El hallazgo de una vasija que estaba tapada por un cráneo desvelaría un lugar neolítico mágico y con prácticas de posible caníbalismo en una cueva de Cádiz. La Dehesilla es por ello uno de los yacimientos
más importantes en las investigaciones sobre la cultura de los habitantes de la península Ibérica desde hace 7.000 años.
Otros investigadores en base a sus estudios arqueológicos, distintos a este caso, tales como el mismo García Rivero, señalaban prácticas de canibalismo ritual en diversos yacimientos neolíticos. El catedrático de Antropología Física de la Universidad de Granada, Miguel Botella, afirma que el canibalismo “era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa”. Restos de estas actividades habrían sido hallados en el sur de España, como los de los yacimientos de Azuelas, Carigüela, Honda, Malalmuerzo, Mayólicas, Tontas, El Toro (provincia de Málaga).
Vasija tapada por una bóveda craneal hallada en la Cueva de la Dehesilla como parte de un ritual neolítico.
En la bóveda del cráneo humano encontrado se observan marcas de cortes intencionados, fue utilizado como tapadera de una vasija de cerámica que se encontró vacía y que fue ocultada con piedras que soportan una roca de mayores dimensiones.
Este hallazgo ha permitido descubrir y reconstruir un episodio extraordinario de la historia de hace 7.000 años.
El yacimiento está en la Cueva de la Dehesilla, en la serranía de Cádiz, allí trabaja el equipo del arqueólogo de la Universidad de Sevilla, Daniel García Rivero, desde hace seis años.
El descubrimiento aporta más luz a lo que se conoce de la cultura del Neolítico Antiguo en nuestra Península Ibérica, estamos ante restos en un lugar ritual único, excepcional, utilizado contra las fuerzas malignas que pudo haber incluido, según este equipo de arqueólogoa, prácticas caníbales.
Este trabajo lo realiza García Rivero con el patrocinio del Ministerio de Ciencia e Innovación así como de las universidades de Sevilla y de Coimbra, junto a un equipo de especialistas de estas y de otras universidades, como las de Oviedo y Valencia.
En el mismo sitio, se descubrió el enclave denominado Locus 2, una mujer trepanada y decapitada que se localizaba junto a un hombre, la datación se estima entre los años 4800 y el 4500 a.C., en este entorno y en este periodo las inhumaciones más comunes eran individuales. Los resultados de la investigación fueron publicados en Plos One, permitiendo adivinar la relevancia de este yacimiento gaditano.
Recientemente se ha publicado en Documenta Praehistorica otro excepcional hallazgo en el sitio Locus 1 que permite situar el sitio arqueológico como uno de los yacimientos de mayor importancia del Neolítico.
El cráneo, la bóveda craneal, tiene una datación estimada entre el 5222 y el 5036 a.C. y pertenecería a un hombre adulto de unos 45 años.
En Locus 1 se hallaron distintos restos, todos muy fragmentarios, correspondientes a un menor y a varias mujeres, siendo lo más relevante la vasija vacía tapada con el cráneo humano y oculta mediante piedras.
En el entorno también se encontraron material cerámico, de sílex, restos de plantas y de animales, entre ellos una concha de náyade, un molusco bivalvo acuático que es habitual en los contextos funerarios neolíticos. Según García Rivero, la asociación de tesos elementos, especialmente de la vasija cerámica y bóveda craneal, que se hallan cubiertos por rocas con la supuesta intención de ocultarlos y que fueron hallados en la cueva en una zona profunda y también recóndita, confiere significación de escenario ritual único.
Bóveda craneal que tapa la vasija hallada en Locus 1 y detalle del lugar recóndito donde se ubica el hallazgo. Fotos del director de la investigación
Según García Rivero “la bóveda craneal está datada entre los años 5222 y 5036 antes de Cristo. Se corresponde con la de un hombre adulto, viejo, de unos 45 años”, la expectativa de vida media en la época no supera los 40 años; y los restos desvelarían marcas de cortes en la zona de la sien derecha intencionados que se habrían producido en un momento muy cercano a la muerte, pues ay ausencia de señales de regeneración ósea.
Uno de los instrumentos elaborados con sílex presenta huellas de desgaste que habría sido usado con tejidos blandos, posiblemente sobre la carne del cráneo.
La vasija tapada con el cráneo y ocultada con rocas no fue utilizada como utensilio de cocina ni de almacenaje, sino que, probablemente, se hizo exclusivamente con finalidad ritual. Otros fragmentos encontrados de cerámica contienen restos de grasas animales lo que indica que se habrían utilizado para iluminar la cueva, pero en cambio, la vasija que se encuentra tapada con el cráneo y escondida con rocas no tiene resto alguno de residuos orgánicos ni tampoco huellas de uso, lo que se infiere que no fue previamente utilizada como utensilio de cocina ni tampoco de almacenaje, sino que muy posiblemente se hiciera exclusivamente con finalidad ritual.
Los investigadores concluyen que en el marco etnográfico y arqueológico del Neolítico europeo y también del Neolítico del Próximo Oriente, se podría descartar que fuese un ritual en el sentido de trofeo de guerra, “este tipo de deposición suele ser socialmente visible para la población en general, en lugar de llevarse a cabo en un lugar oculto y secreto y una parte remota de una cueva”.
Igualmente se descarta que se trate de un rito fundacional que estuviese relacionado con la ocupación y establecimiento de la población pues “la datación del cráneo es notablemente posterior a la primera evidencia neolítica en la cueva”, pero no descartan que pudiese relacionarse con la incorporación de un grupo nuevo a la población ya existente.
Se piensa que el lugar tiene carácter mágico, por el halo mistérico que lo envuelve, se estima que el lugar alejaría el mal o propiciaría el bien; quizás fuese un sitio para ceremonias simbólicas que pudieron incluir prácticas de canibalismo, es lo que este equipo de arqueólogos deduce en función de la existencia de cortes intencionados en el cráneo. En estas ceremonias podrían haber tenido preseencia destacada los viejos y sabios del lugar.
Dice García Rivero: “Lo más probable es que la vasija tapada con un cráneo simbolice el encierro de elementos sobrenaturales. Lo normal es que la superstición los llevara a pensar en la existencia de fuerzas malignas de las que tenían que defenderse o a las que tenían que disuadir. Pero esta interpretación, sumada a la presencia de marcas en el cráneo y elementos de corte, como el sílex, no descarta que se llevaran también a cabo prácticas caníbales simbólicas, no agresivas, ya que el registro antropológico general del sitio no evidencia señales de violencia”... “en la actualidad, es imposible ofrecer una única reconstrucción firme y deben dejarse abiertos varios escenarios antropológicos que podrían explicar este hallazgo de manera plausible, incluyendo el canibalismo ritual, los ritos relacionados con ancianos o líderes de la población y los cultos a entidades o fuerzas sobrenaturales”...“En cualquier caso y, a la espera de las próximas investigaciones, no
cabe duda de que Cueva de la Dehesilla constituye uno de los enclaves
arqueológicos neolíticos más relevantes de España y que, a lo largo de
los años venideros, ayudará a desvelar el conocimiento sobre las
creencias simbólicas y tradiciones culturales de las primeras
poblaciones campesinas y ganaderas de la península ibérica. Seguramente
el esfuerzo merezca la pena”.
La imagen refleja el equipo de arqueólogos que ha investigado el caso de la Cueva de la Dehesilla, siendo Daniel García Rivero quien aparece al fondo de pie con un pantalón rojo y un casco en la mano.