La revuelta de los Comuneros, en la España convulsa de principios del siglo XVI, contó con la resistencia de una mujer resistió tenaz en esta revuelta que fue una de las más conocida de la historia de Castilla. Pierde a su esposo en la batalla contra el rey extranjero Carlos de Habsburgo, María siendo fiel a sus ideas siguió luchando hasta perderlo todo.
Ella pertenecía a una familias de renombre, era hija del Marqués de Mondéjar y Conde de Tendilla, Iñigo López de Mendoza y de Francisca Pacheco, hija del Marqués de Villena. Tomó el apellido materno para diferenciarse de dos hermanas suyas que tenan su mismo nombre.
Vive en Granada su infancia, rodeada de arte y cultura, siendo educada al igual que sus hermanos en el humanismo renacentista, cultivando latín, letras, griego, historia, matemáticas, etc.
Su padre concertó su matrimonio con Juan Padilla y ella se enfadó al enterarse, muy profundamente con su padre. Juan de Padilla había nacido en Toledo, también noble pero ella lo consideraba inferior a su rango. En la mente del Marqués de Mondéjar que realizara el acuerdo matrimonial estaba el sellar alianza con el Comendador mayor de Calatrava, tío de Juan. En la documentación se la menciona a ella como doña mientras que a su esposo se le nombra por su nombre de pila. A cambio de una dote de cuatro millones y medio de maravedíes ha de hacer renuncia expresa a la herencia de su padre. Pero, aunque al principio María vió con reticencias este matrimonio, los jóvenes se llevaron bien y luchó por el matrimonio al igual que por sus ideas y contra las injusticias de su época.
Estamos en los primeros años del XVI, Isabel La Católica muere en 1504, su hija, llamada La Loca, Juana I de Castilla, fue acosada y ninguneada, encerrada e inhabilitada para el ejercicio de su poder, aun cuando estaba sana. El padre de Juana, Fernando El Católico, había mantenido una tensa calma entre los reinos hispanos, pero a su muerte en 1516, su nieto, hijo de la reina Juana y Felipe llamado El Hermoso, Carlos de Habsburgo, el que sería Carlos I de España y V de Alemania, heredaba todos los reinos peninsulares con la excepción de Portugal y el territorio de ultramar. De su padre Carlos había heredado todos los reinos Habsburgo y se disponía a ser nombrado emperador, lo que significaba que aglutinaba bajo su corona un inmenso imperio. Carlos se había educado en la corte de Flandes, con su tía Margarita de Austria, no hablaba español, tampoco conocía las costumbres de los reinos que ahora tenía que gobernar. Para los españoles era un rey estraño que en 1517 pisaba tierras españolas con toda su corte borgoñona, la gente pensó en que podía ser una amenaza por la nobleza local.
Realmente algo de cierto había porque los altos cargos gubernativos y prevendas se encomendaron a los flamencos.
Los nobles, incómodos, defensores de las Cortes de Castilla se levantaronn contra Carlos I.
Todo sucede paralelo a la muerte del padre de Juan, Pedro López de Padilla. Toma el cargo de Capitán de las gentes de armas y se traslada con María a Toledo. Estamos en 1520, año en que Juan toma parte activa en la rebelión de las comunidades, al parecer instigado por su esposa, mujer temperamental, mientras a él se lo conocía como hombre pacífico. El mismo año queda constituida la Santa Junta en Ávila, Juan de Padilla es nombrado capitán general de las tropas comuneras, ejército que luchó durante contra las tropas de Carlos I muchos meses.
La intención de lass Comunidades de Castilla era expulsar al nuevo rey, alegaban que ya existía una legítima soberana, que era la reina Juana que estaba recluida en Tordesillas por causa de su supuesta locura.
El intento de poner a Juana I de Castilla de su lado no funcionó y los comuneros son derrotados en una batalla tras otra. El día 23 de abril de 1521 las tropas comuneras eran aplastadas definitivamente por el ejército real.
Juan fue hecho prisionero en Villalar, el dái 24, junto a otros dos dirigentes comuneros que fueron Juan Bravo y Francisco Maldonado. Juan Pacheco es ejecutado. Pero entonces su viuda lejos de abandonar la causa, resistió nueve meses más en Toledo, que fue la última ciudad que capituló ante el rey Carlos I. María huye a Portugal y, exceptuada del perdón general, fue condenada en 1524 a muerte en rebeldía. Con semejante condena la última comunera hubo de vivir de la caridad, en Portugal, hasta su muerte, a pesar de que intentó mediar parte de su familia ante el Emperador, este nunca le concedió el perdón a María Pacheco y no pudo cumplir su última voluntad de ser enterrada junto a su marido en Villalar. Sus restos reposan en la catedral de Oporto.