Fue descubierta por Marcelino Sanz de Sautuola que sugirió y promovió el origen prehistórico de las pinturas; y pablicó su investigación con el apoyo de Juan Vilanova y Piera en 1880. Se produjo una amarga controversia entre los expertos que continuó hasta 1902, porque se habían acumulado informes de hallazgos de pinturas prehistóricas similares en la región. La evidencia ya no podía ser rechazada.
Altamira está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como elemento principal del Arte Rupestre Paleolítico del Norte de España.
Tiene unos 1000 metros de largo con pasajes y cámaras serpenteantes, variando el pasaje principal de dos a seis metros de altura. La cueva se origina como consecuencia de derrumbes kársticos de las rocas calcáreas del monte Vispieres.
Las excavaciones arqueológicas dieron como resultado el hallazgo de ricos depósitos de utensilios del Paleolítico o Edad de la Piedra, concretamente Alto Solutreano, -18.500 años; y del Magdaleniense Inferior, entre -16.500 y -14.000 años.
Es ocupada por humanos en dos ocasiones mediando varios milenios pero con anterioridad estuvo ocupada por animales no humanos, animales salvajes.
Los humanos ocupantes del sitio estaban bien posicionados, su posición era estratégica, para aprovechar la rica vida silvestre de los valles de las montañas circundantes y la vida marina disponible en las cercanas áreas costeras.
Hace unos 13.000 años, un desprendimiento de rocas
selló la entrada de la cueva, así quedó, cerrada, preservando su
contenido hasta su descubrimiento eventual, que sucedió tras la caída de
un árbol cercano.
Pero la ocupación humana se había limitado
en las dos ocasiones a la boca de la cueva, no obstante se hicieron
pinturas a lo largo de toda la cueva. Los autores de las pinturas
utilizaron carbón y ocre o hematita, crean la pintura diluyendo los
pigmentos utilizando distintas medidas para producir variaciones de
intensidad y también creando impresión de claroscuro.
Explotaron
los contornos naturales de las paredes de la cueva con lo que consiguen
dar a los animales que pintan un efecto tridimensional. Destaca el
impresionante techo policromo que representa una manada de bisontes de
estepa hoy día extintos, son los denominados bison priscus, que pintan en diferentes poses; se suman dos caballos, también una cierva grande y posiblemente un jabalí.
Datadas las pinturas en una ocupación en el Magdaleniense, incluyen formas abstractas y temas animales.
Las
pinturas del Solutrenses incluyen caballos y cabras, huellas de manos,
que pintan colocando sus manos en la pared de la cueva y soplando el
pigmento sobre ellas dejando de esta forma una imagen en negativo. Otras
numerosas cuevas del Norte de España tienen arte paleolítico, pero
ninguna de sus pinturas es tan compleja ni tan poblada como la Cueva de
Altamira.
Marcelino Sanz de Sautuola, arqueólogo
aficionado, en 1879, encuentra casualmnente la cueva, fue guiado al
sitio por su hija María, de ocho años, para ver los dibujos y
posteriormente la excavaría junto con el arqueólogo de la Universidad de
Madrid Juan Vilanova y Piera, dando este trabajo como resultado una
publicación muy aclamada en el año 1880 que interpretó las pinturas como
de origen paleolítico.
Los franceses, dirigidos por Gabriel de
Mortillet y Emile Cartailhac, fueron inflexibles rechazandp la
hipótesis de Sautuola y Piera, sus hallazgos son ridiculizados en voz
alta en el Congreso Prehistórico de 1880 en Lisboa. Se ponía en tela
dejuicio su antigüedad por la suprema calidad artística y por el
excepcional estado de conservación de aquellas pinturas. Sautuola
incluso fue acusado de falsificación, al no poder responder por qué no
había hollín, marcas de humo, en las paredes y los techos de la cueva.
Incluso
alguién se atrevió a afirmar que las pinturas habían sido realizadas
por orden de Sautuola por un artista contemporáneo.
Más tarde,
Marcelino Sanz de Sautuola descubrió que el autor de las pinturas podría
haber usado grasa de tuétano como aceite para encender lámparas en la
Cueva, hachas, antorchas, produciendo mucho menos hollín que cualquier
otro combustible.
En 1902 la aparición de otros hallazgos de
pinturas prehistóricas sirvieron para hacer pensar que la hipótesis de
la extrema antigüedad de las pinturas de Altamira no era tan
descabellada, entonces la sociedad científica, sobre todo el ala
francesa, hubo de retractarse de sus posiciones frente a los españoles.
Emile Cartailhac admitió su error en el famoso artículo "Mea culpa d'un
sceptique", que publicó en la revista L'Anthropologie. Sautuola, había
muerto 14 años antes.
En 2008, los investigadores que usaron
la datación de uranio-torio obtuvieron como resultado que las pinturas
se realizaron durante un período de unos 20.000 años, no se hicieron
durante un breve espacio de tiempo.
Estudios posteriores,
publicados en 2012, basados en nuevas investigaciones de datación con
uranio-torio, fecharon algunas pinturas de varias cuevas del Norte de
España, incluidos algunos de los signos de la "Gran sala" de Altamira.
Estos estudios concluyeron que los primeros trabajos pictóricos de
Altamira pertenecieron a la cultura auriñaciense, 35.600 años, en el
comienzo de la ocupación humana del Norte de España por los humanos
modernos. Estos dibujos podrían haber sido realizados por neandertales y
no por homo sapiens, como se suponía hasta el momento.
Durante
las décadas de 1960 - 1970, el dióxido de carbono de la respiración de
los visitantes dañó las pinturas y Altamira se cerró al público en 1977,
reabriéndose pero con acceso muy limitado, a muy pocos visitantes al
día, en 1982. Las listas de espera para visitar la cueva alcanzaron los
tres años.
De nuevo se cerraron al público después de que moho
verde empezara a aparecer en algunas pinturas en el año 2002. Entonces
la solución consistió en realizar una réplica exacta de la cueva y un
museo, que fueron construidos cerca de la cueva y fueron terminados en
2001 por Manuel Franquelo y Sven Nebel.
La réplica permite ver
más cómodamente las pinturas policromadas del salón principal y una
selección de obras menores, incluyendo igualmente algunas esculturas de
rostros humanos de los supuestos pobladores que no son visitables en la
cueva real.
Además del Museo Nacional y Centro de Investigación
de Altamira, están las reproducciones del Museo Arqueológico Nacional de
España, en el Deutsches Museum de Múnich, que se terminó en 1964; y en
Japón, terminado en 1993.