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Inmaculada Concepción


 
 
El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción, sostiene que María, madre de Jesús, la Virgen María, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.


No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón.
 
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia contempla la posición especial de María, madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado,  libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, el hijo de Dios y Dios mismo, la encarnación de Dios en la Tierra.
 
La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

 
 

File:Bartolomé Esteban Perez Murillo 021.jpg

 
La Inmacuada Concepción, de Bartolomé Esteban Murillo, que tomó como modelo a su hija.
En el XI Concilio de Toledo, Wamba ya era titulado "Defensor de la Purísima Concepción de María", abria una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, el emperador Carlos V o Felipe II, fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas. Carlos III creó la Orden de Carlos III y declaró a la Inmaculada patrona de sus estados.


Desde el siglo XIV existen en España referencias de cofradías creadas en honor a la Inmaculada. Constatado en Gerona, 1330.
 
En el XVI se revitalizará este fervor y surge gran número de cofradías bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de María, consagradas a las labores caritativas y asistencia social.
 
Los franciscanos contribuyeron a su arraigo y extensión por todo el mundo. La fiesta de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todo el Imperio español desde 1644; y fue declarada por Clemente XI fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708.
España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644 y 8 de diciembre es fiesta de carácter nacional. En esta celebración los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul, privilegio otorgado en 1864 por la Santa Sede en reconocimiento a España de su defensa del dogma de la Inmaculada Concepción. 
 
Es la patrona de la Infantería Española y este patronazgo tiene su origen en el Milagro de Empel, en la Guerra en Flandes. Los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y las Facultades de Farmacia, también la tienen como patrona. Patrona de las Nuevas poblaciones que fundó el rey Carlos III, la Carlota, Fuente Palmera; y muchas otras localidades más.
 


 
Pio IX promulgó el dogma, el 8 de Diciembre de 1854 con la publicación de la Bula "Ineffabilis Deus". Sevilla para materializar su devoción por la Inmaculada en 1917, con motivo de las reformas de previas a la Exposición del 29 y reurbanización del Barrio de Santa Cruz, Juan Talavera Heredia, incluye en su proyecto un monumento a la Inmaculada Concepción. El monumento contó con la oposición de la Real Academia de las Bellas Artes, pero finalmente fue ejecutado con esculturas de Lorenzo Collault Valera, sobre la parte arquitectónica del monumento, que fue obra de José Espiau Muñoz e inagurado el 8 de Diciembre de 1918.
 
En la base del monumento, se rinde homenaje a cuatro personajes que sobresalieron en la defensa del dogma Concepcionista, son el teólogo jesuita Fray Juan de Pineda, el poeta Miguel Cid, el escultor Juan Martínez Montañés y el pintor Bartolomé Esteban Murillo. La parte superior del monumento la corona la imagen de la Inmaculada Concepción que se inspiró en la obra que Murillo realizó para el hospital de los Venerables.

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