Isabel de Aragón y Castilla, conocida también como la Princesa Isabel, nació el 2 de octubre de 1470 en Dueñas, una localidad palentina. Era la hija de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla y su posición como primogénita la llevó a ser jurada como la Princesa de Asturias en las Cortes de Madrigal de las Altas Torres en en año 1476, aunque fue desplazada en la línea sucesoria por el nacimiento de su hermano Juan en el año 1478.
Isabel tenía una estrecha relación con sus padres, especialmente con su madre, la Reina Isabel La Católica, a quien se parecía tanto en carácter como en gustos y actividades.
También era la favorita de su padre debido a su inteligencia y habilidades estratégicas, además de su belleza.
Después de asegurar la sucesión de los reinos hispanos, los Reyes Católicos decidieron buscar matrimonios para sus hijas. Isabel se casó con el príncipe heredero de Portugal, Alfonso, como parte de las cláusulas del Tratado de Alcaçovas en 1479. A pesar de la diferencia de edad, su matrimonio se convirtió en una unión por amor.
Tristemente, la felicidad de Isabel y Alfonso fue efímera, ya que Alfonso falleció en un accidente de caballo en 1491, sin dejar descendencia. Devastada, Isabel regresó a España como princesa viuda de Portugal y se instaló en Sevilla, donde ayudó a sus padres en asuntos de Estado.
Para expresar su dolor por la pérdida de su esposo, Isabel adoptó un estilo de vida más austero y consideró convertirse en monja, pero sus padres tenían otros planes para ella. La presionaron para que se casara con el nuevo heredero al trono de Portugal, Manuel I, a quien inicialmente no deseaba como esposo debido a su devoción religiosa y su intolerancia hacia los herejes.
Finalmente, en 1496, Isabel accedió a casarse con Manuel I de Portugal, con la condición de que los judíos fueran expulsados de Portugal. A pesar de las dudas iniciales que tenía el rey Manuel, aceptó la demanda de Isabel. Se casaron en septiembre de 1497 y se trasladaron a Portugal como reyes consortes.
Sin embargo, la actitud de Isabel no cambió después de su segunda boda y, a su regreso a España, embarazada de cinco meses, falleció el 23 de agosto de 1498. Este trágico evento ocurrió en el Palacio Arzobispal de Zaragoza, donde Isabel y su esposo se encontraban en ese momento. Su hijo, Miguel de la Paz, nació una hora después de su muerte. Isabel de Aragón y Castilla dejó un legado de amor, sacrificio y devoción a la corona y a su fe religiosa.