El 31
de mayo de 1929 muere Aníbal González Álvarez-Osorio (1875-1929), habiendo sido el más ilustre de los
arquitectos de Sevilla.
Fue autor de la Plaza
de España entre otros muchos edificios que luce y/o lucía la ciudad de Sevilla.
Estudió Arquitectura en Madrid y en 1911 fue
elegido para dirigir las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Por desacuerdos con el Comisario de la Exposición dimitió en 1926. Muere tres años después, a los 53 años.
Murió en la pobreza, con muchas deudas e incluso se hizo una colecta
popular para que su viuda pudiera tener una casa en la que vivir. Los genios son así, lo dan todo, son admirados y envidiados en su y con cierta frecuencia no terminan en la opulencia sino en la práctica indigencia porque la perfidia humana hace que la envidia se enseñoree del humano y ponga zancadillas en vez de reconocer el talento y la valía de las personas a quienes más hay que agradecer.
Aunque su trabajo como arquitecto se centró en las obras de la
Exposición de 1929, igualmente diseñó asilos,
casas particulares, fábricas,
edificios de viviendas, hoteles, teatros, casinos y algún panteón.