En octubre de 1833, tras la muerte de Fernando VII, se inició oficialmente la guerra civil debido a la disputa sucesoria entre los partidarios de Carlos, hermano del rey, y los partidarios de Isabel, su hija, representada por su madre como reina regente. Aunque los bandos ya se habían formado previamente, divididos en absolutistas y liberales.
En Extremadura, los liberales lograron reducir y fusilar a los principales líderes carlistas. En el último trimestre de 1835, como parte del esfuerzo general del gobierno isabelino para organizar una fuerza militar regular en España, se pretendía prevenir el avance de las partidas carlistas manchegas y las acciones de las autóctonas. Se requería establecer y estructurar un cuerpo más profesionalizado y reglamentado.
Desde el inicio de la guerra, se solicitó la participación fuera de Extremadura de los regimientos de milicias provinciales de Badajoz, Plasencia y Trujillo, además de las fuerzas regulares del Ejército. A principios de 1835, Badajoz tenía en guarnición al regimiento provincial de Málaga, al regimiento de caballería de la Reina 2º de línea y al regimiento de Milicias Urbanas Leales. El capitán general Rodil se empeñó en fortalecer y aumentar este cuerpo, que él mismo había impulsado desde finales de 1833, considerándolo clave "para mantener el orden establecido y la tranquilidad pública".
El 23 de enero de 1835, el regimiento provincial de Málaga, bajo el mando del coronel Joaquín Seoane, partió de Badajoz hacia la capital del reino. En su despedida, se realizaron actos de honor y la población expresó su gratitud hacia estos militares fieles.
Para asegurar la provincia, se establecieron compañías de seguridad integradas por oficiales excedentes o retirados, con el propósito de ser una fuerza activa cercana a los puntos de posible levantamiento, y así asegurar la seguridad de los campos y propiedades.
El 27 de abril se celebró en Badajoz el cumpleaños de la reina gobernadora. Se realizaron diversos actos solemnes y desfiles militares, demostrando la organización y disciplina de las tropas.
En mayo de 1835, se ordenó el alistamiento para formar compañías o batallones provisionales de Tiradores Urbanos en Extremadura.
En julio, dos batallones de Tiradores Urbanos de la baja Extremadura se reunieron en su campo de instrucción entre Don Benito y Villanueva de la Serena.
En agosto, otro batallón se reunió en Montijo y Puebla de la Calzada.
La fuerza total ascendía a mil trescientas plazas, incluidas tres compañías que operaban en la línea de la Mancha.
Tras el surgimiento de Juntas en el verano de 1835, que provocaron un cambio de gobierno, en septiembre se renombró en Badajoz la Milicia Urbana Leales como Milicia Nacional.
En octubre, el gobierno estableció que las milicias locales se denominaran Guardia Nacional.
En octubre, en Extremadura, se ordenó la formación de tres nuevos batallones ligeros de voluntarios de Extremadura, además del batallón ligero ya existente. La Guardia Nacional se dividió en Guardia de Operaciones y Guardia de Reserva, destacando los batallones de tiradores y escuadrones móviles.
En noviembre, el gobierno decretó la movilización de 100,000 hombres en todo el país para intentar acabar con la guerra. En Badajoz, se formaron dos batallones de cazadores de la Guardia Nacional, que comenzaron sus ejercicios de instrucción el 8 de noviembre.
El 10 de noviembre, el primer batallón ligero de voluntarios de Extremadura llegó a Leganés. También se formó el batallón extremeño de Cazadores de la Reina Gobernadora, seleccionando a los más robustos y altos entre los quintos movilizados. Estos comenzaron a salir hacia Madrid en pelotones y el 11 de diciembre, los últimos partieron de Badajoz.
La intensa actividad militar en Badajoz fue descrita así en diciembre de 1835 por un testigo:
“Hermoso es pasear la muralla de esta plaza desde la puerta del Pilar a la de Palmas, allí solo se ve una actividad extraordinaria en preparativos de guerra, allí todo es terror para los malvados. Compañías de voluntarios de Extremadura reciben instrucción en las explanadas de las murallas, una multitud de tambores y cornetas están aprendiendo y ensayándose en los guerreros instrumentos, el campo contiguo de Santo Domingo está cubierto de quintos acostumbrando sus cuerpos al aire marcial que debe distinguir en Europa a los españoles, aun lado la plaza de toros en que el regimiento de la Reina doma hermosos potros para el ejército; y, al otro, el gran parque de artillería recibiendo fusiles que por Portugal manda Inglaterra y cien artífices trabajando infatigablemente en equipos de guerra. Dos mil fusiles se han recibido en estos últimos días; y, en muy breve, estarán construidas quinientas lanzas, las fraguas arden constantemente y Badajoz, por aquella parte de la muralla parece la mansión de Vulcano; Tal actividad sostiene el señor Marqués de Rodil en los aprestos militares”.