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“The Aswan Obelisk,” wrote the English archaeologist Reginald Engelbach, “enables the visitor to look with different eyes on the finished monuments, and to realize … the heartbreaking failures which must sometimes have driven the old engineers to the verge of despair before a perfect monument could be presented by the king to his god.”

The Unfinished Obelisk at Aswan – abandoned after it had been cut by hand from the granite bedrock on three sides because of a crack spreading across its body.

Photo: Juan Ignacio Casado Carrasqueno
 
“The Aswan Obelisk,” wrote the English archaeologist Reginald Engelbach, “enables the visitor to look with different eyes on the finished monuments, and to realize … the heartbreaking failures which must sometimes have driven the old engineers to the verge of despair before a perfect monument could be presented by the king to his god.”

The Unfinished Obelisk at Aswan – abandoned after it had been cut by hand from the granite bedrock on three sides because of a crack spreading across its body.

Photo: Juan Ignacio Casado Carrasqueno
 
 
Los obeliscos se tallaron de un solo bloque de granito rosa (monolitos). El primero del que se tiene noticia se data en la época de Userkaf, faraón de la dinastía V de Egipto ( 2400 a. C.). Se desconoce cómo eran erigidos y trasportados estos fantásticos monumentos, pues no hay ninguna documentación egipcia que describa el método empleado. La escena que está grabada en el templo de la reina Hatshepsut no nos informa al respecto. Solamente se trata de un barco cargado con dos obeliscos.

Los obeliscos generalmente se colocaban por pares a la entrada de los templos, y sus caras tenían grabados jeroglíficos con alusiones al faraón que los mandó erigir. El piramidón solía estar recubierto de bronce u oro, metal del que los antiguos egipcios afirmaban que era la "carne de los neterú, los distinguidos personajes, animales, plantas y astros, conocidos equívocamente como dioses".
 
Este monumento simboliza los rayos del Sol, la estabilidad y la fuerza creadora del disco solar, Ra. Los egipcios creían que los rayos del Sol llevaban hasta la tumba un gran poder vivificante que tenía algún efecto en la posterior resurrección del difunto. Durante la breve reforma política religiosa de Ajenatón se consideraban como rayos petrificados o más bien como rayos permanentes de Atón, el disco solar.
 
La mayoría de los obeliscos procedían de las canteras de granito de Asuán. Actualmente se conocen 27 obeliscos egipcios terminados y uno inacabado, (hallado en una cantera de Asuán). Muchos obeliscos egipcios fueron llevados a Roma, la capital del imperio dominante. Posteriormente, otros imperios de occidente también se llevaron obeliscos egipcios para erigirlos en sus capitales, como es el caso del erigido en la Plaza de la Concordia en París.
 
Estos inmensos bloques monolíticos, generalmente de granito rosa de Asuán, son de sección cuadrangular, terminados en una punta llamada “piramidón”, con altura que fluctúa entre 1 m. y 32 m.
 
El obelisco, llamado Tejen en la lengua de los antiguos egipcios, el termino es sinónimo de "protección". Representa una ofrenda a la infinita fuerza vivificante de Dios, destacada en el disco solar, Ra, y el piramidón simboliza los rayos del sol y tiene por función simbólica perforar el cielo Nut, nuestra madre Eva, dispersar las fuerzas negativas que siempre amenazan con acumularse, bajo la forma de tormentas visibles o invisibles, por encima del templo y sustituir a la pirámide, considerada como imagen de la colina primordial que surgió del océano primigenio y sobre la cual se inició la creación del mundo.
 
Los jeroglíficos tallados en sus costados, y que aumentan de tamaño a medida que se acercan al piramidón, tratan acerca de los acontecimientos históricos, mitológicos o religiosos, relacionados, sobre todo, con el linaje real que otorga el derecho divino a gobernar, lo cual impulsa la creación de dicho obelisco. Los obeliscos generalmente están cargados de simbolismo religioso.
 
Cuenta la leyenda que Set dio muerte a su hermano Osiris y dividió su cuerpo en catorce partes, que fueron dispersadas por todo Egipto, excepto una que fue ocultada. Isis, esposa de Osiris y señora de la magia, la belleza y la fertilidad, se encargó de buscar todas las partes y las unió con su magia, cayendo finalmente en cuenta que, al faltarle una parte de su amado, le era imposible completar el cuerpo de Osiris para tener un hijo con él. En tal circunstancia, Isis convirtió a Osiris en obelisco y ella se transformó en halcón hembra que, al posarse sobre el piramidón, quedó embarazada de Horus.
 
En la cantera de Asuán se encuentra aún el famoso “obelisco inacabado”, una mole de granito aproximadamente de 42 m. de altura, que la reina Hatshepsut pensaba presentar al pueblo como el obelisco más alto del imperio, asimilándose así a Isis. Pero, unas cuantas grietas aparecieron en el obelisco al separarlo de la cantera, deteniendo la terminación de esta obra, lo cual va permitiendo a los egiptólogos reconstruir el proceso de elaboración de los obeliscos.
 
Se ha determinado que inicialmente se hacía un corte, posiblemente con bolas de diorita, a los costados del bloque, introduciendo luego en las aberturas hechas por debajo del obelisco trozos de madera de sicomoro, a los que se les humedecía con agua para forzar la dilatación y la expansión del granito. El taladro de los primeros agujeros se realizaba con agujas de diorita haciéndolas girar (con la técnica del arco de flechas) y así se pueden introducir otros objetos. Unas pocas semanas más tarde se queman los trozos de madera y de repente se apagan con mucha cantidad de agua fría, quedándose el obelisco libre.
 
Samir Hiweg
 
 

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