Los Shicras desempeñaron un papel fundamental como sistema de amortiguación en Caral-Supe, una de las civilizaciones más antiguas de América. Su principal objetivo era salvaguardar las estructuras ante las fuerzas destructivas de los terremotos, eventos sísmicos frecuentes en la región debido a su ubicación en los límites de las placas tectónicas.
Estos artefactos, elaborados tejiendo cestas con fibras vegetales como algodón u otros materiales de origen vegetal, se llenaban de piedras para crear estructuras compactas y flexibles. La efectividad del shicra en la resistencia a los terremotos radica en su flexibilidad inherente. Durante un sismo, las piedras contenidas en las cestas se movían y desplazaban, absorbiendo y disipando la energía sísmica. Este proceso impedía que los edificios experimentaran un estrés estructural excesivo, reduciendo significativamente el riesgo de colapso.
Con más de 5.000 años de antigüedad, el uso de shicras se posiciona como una de las primeras técnicas antisísmicas conocidas en el mundo, precediendo a la célebre civilización inca por varios milenios. Las excavaciones arqueológicas en Caral-Supe han desenterrado ejemplos de estos shicras, proporcionando valiosas perspectivas sobre la habilidad ingenieril de esta antigua civilización.
Aunque los shicras ya no se emplean en la construcción contemporánea debido a los avances en ingeniería sísmica, su importancia histórica persiste. Sirven como un testimonio elocuente de la innovación y adaptabilidad de las culturas antiguas frente a los desafíos naturales.
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