Victoria Eugenia Julia Ena de Battemberg, reina de España, consorte de Alfonso XIII, madre de D. Juan De Borobón, Conde de Barcelona, la abuela de D. Juan Carlos I y bisabuela de Felipe VI, tatarabuela de la próxima reina de España, Leonor, princesa de Asturias, fue una bellísima dama que vivió en distintos paises como Francia, Italia, Reino Unido y Suiza. Era inglesa, nieta de la reina Victoria y podríamos decir que fue una reina elegida por el pueblo, por aquello del concurso del diario ABC.
En Suiza primeramente vivió en el Hôtel Royal de Lausana y tras la Segunda Guerra Mundial, la reina madre adquirió el palacete de Lausana, flanqueado en su acceso por dos flores de lis, símbolo borbónico, forjadas en bronce, un tranquilo lugar donde pasó los últimos años de su vida y del que apenas salía, aquel lugar era su refugio, creó su mundo allí y de él pocas veces salía, ocasiones como visitar a los príncipes de Mónaco.
La reina de
España en el exilio vivía en L´Avenue de l'Elysée, nº 24, muy cerca del lago Léman, donde se alzaba la Vieille Fontaine, la Vieja Fuente, un palacete en el que residió desde
julio de 1948, el lugar ideal para el descanso tras una azarosa y sufrida vida, no hay que creer que la vida de las reinas es mejor que la de cualquier ciudadano de a pie, el día de su bodo sufren los reyes un atentado y el traje de la reina queda manchado de sangre, infidelidades de su esposo, exilio, muerte de dos de sus siete hijos por hemofilia, las guerras que le tocó vivir...
La futura reina era inglesa y por tanto anglicana, hubo de convertirse al catolicismo antes de casarse.
Un año antes de casarse, en 1905, la entonces princesa Ena, ahijada de Eugenia de Montijo, la emperatriz de los franceses, conoció a Alfonso XIII en una cena en el palacio de Buckingham celebrada en su honor y organizada por su tío, el rey Eduardo VII de Inglaterra. Las primeras palabras del rey hacia ella fueron interesandose por si coleccionaba tarjetas postales, algo que era entonces una tradición de la belle époque entre las grandes cortes europeas, después mantuvieron contacto epistolar, se enamoran y año después del encuentro en Buckingham se casan. Poco después nace el Príncipe de Asturias, Alfonso Pío que nace con hemofilia. El rey tenía gran preocupación con su madre sobre todo a la que no le habían dicho de que su esposa podía ser transmisora de esta enfermedad, aunque el rey lo supo desde el primer momento, no le importó, estaba muy enamorado, decidió seguir adelante con su splanes de matrimonio con Ena. También el último de sus hijos hereda la hemofilia y muere muy joven.
Al parecer el tema de la hemoficia derivó en un distanciamiento entre los esposos, Alfonso XIII tiene varias y conocidas relaciones extramatrimoniales, algo a lo que no le hace falta motivo, los Borbones son así, hay Más de 40 Borbones ilegítimos, el rey tuvo romances con la cupletista vedet Celia Gámez, con la actriz Carmen Ruiz Moragas, con la que tuvo dos hijos, Teresa, fallecida de forma prematura, y Leandro, quien en 2003 consiguió que la Justicia, en una sentencia histórica, le concediera el apellido Borbón.
Cuando Victoria Eugenia vino por última vea a su país tuvo ocasión de visitar la Iglesia de los Jerónimos, donde se casara con Alfonso XIII en 1906, sitio desde el que salió el cortejo nupcial que sufrió un tremendo atentado, el objetivo era matar a los reyes, estuvo a punto de perder la vida, su vestido nupcial quedó manchado de sangre. El terrorismo anarquista de la época, personalista, encarnado en Mateo Morral que activó una bomba que había camuflado en un ramo de flores.
El traje nupcial, diseño de Julia de Herce, fue confeccionado por un equipo de 40 oficiales, sus encajes eran ingleses. Este taller era uno de los grandes talleres de costura de Madrid. El bestido precioso y juvenil, acompañado de las flores de lis, que representan la pertenencia a la Casa de Borbón; y el águila imperial austriaca bordada en el manto de corte, pues era de su suegra, la reina madre, Dña´María Cristina de Absburgo.
El vestido, con arreglos, restaurado porque del atentado le habían quedado varios agujeros, según desveló Caprile, que fue quien lo adaptó para la infanta Cristina de Borbón y Grecia en 1997.
La futura reina era inglesa y por tanto anglicana, hubo de convertirse al catolicismo antes de casarse.
Un año antes de casarse, en 1905, la entonces princesa Ena, ahijada de Eugenia de Montijo, la emperatriz de los franceses, conoció a Alfonso XIII en una cena en el palacio de Buckingham celebrada en su honor y organizada por su tío, el rey Eduardo VII de Inglaterra. Las primeras palabras del rey hacia ella fueron interesandose por si coleccionaba tarjetas postales, algo que era entonces una tradición de la belle époque entre las grandes cortes europeas, después mantuvieron contacto epistolar, se enamoran y año después del encuentro en Buckingham se casan. Poco después nace el Príncipe de Asturias, Alfonso Pío que nace con hemofilia. El rey tenía gran preocupación con su madre sobre todo a la que no le habían dicho de que su esposa podía ser transmisora de esta enfermedad, aunque el rey lo supo desde el primer momento, no le importó, estaba muy enamorado, decidió seguir adelante con su splanes de matrimonio con Ena. También el último de sus hijos hereda la hemofilia y muere muy joven.
La reina con sus hijos, falta uno que fallece de hemofilia
El rey con sus hijos, falta el hijo que fallece de hemofilia
Celia Gámez en 1925
Carmen Ruiz Moragas y el hijo que tuvo con Alfonso XIII, Leandro Ruiz Moragas, a quien la familia real terminó por llamar tío Leandro.
Al parecer el tema de la hemoficia derivó en un distanciamiento entre los esposos, Alfonso XIII tiene varias y conocidas relaciones extramatrimoniales, algo a lo que no le hace falta motivo, los Borbones son así, hay Más de 40 Borbones ilegítimos, el rey tuvo romances con la cupletista vedet Celia Gámez, con la actriz Carmen Ruiz Moragas, con la que tuvo dos hijos, Teresa, fallecida de forma prematura, y Leandro, quien en 2003 consiguió que la Justicia, en una sentencia histórica, le concediera el apellido Borbón.
Cuando Victoria Eugenia vino por última vea a su país tuvo ocasión de visitar la Iglesia de los Jerónimos, donde se casara con Alfonso XIII en 1906, sitio desde el que salió el cortejo nupcial que sufrió un tremendo atentado, el objetivo era matar a los reyes, estuvo a punto de perder la vida, su vestido nupcial quedó manchado de sangre. El terrorismo anarquista de la época, personalista, encarnado en Mateo Morral que activó una bomba que había camuflado en un ramo de flores.
El traje nupcial, diseño de Julia de Herce, fue confeccionado por un equipo de 40 oficiales, sus encajes eran ingleses. Este taller era uno de los grandes talleres de costura de Madrid. El bestido precioso y juvenil, acompañado de las flores de lis, que representan la pertenencia a la Casa de Borbón; y el águila imperial austriaca bordada en el manto de corte, pues era de su suegra, la reina madre, Dña´María Cristina de Absburgo.
El vestido, con arreglos, restaurado porque del atentado le habían quedado varios agujeros, según desveló Caprile, que fue quien lo adaptó para la infanta Cristina de Borbón y Grecia en 1997.
Tras la proclamarse la II República en 1931, la reina vive en el exilio.
Cuando se trata de dinero la gente se pone a pensar a indagar y a lanzar hipótesis, es por esto que existen varias teorías sobre el
origen del capital con el la reina realizara la compra del palacete, entre ellas:
- una de estas teorías sostiene que el capital procedía de una suculenta herencia de una amiga de la reina
- otras teorías indican que la fortuna se reunió con la venta de varias de sus joyas.
En el palacete, bajo una escalera de roble blanco, una pequeña biblioteca, la reina era muy aficionada a la lectura. En el palacio Real de Madrid llegó a acumular más de 1.000 libros. Según su hija Beatriz (memorias escritas por Pilar García Louapre) desde aquí trabajaba Victoria Eugenia por la restauración de la monarquía en España.
El apresurado exilio hizo que dejara en España muchas de sus cosas, algunas las iría recuperando a lo largo del tiempo. Según Luis María Ansón: “La última noche que pasó en palacio, mientras oía a las masas en la plaza de Oriente, metió sus joyas y las de su suegra en una bolsa y las llevó con ella todo el viaje”. Sus joyas eran valiosas, le sirvieron durante el exilio para sufragar necesidades. Al sah de Persia vendió el coral de esmeraldas para la coronación de Farah Diba, salvo la pieza central todo el resto habría pertenecido a Victoria Eugenia.
Entre sus joyas destacan la tiara de Flor de Lis, en platino y diamantes , realizada para su boda por la Casa Ansorena. También poseyó Victoria Eugenia la perla mítica llamada Peregrina, la perla que Felipe II comprara para Isabel de Valois; y perla que llevaron ocho reinas españolas, estaría entre las llamadas joyas de pasar.
La reina era aficionada a la costura, en 1964 posa en sesión fotográfica de Campúa para el diario ABC y en la misma podemos observar fotografías en las que aparece cosiendo, sentada en su sillón o con sus perros, dos teckels. El padre de la Duquesa de Alba, Jimmy Alba, compartía con la reina la afición por esta raza de canes, él era el jefe de la Casa de la Reina, de quien se dice estuvo enamorado y no es de estrañar, la reina era guapa, elegantísima, y su cara expresaba que su cuerpo albergaba un elevado espíritu.
Victoria Eugenia pinta las paredes de Vieille Fontaine de blanco, pone cortinas amarillas y decora al estilo inglés, con muebles de su madre, la princesa inglesa Beatriz, según contara su hija Beatriz, hija de la reina Victoria (una de las 9 que engendrara) el palacete era un trozo de la tierra que la viera nacer y de España, donde se casó, fue reina, tuvo siete hijos y bautizó al futuro Felipe VI, entre otras muchas cosas. Las flores con las que adorna la casa tenían indudable sabor español: claveles, gladiolos, margaritas y mimosas. En las distintas estancias retratos familiares con especial ubicación de un retrato de su marido, Alfonso XIII, de militar. Retratos también de la misma Ena, en la planta baja uno realizado por el húngaro Lázsló. El último retrato para el que posa la reina fue el realizado en 1967 por Ricardo Macarrón (que también retrata a las infantas Beatriz y Cristina, sus hijas).
A veces la visitaban sus hijos y sus nietos, el príncipe Juan Carlos, el que sería después Juan Carlos I de España, la solía visitar pasando tiempo con ella mientras duraba su internado de Friburgo. Y, allí, formalizaría el año 1961 su compromiso con la princesa Sofía de Grecia.
Al parecer Ena de Battemberg, como anfitriona, no tenía precio, españolizando las visitas con un jerez de aperitivo, mientras en la comida gustaba mandar preparar gazpacho o tortilla de papas para ofrecer a sus invitados.
Ena regresa a España tras 37 años en el exilio, en el año 1968, ya muy mayor, la ocasión lo merecía, era la madrina del futuro Felipe VI y al año siguiente, el 15 de abril de 1969, a las 11:18 muere en Suiza la que fuera durante 25 años reina consorte de España.
Le dijo a Luis María Ansón, según declaraciones de éste mismo que:
“Poca gente quiere tanto a España como yo, a pesar de que me recibieron con una bomba y me despidieron destronándome”. Ella, que nació en Balmoral, Escocia y se crió en Windsor, dando ejemplo a muchos españoles de nacimiento...
Pero en realidad nadie la destronó, su marido pensó que si no lo querían, mejor marchar y eso hizo, la pareja real se fue y le dejó paso a la república, que era lo que en aquel momento parece que quería el pueblo. No quería ser rey si España no quería como sistema de gobierno la monarquía. le dijo a Anson, haciendo gala de su sentido del humor tan inglés. Ena, como la llamaban, había nacido en
Tras su muerte, su hijo Juan, D. Juan de Borbón y Battembreg, Conde de Barcelona, el rey que nunca reinó, de luto riguroso, cubrió el cuerpo de su madre con el manto de la Virgen del Pilar.
El biógrafo de don Juan, Luis María Anson, unos 50 años más tarde recordaría que:
“Estaba muy afectado. Se encargó de preparar un féretro de nogal y damasco blanco. A Ena le gustaba mucho ese color. De hecho, su casa, Vieille Fontaine, estaba decorada en tonos blancos y algún toque amarillo. Al funeral acudió toda Europa, porque era nieta de Victoria de Inglaterra, la monarca que reinó durante 63 años en Reino Unido. Recuerdo que los mandatarios y soberanos extranjeros se quedaron en el Hôtel Royal de Lausana y Luis Martínez de Irujo, marido de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y jefe de la casa de la reina, lo pagó todo”.
Tal era la relación amistosa entre la Casa de Borbón y la de Alba, que se continúa a lo largo del tiempo, como muestra el detalle de que la reina Sofía, antes de casar a su hijo Felipe con Leticia Rocasolano, visitara a la Duquesa de Alba con sus hijas, para comentar este particular.
Un año antes de fallecer, Victoria Eugenia regresa a España para bautizar a su biznieto. Según el viógrafo español de la reina, Marino Gómez-Santos: “En febrero de 1968, ...Yo la acompañé en el avión. Viajamos desde Niza porque
estaba pasando unos días en Montecarlo con los príncipes de Mónaco. A
los pocos minutos, salió el capitán y exclamó: ‘Su majestad, tengo el
honor de comunicarle que estamos cruzando los Pirineos. ¡Viva España!’.
Junto a él estaban dos azafatas de Air France con varias copas
de champán. Ella brindó, dio un sorbo y se echó a llorar. Luego me dijo:
‘Han pasado tantos años... ¡Seguro que ya nadie me recuerda!”.“Poca gente quiere tanto a España como yo, a pesar de que me recibieron con una bomba y me despidieron destronándome”. Ella, que nació en Balmoral, Escocia y se crió en Windsor, dando ejemplo a muchos españoles de nacimiento...
Pero en realidad nadie la destronó, su marido pensó que si no lo querían, mejor marchar y eso hizo, la pareja real se fue y le dejó paso a la república, que era lo que en aquel momento parece que quería el pueblo. No quería ser rey si España no quería como sistema de gobierno la monarquía. le dijo a Anson, haciendo gala de su sentido del humor tan inglés. Ena, como la llamaban, había nacido en
Tras su muerte, su hijo Juan, D. Juan de Borbón y Battembreg, Conde de Barcelona, el rey que nunca reinó, de luto riguroso, cubrió el cuerpo de su madre con el manto de la Virgen del Pilar.
El biógrafo de don Juan, Luis María Anson, unos 50 años más tarde recordaría que:
“Estaba muy afectado. Se encargó de preparar un féretro de nogal y damasco blanco. A Ena le gustaba mucho ese color. De hecho, su casa, Vieille Fontaine, estaba decorada en tonos blancos y algún toque amarillo. Al funeral acudió toda Europa, porque era nieta de Victoria de Inglaterra, la monarca que reinó durante 63 años en Reino Unido. Recuerdo que los mandatarios y soberanos extranjeros se quedaron en el Hôtel Royal de Lausana y Luis Martínez de Irujo, marido de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y jefe de la casa de la reina, lo pagó todo”.
Tal era la relación amistosa entre la Casa de Borbón y la de Alba, que se continúa a lo largo del tiempo, como muestra el detalle de que la reina Sofía, antes de casar a su hijo Felipe con Leticia Rocasolano, visitara a la Duquesa de Alba con sus hijas, para comentar este particular.
Sin embargo. NUNCA LA OLVIDAREMOS.
Cuando a Victoria Eugenia le preguntaban recordando el atentado en su boda, aprovechaba siempre para alabar la templanza de su marido. ...Qué pena de infidelidades que sufrió, realmente no se lo merecía, pero los Borbones tienen esas cosas... Aunque el atentado le impactara, ella guardaba en su corazón un gran cariño por España, era excelente suel recuerdo que conservaba de España.
Los animalistas debemos a la reina Victoria Eugenia haber conseguido de su marido ordenar que, en las corridas de toros, los caballos llevaran un peto, para que
los toros no los destriparan y matasen, lo que sin duda fue un gran logro sin duda, aunque debería haberse empeñado más y haber hecho abolir la práctica cruel de la tauromaquia.
La reina era una mujer moderna, avanzada a su tiempo; fue, como después lo sería la reina Sofía, enfermera de la Cruz Roja, también ávida lectora, políglota, gran amazona e incluso una fumadora ocasional, era la moda y nadie se hacía idea de los perjuicios que el tabaco podía ocasionar a la salud.
La reina era una mujer moderna, avanzada a su tiempo; fue, como después lo sería la reina Sofía, enfermera de la Cruz Roja, también ávida lectora, políglota, gran amazona e incluso una fumadora ocasional, era la moda y nadie se hacía idea de los perjuicios que el tabaco podía ocasionar a la salud.