continuó con los triunfos militares.
Convocado un concilio en Basilea por el papa Martín V, los husitas decidieron participar con el fin de lograr la aprobación de 4 proposiciones:
a) que los sacerdotes pudieran predicar libremente la Palabra de Dios;
b) que la comunión debía ser administrada bajo las dos especies;
c) que el clero fuera despojado de sus bienes, y
d) que se imponga pena capital a los sacerdotes por sus pecador mortales públicos (vgr. simonía, concubinato, abuso en la dispensa de indulgencias, etc.).
Al no conseguir una rápida decisión, los husitas se retiraron del concilio. Sin embargo, los padres conciliares decidieron enviar teólogos a Praga llevando modificaciones a los 4 artículos propuestos. El partido utraquista rápidamente aceptó llegar a un acuerdo conocido como ‘Compromiso de Praga o Compactata’ (1433), logrando con esto la vuelta a la comunión con la Iglesia de Roma. En cambio los taboritas lo rechazaron, reasumiendo la lucha armada. En ese estado de cosas, el emperador Segismundo ingresó de lleno en la lucha contra los husitas, venciéndolos en la batalla de Lipania (1434), en la que murió su líder Procopio. Como consecuencia de ello, los husitas fueron dispersados y lentamente se perdieron, principalmente al ser absorbidos por el movimiento reformista surgido en el siglo XVI.