El sustantivo Utopía está referido a la representación de un mundo idealizado alternativo al mundo existente al que critica. Fue concebido por Tomás Moro en Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia, y es el nombre de una isla y la comunidad ficticia que habita en ella. En realidad su etimología deríva del griego y viene a significar algo así como ”lo que no está en ningún lugar” y también “buen lugar”. Su antónimo sería el sustantivo “distopía”; y por su parte “ucronía” sería “lo que no está en ningún tiempo”.
Su organización política, económica y cultural difiere grandemente de las sociedades humanas de la época de Moro. Aunque el término fue creado por él, el concepto es anterior, pudiendo verse fuerte influencia de La República de Platón, que describe una sociedad idealizada. Otras ideas utópicas anteriores a Tomás Moro son el jardín de Gilgamesh, los mitos de Hesíodo o la isla de la Inscripción sagrada de Evémero.
También podemos recordar las extraordinarias narraciones de Américo Vespucio sobre las islas de Fernando de Noronha, en 1503 y contando con el espacio abierto por el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo a la realidad y a la imaginación, tenemos factores que estimularon la creación de la idea y el desarrollo de la Utopía de Tomás Moro.
La idea que subyace a todos los intentos de describir una sociedad idealizada y alternativa a la real se relaciona con la necesidad del hombre de dar sentido a su vida y alcanzar la felicidad ansiada encontrando un mundo mejor. Son utopías sociales que buscan un mundo más solidario y más justo.
El concepto
de justicia ya estaba presente en Platón que afirmaba que sólo era posible un
mundo ideal en el que todos sus miembros viviesen felices y satisfechos, si ese
mundo era justo, siendo un Estado es ideal en el que reina la justicia.
El término
utopía realmente se debe a Santo Thomas More o Tomás Moro, para indicar un “no
lugar”, designando una localización imposible de encontrar o inexistente. Un Estado
perfecto en convivencia pacífica, con bienestar físico para sus habitantes y bienestar
moral donde se practica el disfrute común de los bienes.
Algo
característico a las utopías es la descripción de sociedades fuera del mundo
real conocido, en ninguna parte, siendo sociedades cerradas que carecen de contaminación
exterior, siendo inmóviles y férreamente ordenadas. El objetivo es marcar el
camino para conseguir algo que las sociedades reales nunca reflejan, tal es que
todos los hombres sean iguales. En el empeño se ignora el valor de la libertad
individual.
Tienen en
común varias funciones al margen del carácter ficticio e innovador de todas
ellas. Tienen una función orientadora.
Describen una sociedad imaginaria y perfecta; y, algunos de los procedimientos descritos,
se pueden aplicar a reformas posibles y de esta forma orientar la tarea
organizadora de los políticos. Vendrían a señalar la dirección que deben tomar,
en un Estado, las reformas políticas.
Poseen
igualmente una función valorativa,
reflejando los sueños e inquietudes de la sociedad, permitiendo reconocer los
valores que deben ser fundamentales en una comunidad; y, también, muestran los
obstáculos a la hora de materializarse en un proyecto político concreto.
Indiscutiblemente
está presente la función crítica. Comparan
el Estado ideal con la realidad presente y muestran tanto las limitaciones como
las cotas de justicia y de bienestar social que quedan por conseguir.
Tienen también
una función esperanzadora. El humano
tiene necesidad de imaginar mundo mejores que lo hagan escaparse de la cruda
realidad y, si acaso, proponer un modelo alternativo, pensando que,
por muy desolador e injusto que sea el entorno, siempre será posible imaginar y
construir un mundo mejor.