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De corral a Plaza principal de la Iglesia de Sevilla




En la cara Este de la Giralda hay una pequeña hornacina que cobija a una Virgen en su interior, está a pocos metros del suelo, mirando ahcia la Plaza de la Virgen de los Reyes. Detalle de gran humildad comparado con la magestuosidad del campanario, de la Giralda. No existe realce que llame la atención sobre la hornacina, pero esto no fue así siemrpe sino que antaño tuvo iluminación artística y la imagen fue el símbolo que otrora presidiera el lugar, entonces de gran importancia social e Sevilla, hoy este aspecto ha desaparecido completamente. Era El Corral de los Olmos.

Un solar con vegetación, un corral, que tuvo antaño funciones de salón de plenos pues era el sitio donde se oficiaban las reuniones de los cabildos tanto municipales como catedralicios, en el interior de un enorme edificio propiedad de la Iglesia metropolitana, que se encontraba protegido por murallas y delimitado por arcos, accesos que conectaban, por un extremo, con la plaza de Santa Marta y con la zona de Placentines. 

La Puerta de Palos toma su nombre de lo que fuera un portal o arco realizado con palos de madera que, desde que se terminara la Catedral, la puerta de palos se convirtió en La Puerta de Palos, por donde salen las cofradías tras visitar en Estación de Penitencia el templo metropolitano.

Los cabildos se celebraron en aquel Corral de los Olmos desde la Reconquista de Sevilla hasta el año 1533, cuando se trasladó el consistorio sevillano a las casas de la Plaza de San Francisco, según publicara Santiago Montoto en el diario ABC. Por su parte Francisco Collantes de Terán afirmaba que la decisión municipal hispalense de revitalizar la fiesta del Corpus Christi, en el año de 1441, se tomó precisamente en este corral o Patio de los Olmos, que mantuvo reuniones religiosas hasta fines del siglo XVI, cuando se erigió la sala capitular en la Catedral.

También se sabe que durante varios años, el Corral de los Olmos albergó distintas actividades: fue mesón, casa de de juegos y hospedería. Cervantes menciona el lugar en su «Rufián dichoso», el sitio donde se encontraba la «jacarandina».
 
Los clérigos propietarios hacían arrendamientos, algunos de los cuales parecian ciertamente escandalosos, gran parte eran dependencias de los religiosos, sobre el terreno parcelado. Las partes estaban separadas por una calle pequeña que iría desde Mateos Gago hasta Placentines.

A fines del siglo XVIII se manda demoler el recinto, con ello se favorecía la visibilidad de la Catedral y de la Giralda, que quedaba demasiado encajonada por el Corral de los Olmos y por otras edificaciones de la actual Calle Mateos Gago. La última modificación llega con la Exposición del 29 y el Patio o Corral de los Olmos ya quedaría en la memoria.

La Virgen de los Olmos que vemos en la hornacina no es la original, es una réplica que realizara Juan Luis Coto en el año 1986. La primitiva imagen se retira por las obras de restauración que se realizaban en la época en la Giralda, estos trabajos también alcanzaron a la imagen, que pasó al interior de la Catedral y está en la Capilla de San Antonio, allí donde las sevillanas han de marcarse unas sevillanas si quieren pedirle al Santo un novio.

La imagen original es una talla de alabastro, que tiene inspiración bizantina, y que ha sido testigo de cabildos y de decisiones importantes desde la Edad Media.

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