Hace 100 años, en 1920 y en el Parque de María Luisa un guarda multaba a Alfonso XIII por pisar unas flores en un parterre de la entonces enconstrucción Plaza de América. El rey pagó la multa que le impuso el empleado municipal y le felicitó por su comportamiento.
Mucho antes, allá por 1906, un municipal muy celoso de sus funciones, pero que desconocía al rey, invita a éste recisamente a dejar paso a su muy joven y regia persona.
La fotografía pubicada en el diario ABC muestra al rey visitando las obras de ensanche en el Barrio de SantaCruz, esquina Calle del Agua con Plaza de Alfaro, donde entonces,tras lacesión hecha por el rey de parte de lahuerta del Alcázar, se estaban haciendo los Jardines deMurillo. Fue derrivada parte de la Muralla o Muro del Agua, origen del nombre dlcallejón, por medio de la cual llegaba hasta el Alcázar el agua procedentedelos Caños de Carmona, entrando en la ciudad por la Puerta de Carmona, junto al Convento de San Agustín. Así describía ABC el suceso:
“Es hora de las definiciones. Hay que estar con el rey o contra el rey“.
Se fue fraguando el Pacto de San Sebastián del 17 de agosto de 1930, con la suma del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores en octubre. Se convoca huelga general que fue acompañada de militar para meter a “la Monarquía en los archivos de la Historia“ y establecer el nuevo régimen de “la República sobre la base de la soberanía nacional representada en una Asamblea Constituyente”. Hoy como ayer: ¡Viva España con honra! ¡Viva la República! se pronunciaba el Manifiesto revolucionario de diciembre 1930.
El manifiesto, firmado por Marañón, Ortega y Gasset y Pérez de Ayala iba dirigido a los intelectuales que creaban la Agrupación al Servicio de la República. El Manifiesto decía:
“Cuando llegan tiempos de crisis profunda, en que, rota o caduca toda normalidad, van a decidirse los nuevos destinos nacionales, es obligatorio para todos salir de su profesión y ponerse sin reservas al servicio de la necesidad pública”.
Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset y Pérez de Ayala se propusieron movilizar a “un copioso contingente de propagandistas y defensores de la República española”,haciendo un llamamiento a “todo el profesorado y magisterio, a los escritores y artistas, a los médicos, ingenieros, arquitectos y técnicos de toda clase, a los abogados, notarios y demás hombres de ley”, y de forma especial a la juventud.
El periódico El Socialista, el 15 abril de 1931, informa a sus lectores:
“Ayer se proclamó la República en España. El pueblo se entregó a manifestaciones delirantes de entusiasmo. ¡Viva España con honra y sin Borbones!”
Anunciaba igualmente la composición del Gobierno provisional, formado por los firmantes del manifiesto revolucionario de diciembre:
- Presidencia, Niceto Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana)
- Estado, Alejandro Lerroux (Republicano Radical)
- Gracia y Justicia, Fernando de los Ríos (PSOE)
- Guerra, Manuel Azaña (Acción Republicana)
- Marina, Santiago Casares Quiroga (Federación Republicana Gallega)
- Gobernación, Miguel Maura (Republicano Conservador)
- Fomento, Álvaro de Albornoz; (Republicano Radical Socialista)
- Trabajo y Previsión Social, Francisco Largo Caballero (PSOE).
- Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo (Republicano Radical Socialista)
- Economía Nacional, Luis Nicolau d'Olwer (Acción Catalana)
- Hacienda, Indalecio Prieto (PSOE)
- Comunicaciones, Diego Martínez Barrio (Republicano Radical).
- “Hay que constituir un gobierno de fuerza, implantar la censura y resistir”, esta era la postura del ministro de Fomento Juan de la Cierva, apoyado por el conde de Bugallal y el marqués de Alhucemas.
- El resto lo encabezaba el conde de Romanones, estos pensaban que estaba todo perdido.
El director de la Guardia Civil proclamó su adhesión a la República, ya tenía un Gobierno Provisional.
Eibar fue la primera ciudad donde se izó bandera tricolor. El rey comenzaba su exilio y Alcalá Zamora, Azaña y el resto de los que serían nuevos ministros entraban en el ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol dando nacimiento a la Segunda República.
El día 14 de abril se dictó el primer decreto por el Comité Político de la República:
“El Gobierno provisional de la República ha tomado el Poder sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna, es el pueblo quien le ha elevado a la posición en que se halla, y es él quien en toda España le rinde acatamiento e inviste de autoridad” En virtud del decreto, el presidente del gobierno provisional de la República, asumía la jefatura del Estado “con el asentimiento expreso de las fuerzas políticas triunfantes y de la voluntad popular”.
Fue designado para el cargo de Presidente del Gobierno provisional de la República Niceto Alcalá Zamora y Torres.
El Gobierno provisional recibía sus poderes de la voluntad nacional. Manifestó que:
“dado el origen democrático de su poder y en razón de la responsabilidad en que deben moverse los órganos del Estado, someterá su actuación colegiada e individual al discernimiento y sanción de las Cortes Constituyentes”.
El Gobierno toma como norma depuradora de la estructura del Estadoen defensa del interés público, someter a juicio de responsabilidad, los actos de gestión y autoridad que estaban pendientes de examen, desde la disolución del Parlamento en 1923; y abrir expediente de revisión en los órganos oficiales, civiles y militares, para que no resultase consagrada la prevaricación ni acatada la arbitrariedad, “habitual en el régimen que termina”.
El Gobierno provisional respetó la conciencia individual mediante la libertad de creencias y cultos, “sin que el Estado en momento alguno pueda pedir al ciudadano revelación de sus convicciones religiosas”; libertad personal y los derechos ciudadanos, aspirando a ensancharlos, adoptando garantías de amparo.
El Gobierno provisional declaraba que garantizaba por ley, la propiedad privada, que “no podrá ser expropiada, sino por causa de utilidad pública y previa la indemnización correspondiente”.
El Gobierno reconocía que el derecho agrario debía responder a la función social de la tierra.
El presidente del Gobierno provisional, decretaba “la más amplia amnistía de todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cual fuere el estado en que se encuentre el proceso, incluso los ya fallados definitivamente, y la jurisdicción a que estuvieren sometidos”.
Se decretó fiesta nacional el 14 de abril y como bandera nacional se adoptó la tricolor por mediante decreto del 27 de abril publicado en Gaceta número 118, del 28 de abril.
Con la proclamación de la II República en abril de 1931 se abrían inmensas perspectivas de cambios políticos, económicos y sociales, se pretendían reformas políticas, un cambio profundo en las estructuras sociales, económicas y culturales.
Estas fueron las palabras que pronunciara Alfonso XIII desde el exilio:
“Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo... Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación, suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España”.
Sale de España tras conocer los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Los resultados dieron el triunfo a las candidaturas “republicano-socialistas” en 41 de las 50 capitales de provincia.
Madrid se echó a lacalle cuando se comenzaron a conocer los resultados, para proclamar la República.
Antonio Machado declamó por la llegada de la República.
“Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano“.
En el breve espacio de 36 horas el reinado de Alfonso XIII concluyó en un proceso rápido, incruento, imprevisto, ?límpio?.... La monarquía como régimen se entendió en la época como incompatible con un régimen democrático, el sistema de República se postuló como la única alternativa de futuro, incluso entre los monárquicos que abandonaron al rey.
El radicalismo de Largo Caballero que enardeció a las izquierdas provocaron un clima insostenible de terror, hambre, miseria, anarquía, era necesario poner fin a todo el pillaje, desordenes, violaciones, quemas de iglesias y conventos, terrorismo personalista que actuaba a bocajarro contra particulares incluso, el clima se fue enrareciendo hasta el día 18 de Julio de 1936, día del Alzamiento Nacional.