Datan del siglo VI y son un conjunto de doctrinas heterodoxas de un grupo de monjes de los monasterios de San Víctor de Marsella y de Lerins (Francia), entre cuyos líderes destaca el abad Juan Cassiano, Vicente de Lerins y Fausto de Riez.
Nacen como una reacción
contraria a algunas de las enseñanzas propugnadas por San Agustín fundamentalmente lo que toca a la cuestión de la predestinación,
sobre lo que aquellos propusieron que el hombre tiene el poder suficiente para
dirigirse a Dios en busca de ayuda, encaminarse a la fe, desear la salvación,
o la orientación hacia la fe, sin que sea necesaria la intervención de
la Gracia Divina. La predestinación eterna dependía de la
voluntad humana en la medida que hubiera perseverado hasta el final, sin
necesidad alguna de intervención de un don especial para lograrlo.
Se extienden principalmente por la Galia, siendo combatidos por un discípulo
de San Agustín, Próspero de Antioquía. El papa Felipe IX convocó en el año 529 el Concilio de Orange para condenar la herejía
semipelagiana, lo que fue reiterado por el papa Bonifacio II en el año
532.