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Sobre la labor legislativa, institucional y sindical del régimen personalista de Franco

 




Cuando todo está por pisotear la historia de Franco, el periodo entero que va desde que termina de Guerra Civil hasta la muerte del Generalísimo de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire; y cuando el éxodo del campo a las excesivamente populosas ciudades alcanza niveles de despoblación total hasa convertir los pueblos en aldeas, pedanía, pueblos fantasmas, surge la cuestión de por qué el español no es un poco listo o simplemente aplicado y no le da por mirar unos pocos años atras en la historia de nuestra Nación, en la historia de España que construyera Franco, nos estamos refiriendo a cómo era en esos años el campo y qué supuso la reforma agraria.

Uno de los aspectos que menos han sido destacados y dignificados del régimen personalista de Franco, que no dictadura porque las dictaduras son otra cosa, es el sindicalismo agrario en el régimen que poseía un carácter vanguardista y que miraba al agricultor con lealtad y paternalismo, proteccionismo, tanto hacia el agricultor como hacia el ganadero.

El 30 de enero de 1938 se pone al frente del ministerio de agricultura el falangista Raimundo Fernández Cuesta, estamos en la constitución del primer gobierno de Franco, desde entonces fueron constantes y novedosas 

  • las legislaciones de representatividad sindical, 
  • defensa del crédito agrícola 
  • y derechos sociales para el campo.


En 1940-1941 España pasaba por una cruda realidad heredada de la gestión socialcomunista frentepopulista. Hambre sin precedentes y dura crisis económica que fueron ocasionadas por la ruina económica instaurada por el bando frentepopulista, el mismo que protagonizó el latrocinio del oro del Banco de España, el mismo responsable de que los ciudadanos muriesen de hambre en plena calle; y el patrocinador de grandes expropiaciones desde febrero del año 1936 hasta abril del año 1939. 

Esta tremenda, terrible y anárquica situación llevó a parte del ejército de España a replantearse la situación, un grupo de élite eligió a joven general Francisco Franco Bahamondes a ponerse al frente de un pronunciamiento contra la anarquía y los abusos imperantes. De todas formas había república por simple y llano pucherazo, así que lo que se imponía era restablecer la paz. En principio no se trataba de debatirse entre la forma de gobierno, monarquía o república, se trataba de instaurar un régimen provisional que restableciese el orden y llevase la situación al momento anterior al pucherazo de los republicanos del frente popular. 

La lucha contra la infame situación lleva al Generalísimo Franco, ya en el Gobierno de la Nación, a revitalizar el campo y la ganadería, fuentes primarias de abastecimiento de una España desolada, aislada internacionalmente al no tomar partido en la contienda bélica que constituyó la 2ª Guerra Mundial.

España tenía que ser autarquica, suficiente, autosuficiente porque además era una, grande y libre, lo tenía que demostrar. Y lo demostró. Era necesario atender y satisfacer las necesidades de los españoles y Franco lo consiguió. España estaba cercada y también vetada, aunque a Franco todos lo reconocieron como un estadista de primera, pero las que se llamaban a sí mismas naciones democráticas, aquellas que participaron en la 2ª Guerra Mundial, a aquellas a las que Franco no se alió porque España ya había tenido bastante, habían dado la espalda, ninguneado a España.


No cabían lujos, había que conseguir a toda costa la recuperación y para ello se estableció el “racionamiento” de alimentos, algo que duró hasta el año 1952, una vez que consiguió terminar con el hambre en España. El éxito de esta política llega ya en la segunda mitad de la década de los años 40 del siglo XX, desaparecía así el mal endémico que aumentó peraltándolo de forma exponencial la II República, tanta fama que el imperante y amarillista "buenismo" le ha granjeado, ella, la República era la responsable del hambra, terror, anarquía que se había instalado en España antes del 18 de Julio de 1936. El hambre no venía sola, sino que tenía anexas distintas enfermedades: gripe, tisis o tuberculosis fueron las protagonistas.

En la tarea de recuperación nacional con el régimen personalista de Franco Bahamondes, el sindicalismo agrario y cooperativista jugó un papel esencial dignificando socialmente al agricultor, poniendo en valor su significación a la vez que animaba su imprescindible en favor del progreso de España.

El cooperativismo agrario crea secciones sindicales de cooperación para la compra-venta de 

  • factores de producción; 
  • de maquinaria; 
  • de concesión de crédito sin usura; 
  • de comercialización de cosechas y de abonos químicos modernos. 
Gracias a las secciones sindicales mencionadas se difundieron nuevas técnicas de fertilización en España; y, millones de productores y de jornaleros, -gracias a ellas-, hasta entonces sin pensión garantizada ni derecho a jubilación, empiezan a cotizar y a tener cobertura en la incipiente Seguridad Social, al frente de este proyecto de la Seguriddad Social estuvo José Antonio Girón de Velasco, ministro de Trabajo.

Sindicato Vertical

La Organización Sindical Agraria encarnaba la representatividad agraria que se basaba en una organización corporativa unitaria y dependiente de la Delegación Nacional de Sindicatos, amparada por la Ley de 23 de septiembre de 1939. 

Surgen a nivel local las “Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos”, mientras que a nivel provincial están las “Cámaras sindicales agrarias”; y ya a nivel nacional la “ Hermandad Nacional de Labradores y Ganaderos”. 

En 1940 se decreta

  • la ley de “Unidad Sindical” 
  • la ley de “Bases de la Organización Sindical”. 

En el mes de Septiembre de 1941 surgen las “Hermandades Sindicales”. 

 


Éste marco normativo permitió desplegar la labor del “Instituto Nacional de Colonización”, entidad mediante la cual Franco erige hasta 1975 más de 300 nuevos pueblos en millones de hectáreas de regadíos (en 1975 eran en toda España 2.700.000)  muy fértiles que serían cultivadas por los habitantes de estas zonas que tuvieron el derecho a permanecer en su tierra y no tener que emigrar para buscar trabajo a otras regiones de España ni al extranjero, gracias a la labor sindicalista que había proyectado el general Franco.

Para el ámbito agrícola existía un Seguro Especial Agrario que servía a todos los agricultores.

Se promovía la afiliación de los trabajadores agrícolas a la Seguridad Social desde 

  • las Hermandades Locales 
  • y la organización sindical vertical.

Era la primera vez en la historia que en España se animaba a agricultores y ganaderos a entrar en la Seguridad Social para garantizarles dignas pensiones de jubilación y también cobertura sanitaria. Ahora los sindicatos no eran de clase sino de los trabajadores.

La ley de “Cooperación”, 1942, consigue que en 1955 el número de cooperativas sindicales sea, hasta entonces, el mayor de la historia de España; y es superada por la ley de Cooperativas de 1974 que moderniza la anterior. 

Desde 1945 se empiezan a usar en el campo tractores, que en el año 1975 ya sumaban medio millón. Además se moderniza el regadíos y las infraestructuras por medio del primer PLAN DE DESARROLLO y por la política hidráulica que conectó cuencas hídricas y creó 515 embalses.

El proceso de crédito agrícola y social crea las Cajas Rurales para conceder liquidez a las familias de trabajadores del ámbito rural en proyectos tanto laborales como personales, lo que se ve mejorado por la creación en 1957 de la “Caja Rural Nacional” que viene a agrupar a todas las Cajas Rurales, actuando como entidad de representación y de ayuda mutua que se erige como una cooperativa de crédito agrícola vanguardista para todo el territorio nacional. Sirvió para hacer realidad lo que el antiguo Servicio de Crédito Agrícola no había podido lograr, es decir, que en cada pueblo de España hubiese una entidad para atender las necesidades específicas de los más humildes.

Con todo lo expuesto se llega a la conclusión de que el tan vituperado Francisco Franco por los socialcomunistas desde que perdieron la guerra hasta nuestros días mismamente, no era más que un estupendo estadista que levantó a España del hoyo en la que la habían dejado los republicanos socialcomunistas del llamado frente popular, al frente de los cuales Largo Caballero se convirtió en un personaje deplorable y sanguinario del que sienten vergüenza los socialistas de pro.

Esta labor legislativa, institucional y sindical del régimen personalista de Franco no sólo se centró en el campo sino también en la industria, realizando conquistas sociales desde el poder, sin necesidad de revueltas ni manifestaciones ni escándalos, lo hizo el jefe del Estado enterrando la lucha de clases y haciendo llegar la justicia social a todos los españoles. Ya podían tomar ejemplo los estadistas contemporáneos.


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