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Feminismo entre hábitos. Sor Juana Inés de la Cruz: Hombres Necios Que Acusáis

 

Sor Juana Inés de la Cruz representa la intelectualidad y el feminismo en pleno México del siglo XVII. Fue monja, erudita y poeta; afirmándose como una de las primeras feministas en su literatura y en toda la literatura Occidental. Toma los hábitos a los 16 años y permanece enclaustrada hasta su muerte con 44 años. 

Juana compuso su primer poema con ocho años, fue una niña brillante niño que estudió griego y latín; y además de hablar español, hablaba Náhuatl, la lengua Azteca e incluso escribió poemas en ese idioma.

No pudo asistir a la universidad y se vio forzada a vivir en una sociedad dominada por los hombres, fue admitida en el servicio de la esposa del Virrey de Nueva España y estudió en privado.

Muestra de su obra y carácter la tenemos en:

Hombres Necios Que Acusáis


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.


Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?


Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

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