Los
alimentos y platos que día a día consumimos, así como nuestras costumbres
tienen trasfondo histórico. La Edad Media comprende desde va desde la
caída del Imperio Romano, siglo V, hasta el año 1492, fecha del Descubierto de
América. Lo que la gente comía dependía lógicamente de la posición social,
bastante accesible parecía ser el pan que podía ser el 70% de la dieta diaria
de alimento, pero existían diversas
clases de pan de centeno, cebada, alforfón, mijo y avena propios del pueblo,
mientras que las harinas más finas como la harina de trigo que producía pan
blanco eran propias de las clases altas.
El pan era acompañado de otros alimentos, "companagium", o los “sops”, que consistían en trocitos de pan con vino, sopa, caldo o salsas. Del mismo se derivarían varios preparados en forma de sopas que adornaron la cocina europea hasta el momento actual, son las sopas de ajo castellanas o las panzanellas italianas.
El pan era acompañado de otros alimentos, "companagium", o los “sops”, que consistían en trocitos de pan con vino, sopa, caldo o salsas. Del mismo se derivarían varios preparados en forma de sopas que adornaron la cocina europea hasta el momento actual, son las sopas de ajo castellanas o las panzanellas italianas.
Otros guisos eran preparados para
acompañar el pan que serían los precursores de los platos tradicionales que
actualmente conocemos, como la adafina, muy popular entre los sefardíes
presentes en la España medieval, que bien podría ser antecesor del cocido
madrileño, o del cocido en general. También la olla podrida de Castilla y León;
o el pote gallego y asturiano.
Para acompañar el pan se utilizaba el
vino, la cerveza o también sidra. Quizás el agua en menor proporción puesto que
sería, con frecuencia, foco transmisor de enfermedades. Esta es la razón del
éxito de las medievales bebidas fermentadas como la sidra, el vino, el aguamiel
y la cerveza.
Algunas fuentes son reveladoras de que
el consumo por habitante al día pudiera estar en los 6 litros diarios en
los países escandinavos, aunque sería ligera en grados, ligera en alcohol.
La cerveza y el vino eran también apreciados
por su contenido nutritivo, aunque el pueblo no tuviese muchas alternativas, la
bebida a la que tenían acceso, la cerveza o el vino, eran fuente de proteínas e
hidratos de carbono.
El vino se bebía solo, con agua o también especiado con jengibre, cardamomo, granos de paraíso, pimienta, clavo, nuez moscada y azúcar.
La ausencia de medios de conservación
imitaba la distribución de estos caldos, los viñedos que proliferan son los
ubicados a orillas de importantes ríos, que a la vez que los riegan,
transportan sus productos.
Dos vinos medievales usados con fines
medicinales y muy populares fueron el hipocrás o ypocrás; se fabricaban con
vino tinto y vino blanco al que se sumaba miel o azúcar con especias. El segundo
vino fue el claurell, sobre el siglo XIV, y que estaba presente solo en las mesas
de las clases más favorecidas. Etimológicamente de su nombre se deriva el sustantivo
aplicado al vino “clarete”.