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San Juan

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«San Juan el Evangelista», por El Greco. 1600. Museo del Prado (Madrid).


San Juan, Juan el Apóstol, toma su nombre del hebreo יוחנן Yohanan, que significa «el Señor es misericordioso» y uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret. Esta cuestión la afirman diversos textos del Nuevo Testamento como los Evangelios sinópticos, Hechos de los Apóstoles, Epístola a los Gálatas.

Nace en Galilea y es hermano de Santiago el Mayor, ambos hijos de Zebedeo y de Salomé. Como otros apósteles fue pescador en el mar de Galilea y sería  el más joven de los doce apóstoles.
Al parecer vivía en Cafarnaún, siendo compañero de Pedro.

Junto a su hermano Santiago, Jesús los llamó en arameo בני רעם Bnéy-ré'em y en hebreo Bnéy Rá'am, pasando por el griego al español como «Boanerges», que significa «hijos del trueno», ya que tenían un gran ímpetu.

Juan pertenecía al llamado «círculo de dilectos» de Jesús que estuvo con él en ocasiones tan  especiales como en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní, donde Jesús se retiró a orar en agonía antes de su tormento y muerte. Vió a Jesús resucitado y de la pesca y multiplicación de los peces en el Mar de Tiberíades.

Juan acompañó a Pedro, tanto en la predicación inicial en el Templo de Jerusalén donde comparecieron apresados ante el Gran Sanedrín por seguir a Jesús; también acompaña a Pedro en su viaje de predicación a Samaría.

Pablo de Tarso los menciona a Juan Santiago y a Pedro como pilares de la Iglesia primitiva en su Epístola a los Gálatas, que es interpretada por la mayoría de los historiadores como referencia de la presencia de Juan el Apóstol en el Concilio de Jerusalén.

Existen sobre su figura e identidad polémicas sobre si se trata del mismo personaje Juan el Apóstol y Juan el Evangelista; y si Juan el Apóstol fue autor o inspirador de otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis y las tres Epístolas Joánicas, lo que no impiden ver una gran personalidad y la altura espiritual que se adjudica a Juan tanto en la filosofía cristiana como en la cultura universal.

Muchos autores lo han identificado con el discípulo a quien Jesús más amaba, al que le encomendó el cuidado de María, madre de Jesús (Stabat Mater).

Textos patrísticos afirman su destierro en Patmos durante el gobierno de Domiciano, y una prolongada estancia en Éfeso, donde fue el fundamento de unaa vigorosa «comunidad joánica», en la que habría muerto a  avanzada edad.


El águila es el atributo que la historia de la Iglesia le ha asignado, símbolo de la «devoradora pasión del espíritu» que lo caracterizó.

Como la mayoría de las personalidades de la primera comunidad cristiana, no se verifica en otras fuentes del siglo I que no sean los escritos del Nuevo Testamento y lo que se conoce hoy día surge de la aplicación del método histórico-crítico tras someter al personaje al proceso científico de investigar la transmisión, desarrollo y origen de los testos en los que aparece mencionado, a fuentes primarias, que consisten en diferentes pasajes del Nuevo Testamento y en otros materiales que han sido considerados apócrifos por las distintas confesiones cristianas. A todo lo cual se añade el análisis de documentos de la época patrística, que contienen tradiciones escritas y orales procedentes de las distintas comunidades y escritores cristianos, tradiciones que no siempre coinciden entre sí.

Existe gran cantidad de antecedentes especulativos sobre su figura, lo que dificulta aunarlo todo en una sólida amalgama de las diferentes aportaciones.

Bordeando el mar de Galilea, (Jesús) vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.» Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan: estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Marcos 1:16-20
Dentro de la modestia de un pescador de Galilea Zebedeo, padre de Juan y Santiago, se supone tenía cierto desahogo económico porque era propietario de «redes» (Mateo 4:21), sin duda, de algunas barcas, y tenía incluso «jornaleros» para sus faenas.

Del análisis de textos comparado  de los Evangelios sinópticos se infiere que la madre de Juan fue Salomé, una de las mujeres que siguieron a Jesús durante su vida de predicación (cf. Marcos 10:37) hasta su muerte, la misma Salomé habría sido ejecutada.

Por el Evangelio de Lucas se sabe que entre Pedro, Juan y Santiago, tenían establecida cierta «sociedad» de pesca pues eran «compañeros»:
Cuando (Jesús) acabó de hablar dijo a Simón: «Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar.» [...] Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran en su ayuda.[...]Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Lucas 5:4.6-10

Por la forma de ejercicio del sacerdocio en esa época, no se descarta que Zebedeo pudiera ser levita, con casa de paso en el barrio de Jerusalén habitado por esenios o en sus cercanías, y quizá con otra propiedad en Galilea; la pesca en el lago podría ayudarle al sostenimiento familiar. Incluso se ha considerado que una empresa de pesca de mediana envergadura podría ser proveedora de pescado al propio Templo de Jerusalén. Es razonable que los judíos dieran preferencia al pescado capturado por pescadores judíos frente al pescado suministrado por los gentiles, ya que el primero garantizaba el cumplimiento de los preceptos rabínicos de «pureza» alimentaria, evitando tratamientos que pudiesen tornar el alimento en impuro.

De hecho, el mar de Galilea se caracterizó por albergar diversos empresas o emprendimientos pesqueros, que involucraban no sólo a las familias de los pescadores sino también a los trabajadores contratados, a los proveedores de materias primas y de otros productos, a los «procesadores» de pescado, a los «empacadores» y a los transportistas.

Podría ser que Zebedeo no fuese un simple pescador, sino un -al menos- pequeño empresario que poseía barcas, redes y daba trabajo a diversos jornaleros, lo que hacía posible que sus hijos pudieran dejarlo para seguir más estrechamente a Jesús.

La vocación de Simón Pedro y Andrés, Santiago y Juan, presenta forma similar en los tres Evangelios sinópticos.  Según el Evangelio de Juan, el primer contacto habría tenido lugar en el Jordán (Juan 1:35-42). Andrés y otro discípulo cuyo nombre no se menciona, hasta ese momento discípulos de Juan el Bautista, mantienen una primera conversación con Jesús. Alfred Wikenhauser (1883-1960) y Raymond E. Brown (1928-1998) sostienen que ese discípulo cuyo nombre no aparece era el propio Juan.

Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí –que quiere decir, 'Maestro'– ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos [...] que habían seguido a Jesús.
Juan 1:35-40
De ser precisa la interpretación de Wikenhauser y de Brown, Juan el Apóstol habría sido discípulo de Juan el Bautista antes de seguir a Jesús de Nazaret. Ya desde el principio del tiempo de predicaación  de Jesús, Juan, hijo de Zebedeo, forma parte de un grupo selecto. Se sabe que a la salida de la sinagoga, Juan y Santiago, se dirigen a la casa de Pedro y Andrés, donde presencian como Jesús cura a la suegra de Pedro que padece fiebre (Marcos 1:29-31).


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