El neosacerdote de Cefalù, Antonio Lo Duca,en 1516, regresó a Sicilia, con el encargo de enseñar música y canto coral a los clérigos en Palermo. La sede de sus clases era una iglesia antiquísima cerrada al culto tras el ábside de la catedral. En una lección, Mons. Bellorosso, Vicario General, y otros canónigos presentes, notaron tras el polvo que había historia de ángeles en el muro de la derecha del altar mayor, frescos seguramente tardomedievales, lo que suscitó un movimiento devocional y la erección de la cofradía de los Siete Arcángeles, imperial, porque el primer inscrito fue Carlos V. Al año siguiente, 1517, nuestro clérigo músico decidió marchar a Roma para verificar si allí había iglesia o capilla con este título. Ejerciendo de capellán del Cardenal Del Monte, éste le contó que el Papa Sixto IV en 1471 había hecho llamar al convento de San Pietro in Montorio a un franciscano portugués, el Beato Amodeo da Sylva como confesor, que en su “Apocalysis Nova” nom...