Ir al contenido principal

Sobre los crímenes en la retaguardia roja


El Frente Popular fue una coalición de las izquierdas para ganar las elecciones en febrero de 1936, que después por medio del terror quiso ganar la guerra , habiéndose manifestado entre 1931-36, en la preguerra como un anarcoterorismo al que espoleaba Largo Caballero. El proceso revolucionario desemboca en una serie de huelgas obreras, incremento de la tensión política, división del PSOE en dos facciones, la radical encabezada por Largo Caballero y la moderada de Indalecio Prieto. Ante todo lo cual y en ejercicio de lo que es inherente al ejército, la salvaguarda de España y de los españoles, las fuerzas de la derecha esperaban una solución, representadas por el general Mola y el grupo de militares que designaran al general Franco, inician en Julio de 1936 la sublevación contra la anarquía, terrorismo y socialcomunismo que tienen a España sumida en el caos y el hambre.

Retaguardia roja. Violencia y revolución en la guerra civil española es un libro de Galaxia Gutenberg que ya está en librerías y que es un muy documentado en el que su autor analiza la "política de limpieza selectiva" que instauró el comunismo en España por medio de las organizaciones del Frente Popular antes y después de la sublevación de 1936, es más, el llamado "Alzamiento Nacional" obedeció a la necesidad de terminar con el clima de terror que los socialcomunistas habían impuesto en el país.

Fernando del Rey es catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense de Madrid y es el autor de este estudio del fenómeno de la represión tras las líneas del territorio controlado por las fuerzas de la Segunda República.

Se trata de una vasta y muy detallada investigación que Fernando del Rey presenta en su libro donde habla sobre la "política de limpieza selectiva" y su fracaso parcial, comprueba el autor que fue un baño de sangre en el que hubo "escasa espontaneidad" y "mucho cálculo racional y premeditación", que venían de los comités y las milicias armadas adueñadas del poder político y del control del territorio.

Del Rey relata casos como el de Juan Félix Molina Treviño, cura ecónomo de Almedina, en Ciudad Real, que decidió celebrar una misa de difuntos en memoria de José Calvo Sotelo, líder de la derecha monárquica, un protomártir de la sublevación, asesinado días antes. Las ordas revolucionarios del llamado frente popular, cuando supieron de esta ceremonia, asaltaron la casa del religioso Molina Treviño, que se vio obligado a huir, se refugió en Montiel, su pueblo natal, a unos diez kilómetros. Pero allí no encontró la seguridad sino todo lo contrario, fue objeto de malos tratos y palizas crueles a manos de los mismos paisanos, de los vecinos de su pueblo natal, quienes le arrancaron un ojo. Junto a otros nueve vecinos, el día 13 de septiembre, el cura fue arrojado aun con vida a la mina La Jarosa, a una profundidad de varias decenas de metros.

del alcalde socialistaEn el mismo pueblo de La Mancha, a instancias y con la participación del mismo y del presidente de la Casa del Pueblo, Gabriel Campillo Sánchez, el párroco, fue otro clérigo local que fuera torturado y sometido a una escalofriante muerte, según los testimonios: "Desnudo completamente y atado con fuertes ligaduras, le arrastraron por las calles del pueblo, aplicándole después velas encendidas, cortándole el brazo derecho y dándole a beber orines en la ardiente sed de su agonía. Fue rematado al fin por seis tiros de una pistola, descargados en la cabeza".

Las matanzas y el anticlericalismo que se extendió por Ciudad Real, se extendió igualmente por el resto de España. El autor acompaña datos estadísticos de la crueldad y la incidencia sufrida por la población clerical a manos de los socialcomunistas, cuyos herederos tenemos hoy en el mismo Gobierno de la Nación.

Del Rey se centra en la provincia de Ciudad Real, con un prisma más rural, para analizar la envergadura de los crímenes y su significado, habiendo sido partícipes de estas atrocidades tanto anarquistas, republicanos, comunistas y sobre todo socialistas seguidores del ala radical que encabezaba Largo Caballero, del que incluso los propios socialistas, los de bien, los de orden, se avergüenzan. Las manifestaciones anticlericales fueron especialmente sangrientas contra los religiosos sin que las causas de este odio y sinrazón estén claras, por no ser nada lógicas. 223 fueron asesinados en la zona objeto del estudio durante la guerra: 

  • 125 pertenecientes al clero regular y
  • 98 al secular
Queriendo explicar las causas de este odio el autor del libro dice que:

"Como en otros países de nuestro ámbito, el mundo católico se erigió desde principios de siglo en una seria alternativa política al orden existente, primero frente al liberalismo y, más tarde y sobre todo, frente a los aires secularizadores y laicistas que trajo la Segunda República"... "Sostengo que el anticlericalismo destructor desplegado en la guerra de 1936-1939 tuvo mucho que ver con el hecho de que la Iglesia católica inspirase la principal fuerza conservadora —la CEDA— en los años de la República en paz. Una fuerza capaz de movilizar a millones de españoles en aras a la conquista del poder por vía electoral. Esta circunstancia supuso un desafío frontal para el marco institucional levantado en el primer bienio por los gobiernos republicano-socialistas, por cuanto que la CEDA apostó abiertamente por una reforma constitucional".
 

En la imagen puede verse al general Varela y otros oficiales del ejército nacional delante de los ataúdes de los fusilados a manos de los socialcomunistas en Torrejón de Ardoz, durante la matanza de Paracuellos. Foto: BNE

El clero, por su vocación derechista, antes y después del golpe de Estado del general Franco, fue visto como cómplice de la sublevación, pese a que con anterioridad la quema de iglesias, violaciones, asesinatos de clérigo, tanto femenino como masculino, estuviese a la orden del día, es más, el alzamiento nacional se produce para poner coto al terrorismo imperante que estaban hundiendo España, cosificando a la población y adaptando la filosofía comunista de Stalin (y sus purgas), Trosky y demás para establecer en España la revolución que triunfó en Rusia y que hizo de los ciudadanos meros números.

Generalmente monjes, monjas y sacerdotes fueron fusilados lo mismo que hicieran con otras víctimas de las esferas política y social, sin embatgo de algunos relatos testificales se desprenden prácticas de especial brutaleidad, como la sufrida por Especioso Perucho Granero, religioso que fue detenido en Campo de Criptana, su cuerpo fue hallado con su ropa quemada a la altura de la parte baja del vientre.

En tema de incendios de iglesias y de iconoclastia dice el autor: "En la provincia que he investigado, aunque sólo aludo tangencialmente al fenómeno, de las 98 localidades censadas casi ninguna se libró de la oleada destructiva, plasmada en la quema de imágenes y mobiliario religioso y en la destrucción parcial y, en varios casos total, de templos, conventos y otros edificios de la Iglesia".

El autor señala que "sin el golpe es impensable que se hubiera producido el baño de sangre que se produjo, tanto en los frentes de batalla, por supuesto, como en las respectivas retaguardias donde, sumadas las víctimas de ambas en una típica secuencia de guerra total". Claro está, de no haber existido el golpe de Estado, el socialcomunismo hubiera hecho su programa político campando a sus anchas, sin oposición real, la población hubiera quedado reducida a meros servidores del régimen socialcomunista, alienada, cosificada, sin identidad, sin propiedad...

En Retaguardia roja, el autor defiende que quienes apadrinaron la represión en la zona republicana. lejos del frente, no fueron criminales excarcelados o turbas de incontrolados, que también, sino partidos y sindicatos del Frente Popular: 

Cierto es que quien lea este libro debe tener base histórica porque si no lleva cierta carga amarilla, quizás porque el Gobierno de la Nación hoy está en manos socialcomunistas. La historia no debe obedecer a ideologías, sino ser testigo de la verdad.

Hay afirmaciones que no son ciertas en el libro. Dice Del Rey en relación al Ejecutivo de José Giral que fue constituido en los primeros momentos de la guerra que: "si las autoridades dependientes de aquel gobierno hicieron 'la vista gorda' fue más por impotencia y falta de medios para parar el incendio que por la voluntad expresa de quedarse cruzados de manos". A esto contrapone la "inacción consciente" que atribuye al siguiente gobierno protagonizado por Largo Caballero y que fue constituido el día 4 de septiembre de 1936, que -según dice- cortaría las prácticas represivas a comienzos de 1937, cuando la imagen de la República en el exterior comenzaba a ser muy negativa, habiendo sido Largo Caballero la cabeza del ala más radical y sanguinaria del socialismo.

Del Rey trabaja con la información de 

  • la Causa General, macro investigación desarrollada en la dictadura para conocer el impacto del "terror rojo" sin duda en algunos casos escasean datos, se obvian datos, el mismo autor dice que hay que utilizar esta fuente "con suma prevención"
  • los consejos sumarísimos de guerra
  • la prensa de la época 
  • los testimonios de los testigos 
  • los testimonios de los ejecutores de los asesinatos

Del Rey piensa que la aportación de su libro es:

"Modestamente, creo haber desentrañado en parte la lógica que inspiró las matanzas, la importancia capital que tuvo el golpe en su desarrollo, como también las represalias inherentes a la guerra, así como el peso del combate político previo en la fijación de los objetivos humanos y el no menos importante peso de la ideología en un contexto nacional e internacional de hiperpolitización"... 

"También creo haber identificado a quiénes, dónde y cuándo tomaron las decisiones cruciales. Por no hablar de la reconstrucción precisa realizada de los mapas y los tiempos de la violencia, las redes que se forjaron entre los diversos poderes revolucionarios, el carácter organizado y coordinado que tuvo esa limpieza política a escala local, comarcal y provincial, sin olvidar la fluida conexión establecida con la capital y los frentes".

 

 

Entradas populares de este blog

Historia breve de la reina cadáver en el trono de Portugal

El trono de Portugal fue ocupado en el siglo XIV por una reina que fue coronada póstumamente. Inés de Castro fue una gallega noble y poderosa que llegó a Portugal como dama de compañía de su prima Constanza que fuese la futura esposa de Pedro I, heredero del trono de Portugal. Pero Pedro e Inés se enamoraron al verse y se hicieron amantes al poco tiempo. En el año de 1344, el padre de Pedro, el rey Alfonso IV, atento a estos amores, mandó a Inés a Badajoz para alejar a los amantes, pero lejos de separarlos la distancia incrementó la fuerza de este amor. En 1345 Constanza muere tras dar a luz y, entonces, Pedro manda llamar a Inés contra la voluntad de su padre. Los enamorados se instalan en Coimbra para vivir juntos y de esta unión, clandestina, nacen cuatro hijos. Para poder casarse solicitan dispensa papal porque el Derecho Canónico prohíbe las uniones entre primos carnales, necesitan pues un breve papal que dispense esta consanguinidad. Su petición es...

Literatura fenicia

    Misterio, leyenda y realidad envuelven la literatura del pueblo fenicio, pero todo lo que queda son una serie de inscripciones, algunas pocas de las cuales tienen carácter netamente literario, constituyendo alguna narración histórica, poemas, etc., monedas, fragmentos de la Historia de Sanjuniatón y del Tratado de Magón, o la traducción al griego del viaje de Hannón el Navegante y el texto del Poenulus de Plauto. Tuvieron bibliotecas y una rica producción literaria heredera del pasado cananeo, de la que son una parte ínfima las obras redactadas por Filón de Biblos o Menandro de Éfeso.

El evangelio de Cerinto (120-150 d.C.)

Cerinto (aproximadamente 100 d.C.) fue un líder hereje gnóstico, que utilizaba un evangelio alterado para impulsar su teología gnóstica. Su evangelio también era utilizado por el maestro herético, Carpócrates, y aunque el texto está perdido, se dice que era idéntico al Evangelio de los Ebionitas. Los padres de la iglesia primitiva identificaron a Cerinto como hereje porque seguía la ley judía, negando que Dios hubiera hecho el mundo físico, y negando la encarnación de Jesús y que éste fuese Dios encarnado. Irineo incluyó un relato de Cerinto en su obra “Contra las herejías” (sobre 170 d.C.). Cualquier texto que Cerinto pudiera haber usado con sus seguidores, fue aparentemente herético a los ojos de los testigos canónicos. La tradición de la iglesia primitiva dice que Juan el evangelista despreciaba tanto a Cerinto como hereje, que se rehusó a ser visto en la misma casa de baño. Esta misma tradición reporta que Juan escribió el evangelio de Juan para registrar...