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Sobre el calendario egipcio



 

  El perfecto calendario egipcio
 
 
La necesidad de prevenir la crecida anual del Nilo estimuló a los egipcios a la elaboración de un buen calendario. El pueblo egipcio lo hizo fijando la duración de un año según la inundación anual del Nilo. Constaba de 365 días divididos en 12 meses de 30 días cada uno, a los que añadían cinco más, conocidos como epagómenos. Estos días se dedicaban en Egipto a celebrar el nacimiento de cinco señores vinculados a la creación del mundo, al inicio de la vida del hombre sobre la tierra y a los conceptos de luz y oscuridad. Eran Osiris y su esposa Isis, vinculados a la luz, Set y su esposa Neftís vinculados a la oscuridad y además Horus, hijo de Isis, vinculado al sol naciente y a la legitimidad del rey. En estos cinco días epagómenos, Nut, creo que es nuestra madre Eva, personificación de la bóveda celeste, pudo dar a luz a sus hijos.
 
 
Los egipcios fueron los primeros que descubrieron el año, y decían que esto lo hallaron a partir de los astros. La aparición de la estrella Sirio o Sotis en el horizonte coincidía con el inicio de la inundación anual. Sotis, el nombre griego de la dama egipcia Sópdet, personificación de la estrella Sirio. El orto de Sirio se produce una vez al año [momento en que la estrella está sobre el horizonte y un instante después nace el sol por ese punto exacto]. Ese orto se producía aproximadamente cada 365 días y un cuarto. Es decir, el inicio del año sidéreo, solar, se retrasaba cada cuatro años un día más de lo esperado con respecto al inicio de la inundación anual del Nilo que marcaba el comienzo del año agrícola.

 
Este fenómeno se producía en torno al inicio de la inundación anual, y equivale aproximadamente al 20 de junio del actual calendario gregoriano. Sotis era una estrella que se identificaba unas veces con Isis, esposa y hermana de Osiris, y alguna vez también con Hat Hur, esposa de Horus. Por eso, Sotis está unida al faraón al morir. Se la representa como la vaca Hat Hur, una vaca sentada con una planta ideograma de año entre sus cuernos; quizá por esta causa también se relacione esa estrella con el Nilo.

 
Había un desajuste de menos de un cuarto día entre el calendario solar perfecto sotíaco y el agrícola, por eso sólo podían coincidir cada mil cuatrocientos sesenta y un años. Ambos calendarios, el sidéreo y el agrícola, dividían el año en tres estaciones de cuatro meses. Ájet, la inundación, iba de mediados de junio a fines de octubre. Péret, la siembra, de noviembre a febrero. Por último, shemú, la cosecha, que iba desde marzo hasta principios de junio. Y así sucesivamente.

 
En el año doscientos treinta y ocho antes de Cristo se reunieron en Canope los jefes de los sacerdotes astrónomos para reformar el calendario. De acuerdo con los antiguos conocimientos egipcios de que un año duraba trescientos sesenta y cinco días y seis horas adicionales. La solución al desfase fue simple: Cada cuatro años se añadiría un día más, después de los epagómenos, y ese cuarto año tendría trescientos sesenta y seis días. El día adicional fue consagrado a los sabios sacerdotes astrónomos. Pero recelos entre los sacerdotes de las diferentes regiones hicieron fracasar la reforma.

Julio César encargó al astrónomo alejandrino Sosígenes la elaboración de un calendario uniforme para todo su Imperio. El calendario juliano se hizo oficial el día uno de enero del año setecientos ocho de la fundación de Roma, es decir, en el año cuarenta y cinco antes de Cristo. El calendario juliano, inspirado en el egipcio, era ya muy parecido al actual: años de trescientos sesenta y cinco días, divididos en doce meses de duración desigual, y con un año bisiesto cada cuatro.

El mes de marzo es el primero del calendario egipcio, pero el tercero del juliano y del actual gregoriano. En honor de Julio César se cambió el nombre del mes Quinto del calendario egipcio por Julio. La reforma juliana era, en esencia, el calendario egipcio según la reforma de Canope. El calendario juliano cuenta como bisiestos todos los años cuyo número es divisible por cuatro, aunque terminen en doble cero. Con este calendario se comete un error de tres días cada cuatrocientos años.

El calendario gregoriano intercala un año bisiesto cada cuatro años, pero no cuenta como bisiestos los años que terminan en doble cero, excepto cuando las dos primeras cifras son múltiples de cuatro, como el dos mil. Esta excepción se produce evitando la acumulación de un error de once minutos cada año, dado que el año sidéreo o solar es de trescientos sesenta y cinco días, cinco horas, cuarenta y ocho minutos y cuarenta y nueve segundos.


 
 
El mes quinto del calendario egipcio, el séptimo del juliano, se consagró en honor a Julio César en el año cuarenta y cuatro, por iniciativa de Marco Antonio, y el mes sexto a Octavio Augusto, por incitativa del Senado romano en el año veintitrés. Se dio al mes consagrado en su honor un día más, quitándoselo a febrero.

El calendario gregoriano es un calendario originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en casi todo el mundo. Así denominado por ser su promotor el Papa Gregorio décimo tercero, vino a sustituir en mil quinientos ochenta y dos al calendario juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año cuarenta y cinco antes de Cristo. El calendario gregoriano es el usado internacionalmente en la actualidad, y el propio del mundo occidental.

El calendario gregoriano intercala un año bisiesto cada cuatro años, pero no cuenta como bisiestos los años que terminan en doble cero, excepto cuando las dos primeras cifras son múltiples de cuatro, como el dos mil. Esta excepción se produce evitando la acumulación de un error de once minutos cada año, dado que el año sidéreo o solar es de trescientos sesenta y cinco días, cinco horas, cuarenta y ocho minutos y cuarenta y nueve segundos.


 
 
El calendario se adoptó en mil quinientos ochenta y dos y como en los años de vigencia del calendario juliano se habían acumulado diez días de retraso, se estableció que el día siguiente al cuatro de octubre de mil quinientos ochenta y dos fuese el quince de octubre de mil quinientos ochenta y dos. Los días de la semana se respetaron, es decir que al cuatro de octubre que era jueves, le siguió el quince de octubre, que fue viernes. Este calendario fue adoptado oficialmente de manera inmediata por todos los países católicos entre ellos España y a lo largo de los siglos por otros muchos países.

Santa Teresa de Jesús murió el día cuatro de octubre de mil quinientos ochenta y dos y la enterraron el día quince del mismo mes, y aunque parece que estuvo diez días sin enterrar, como vemos le coincidió su muerte con la reforma gregoriana y la enterraron al día siguiente de morir.

Texto compartido por Samir Hiweg, guía turístico de habla hispana-Egipto.

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