Existen evidencias arqueológicas, pruebas, incluso ejemplares en algunos museos, de que el hombre no siempre ha tenido el mismo tamaño sino que épocas pretéritas el tamaño fue muchísimo mayor que el actual. Lo mismo que desaparecieron los grandes dinosaurios o vieron algunos animales cambiar algunas de sus características, -tengamos presentes para hacernos idea la diferencia entre el mamut y el elefante actual-, el tamaño de los humanos se redujo o sobrevivieron las razás de menos tamaño mientras que desaparecieron las de tamaño mayor.
Siempre hemos interpretado que, como la Biblia habla en lenguaje figurado muchas veces y en tono de parábola en otras ocasiones, cuando trata la historia de David y el jigante Goliat, imaginábamos que se trataba de un hombre más alto de lo normal pero nunca podíamos pensar que realmente se tratase de un hombre real de dimensiones descomunales, una raza que convivió algún tiempo con el humano tal y como hoy nos conocemos, pero que desapareció al hilo evolutivo hacia la baja, que prometía más alimento, más territorio, relacionado con un tamaño inferior.
No se sabe por qué la historia oficial obvia este tema siendo que existen evidencias y soporte arqueológico como para investigar y escribir ríos de tinta sobre el tema. Quizás fuese el cambio climático producido hace miles de años el que modificó el tamaño del cuerpo humano.
Pero no todos los investigadores obvian el tema. El estudio fue realizado con fósiles humanos y se llegó a la conclusión de que los cambio del clima en la Tierra han sido la catapulta de los cambios en la estructura ósea y en el tamaño del cuerpo de los humanos, lo mismo que sucedió con otras especies.
Habría sido la temperatura del aire la variable meteorológica que generó cambios tan significativos en el tamaño del cuerpo de los humanos al igual que en el de otros seres del reino animal y vegetal.
La investigación fue publicada en la Revista Nature Communications habiendo sido realizado por un equipo de investigadores integrado por participantes de la Universidad de Tübingen, Alemania y de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido. Sus conclusiones fueron que durante el último millón de años, -que se sepa hasta el momento-, el tamaño promedio del cuerpo de la especie humana ha sufrido significativas modificaciones por causa del cambio climático.
El equipo de investigadores científicos recopiló información sobre el cuerpo humano y el tamaño del cerebro de más de 300 restos fósiles. El estudio se centró en la familia "Homo", a la que hoy todos pertenecemos, dentro de la actual "humanidad", el "Homo sapiens".
Hicieron la reconstrucción de los diversos climas que habían estado presentes en la Tierra en el último millón de años. Después se procedió a hacer el cruce de estos datos buscando responder al interrogante de cómo habría sido el clima en el momento en el que estos hoy fósiles, tenían vida.
La principal variable meteorológica provocadora del cambio en el tamaño del cuerpo fue la temperatura del aire, llegando a la conclusión de que en climas fríos el cuerpo de la especie humana era más grande, mucho más grande que en climas más cálidos, cuando el tamaño se antojaba más pequeño.
Según Andrea Manica, Universidad de Cambridge, los cuerpos más grandes habrían sido capaces de proteger a los humanos de unas temperaturas extremadamente bajas, estamos hablando de glaciaciones.
La misma correspondencia se da en el resto del reino animal, lo que se elucubró como posible, a día de hoy, ya se puede respaldar con investigaciones que explican las modificaciones experimentadas en el tamaño del cuerpo humano y del resto del mundo animal, por ende.
Sin embargo, los resultados no parece que sean tan claros en lo que respecta al cerebro y su funcionalidad. En la investigación los resultados no son determinantes. Los restos fósiles de los que se disponen presentan tantas variaciones con respecto al tamaño de los cerebros, que no parece por el momento posible una respuesta concluyente.
El postulado al respecto parece ser que en climas más fríos el tamaño del cuerpo humano ( y del resto del reino animal y vegetal) es más grande, para lograr de manera más eficiente conservar el calor.
Los cerebros más grandes quedan asociados a entornos más estables y se ubicaban en entornos más abiertos, en entornos en los que nuestros antepasados practicaban la caza de grandes mamíferos.
Tradicionalmente, en las representaciones pictóricas o en los huecos y altograbados de culturas como la egipcia, sumeria, e incluso anteriores retrotrayéndonos al Paleolítico, cuando vemos imágenes de distinto tamaño se ha querido asociar a la jerarquía social, en la que el mayor tamaño habría correspondido a una posición jerárqueca predominante sobre el sujeto que aparece en inferior tamaño. Esto puede ser así, no vamos a replantearnos todas la bases de nuestra historia, pero sin duda, en ocasiones, la diferencia de tamaño respondía a una diferencia de tamaño real.