La tradición bíblica ha conservado bajo el nombre y la autoridad de Isaías, un profeta originario de Jerusalén, una obra de gran profundidad y complejidad. El nombre Isaías significa “el Señor salva”, lo que refleja bien el contenido del libro que compila mensajes proféticos proclamados en diferentes periodos de la historia del pueblo de Dios. Isaías es considerado el gran profeta de la esperanza mesiánica y sus escritos completan el corpus profético del siglo VIII a.C., una era destacada en el profetismo bíblico. Su obra se relaciona con el Segundo Libro de los Reyes (Capítulos 15-20).
La información sobre la vida de Isaías proviene principalmente de su propio libro, especialmente los capítulos 1-39. Era hijo de Amós (1,1), quien no debe confundirse con el profeta homónimo. Isaías se casó con una mujer también profetisa (8,3) y tuvo dos hijos con nombres significativos: Sear-Jasub, que significa 'Un resto volverá' (7,3), y Maher-salal-hasbaz, que significa “Rápido en el botín, veloz en el saqueo” (8,1.3).
El ministerio de Isaías se desarrolló, según la introducción del libro (1,1), en el reino del Sur (Judá) durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Su vocación puede situarse en el año de la muerte del rey Uzías (6,1: aproximadamente 740 a.C.), y su actividad profética se prolongó por alrededor de cuarenta años.
El ministerio profético de Isaías tuvo lugar en un contexto de grandes tensiones internas y amenazas externas, que influyeron en sus mensajes y profecías. Para comprender mejor el libro de Isaías, es esencial explorar la situación política, social y religiosa de Judá durante este periodo. Periodo en el que reinaron el rey Uzías (Azarías), cuyo reinado fue largo y próspero, con éxitos económicos y militares. Sin embargo, terminó trágicamente cuando contrajo lepra y fue apartado del poder (2 Reyes 15:1-7). Su gobierno estableció una base de estabilidad que su hijo Jotam mantuvo. El rey Jotam, que siguió las políticas de su padre, manteniendo la estabilidad en Judá. Su reinado, aunque menos notable, fue un periodo de relativa calma (2 Reyes 15:32-38). El rey Acaz, cuyo reinado fue turbulento, enfrentando la guerra siro-efraimita. En un intento desesperado por proteger a Judá, buscó la ayuda del imperio asirio, resultando en una dependencia costosa y perjudicial a largo plazo (2 Reyes 16). Isaías critica a Acaz por su falta de fe y su sumisión a poderes extranjeros. Por su parte el rey Ezequías fue conocido por sus intentos de reformas religiosas y su resistencia frente a Asiria. Sus esfuerzos por restaurar el culto verdadero y su firmeza en momentos de crisis, como su enfermedad y recuperación, son episodios significativos reflejados en las profecías de Isaías (2 Reyes 18-20).
En este tiempo se dejan ver situaciones de desigualdades sociales y también económicas, además de la opresión. Judá estaba marcada por profundas desigualdades sociales. La riqueza y el poder se concentraban en manos de unos pocos, mientras muchos vivían en pobreza y opresión. Isaías denuncia frecuentemente la corrupción y la injusticia social, llamando a la rectitud y la equidad (Isaías 1:17, 3:14-15).
El crecimiento de Jerusalén y otras ciudades trajo consigo problemas como la corrupción y la explotación. La concentración de la riqueza y el poder en las ciudades exacerbó la injusticia social, algo que Isaías critica enérgicamente (Isaías 5:8-10).
Esistía una religiosidad superficial y sincretismo religioso, Isaías critica la hipocresía religiosa de su tiempo, donde las ceremonias y los sacrificios se realizaban sin un verdadero compromiso con la justicia y la rectitud. Esta desconexión entre la práctica religiosa y la moralidad es un tema recurrente en sus mensajes (Isaías 1:11-15).
La infiltración de prácticas religiosas ajenas y la idolatría era otro problema significativo. Isaías condena enérgicamente estos desvíos de la verdadera adoración a Dios, señalando cómo estas prácticas contaminaban la fe del pueblo (Isaías 2:6-8).
En el reino de Judá había división y facciones, pues estaba dividido entre los que favorecían alianzas con Asiria y aquellos que preferían la independencia o alianzas con Egipto. Estas divisiones internas reflejaban una profunda crisis de identidad y confianza en Dios, algo que Isaías aborda en sus profecías (Isaías 30:1-2).
La oposición interna a las políticas de los reyes, como la resistencia a la sumisión a Asiria bajo Acaz, también era significativa. Isaías se enfrenta a estas tensiones, llamando al pueblo y a sus líderes a confiar en Dios en lugar de en alianzas políticas y militares.
Para saber más interesaa consultar el artículo de Lluciá Pou Sabaté:
Isaías