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Sobre las piedras de Ica. convivencia de hombres y dinosaurios



Evidentemente hay mucho más de lo que nos ha revelado la ciencia arqueológica y la Prehistoria como disciplina, hay mucho más, hubo mucho más porque los hallazgos que se han encontrado a lo largo del tiempo lo confirman.

El humano tiene la esperanza de poder hallas vestigios, certezas, para poder completar la historia y la prehistoria, saber si hemos sidos los únicos en la Tierra o ha havido más civilizaciones como nosotros, parecidas, humanas, humanoides..., mucho es lo que se conoce, pero poco comparándolo con lo que se intuye.

La antigüedad del humano sobre la Tierra evidencia que debió en algún momento relacionarse con animales hoy extintos, hay testimonios arqueológicos que lo confirman, incluso confirmarían que el Neolítico, cuando el hombre es capaz de domesticar animales y de iniciar la agricultura, podría adelantarse al margen del cómputo que la Arqueología tiene establecido actualmente. El hombre habría, seguramente, coexistido, convivido e incluso domesticado a algunos animales, algunos conocidos por nosotros como dinosaurios.

Los paleontólogos se siguen interrogando por qué estos animales prehistóricos, numerosos, resistentes, grandes, potentes, desaparecieron súbitamente de la Tierra. La repentina extinción de estos gigantescos animales que dominaban todos los continentes del planeta planteaba una incógnita fascinante. Muchos de esos gigantescos animales pudieron sobrevivir, alguna especie ha llegado hasta nuestros días incluso, otros o se habrían transformado, adecuándose a las nuevas necesidades del hábitat donde residían; otros murieron y se descompusieron dando lugar al petróleo que hoy se extrae a kilómetros en el interior de la Tierra.

En 1980 un grupo de investigadores de los cuales estaba al frente el premio Nobel Luis Álvarez  descubrieron, entre las muestras tomadas por todo el mundo, por toda la Tierra, de las capas intermedias entre los períodos Cretácico y Terciario, unos 65 millones de años, concentraciones de iridio en porcentaje cientos de veces más alta que lo normal. El final del cretáceo coincide con la extinción de los dinosaurios y de los ammonites.

Plantearon de esta forma la “Hipótesis de Álvarez”, según la cual la extinción de los dinosaurios y de muchas otras formas de vida, incluso humanas o humanoides, habría sido causada por el impacto de un gran meteorito contra la Tierra hace unos 65 millones de años. 

El nombre de la hipótesis se debe a los dos científicos que proponen la hipótesis en 1980: Luis Álvarez y Walter Álvarez, padre e hijo.

Las investigaciones se centraron en encontrar, en la corteza de la Tierra, una capa con niveles elevados de iridio. Los niveles del iridio son más altos en asteroides generalmente y en otros objetos ajenos a la Tierra, que eso significa extraterrestres. 

La evidencia del iridio se descubre con anterioridad al descubrimiento del cráter de Chicxulub, en la península de Yucatán.

Si considerramos que 

  • los dinosaurios desaparecieron de la Tierra hace unos 65 millones de años y 
  • que los hombres o los homínidos, que tengamos certeza, habitaron la Tierra desde hace unos 4 millones de años, 
  • parecería imposible que un hombre hubiera visto nunca a un dinosaurio.  
  • PERO sin embargo, sí existen evidencias de que  los hombres y los dinosaurios realmente vivieron juntos en el pasado, lo que se explicaría aceptando que
    • o el hombre ha estado en la Tierra hace más de 65 millones de años 
    • o han existido dinosaurios hasta épocas más cercanas de lo que pensamos.

Juan José Benítez, nacido en Pamplona, 7 de septiembre de 1946, es un periodista conocido por sus trabajos sobre ufología y por su serie de novelas Caballo de Troya. En 1975 escribió su obra “Existió otra Humanidad”, que es muy reveladora.

Se han encontrado dibujos en cuevas, en la región del Gran Cañón del Colorado y en otros lugares, que parecen mostrar dinosaurios, mamuts y otros animales extintos. Asimismo, hay una cantidad de leyendas que parecen relatos de encuentros entre hombres y dragones, una versión mitológica de los reptiles gigantes.

  • En el 3000 a C., en la epopeya de Gilgamesh, se dice que éste mató a un dragón gigante que devoraba árboles y plantas. 
  • En la Biblia, en dos capítulos del libro de Daniel, se habla sobre un dragón que los babilonios adoraban. 
  • Alejandro Magno y su ejército dijeron que habían encontrado un dragón que estimaron medir 33 metros en un una cueva en la India. 
  • En China hay gran cantidad de leyendas y de dibujos que indican que reptiles gigantes vivieron en el pasado e incluso al parecer una familia real usó algunos reptiles gigantes para tirar de su carruaje.
  • En los paises nórdicos solían llevar en los barcos representaciones de dragones marinos; y se habla de  un tipo de dragón que tenía patas delanteras cortas y grandes patas traseras, igual que han revelado esqueletos encontrados fosilizados. 
  • Más recientemente hay leyendas y parábolas de héroes que mataron dragones como Beowulf y San Jorge, que mataron dragones, símbolos del mal y sus descripciones corresponden con las reconstrucciones contemporáneas de varios tipos de dinosaurios.
  • Del el siglo 10 d. C. es un relato irlandés en que se  describe un estegosaurio. 
  • Nerluc, en Francia, debe su nombre a un hombre que mató un dragón, su descripción es similar a los triceratops. 
  • Libros de ciencia y escritos de naturalistas del siglo XIV indican que los dragones eran aún animales vivientes, casi extinguidos, aunque también podríamos entender esos dibujos como imaginarios que atendían a descripciones de terceros sobre el ser en cuestión.
  • Hay varios testimonios de reptiles voladores a lo largo de la historia, por ejemplo, 
    • Herodoto describió correctamente las características de un reptil reconocido e identificado por sus restos fósiles en tiempos modernos. 
    • La tribu de los Sioux se refiere a un pájaro de trueno cuya descripción y dibujos coinciden con el dinosaurio volador que llamamos teranodón. 
    • En Inglaterra se dió testimonio de un  reptil volador durante el siglo XV.
  • Contemporáneamente existen informes de testigos que vieron algunos tipos de reptiles gigantes, caminando, nadando o volando, en tierras de Australia y África,  cerca de bosques tropicales, en varios lagos del mundo y en el mar, el más famoso el denominado "monstruo del Lago Ness", donde muchas personas han visto y fotografiado un ser con aspecto de plesiosauro. Existen miles de testimonios sobre reptiles gigantes en otras partes del mundo.

 

La ciencia oficial ignora, evita e incluso oculta descubrimientos y relatos que han quedado empequeñecidos, quizás porque no puede dar aun una explicación.

Pero no todos los científicos miran para otro lado. El doctor Javier Cabrera, hace años efectuó algunos descubrimientos en Perú, en el desierto blanco y pedregoso del Departamento de Ica, ubicado al oeste del Océano Pacífico, al  norte de la región de Nazca, famoso lugar por sus pistas enigmáticas. El descubrimiento consistió en que el doctor Cabrera obtuvo la prueba más sorprendente de la existencia de otra civilización que habría poblado el planeta, muy posiblemente, hace millones de años, habría convivido con los dinosaturios. Se trataba de múltiples pruebas materiales que Cabrera reunió, en su casa, en la ciudad de Ica, contándose hasta un total de 11.000 piedras grabadas, serían el soporte más antiguo para el mensaje más antiguo que hasta el momento existe. 

 

Estas 11.000 piedras, de todos los tamaños, pertenecieron a una remota civilización, no identificada, no estudiada en la Facultad de Geografía e Historia, que recopiló sus conocimientos y de esa forma nos los transmitieron a través del tiempo. 

Algunas son muy pequeñas, unos 50 - 100 gramos, otras son de 40 o más kilos. Presentan grabados con conocimientos de astronomía, biología, medicina, zoología, etc… Incluso observándolas hay quien pueda interpretar que la vida en nuestro planeta probablemente pudo llegar del espacio. Ante el excepticismo hay que tener en cuenta que la humanidad, tal y como la conocemos, tiende a mirarlo y ajustarlo todo desde su punto de vista, el humano se cree en centro de la Creación, la Tierra, su planeta, como lo único creado habitable, como el culmen de la Creación, pero el Universo es infinito.

Las piedras de Ica llegan a describir a una civilización que habría convivido con los dinosaurios. Algunas piedras muestran a grandes saurios prehistóricos e incluso explica la forma de destruir al stegosaurus, saurio prehistórico de la rama de los dinosaurios blindados. Este ser habría vivido en el período Jurásico. En alguna de las piedras se distinguen las placas óseas verticales del animal que se extendían a todo lo largo de su lomo y la doble fila de placas que protegían al dinosaurio, en su cola una serie de pinchos como arma defensiva natural.

 

Esta civilización también grabó el ciclo biológico del stegosaurus. Puede verse  una  hembra del stegosaurus, diferenciada del macho por su cuello más largo y el proceso de metamorfosis de las crías. Junto al stegosaurus adulto grabaron las crías, primero sin patas, después con las dos patas anteriores y posteriormente con las patas posteriores. Estas representaciones podrían tener dos objetivos

  • conocimiento zoológico
  • mostrar que al animal se lo vencía, se lo destruía, destruyendo su origen, nacen de un huevo. Con lo que una explicación a la extinción, al menos de parte de los dinosaurios habría venido de la misma mano del hombre. Una de las piedras muestra a varios hombres portando armas e hiriendo al animal, se supone que los grandes saurios suponían una amenaza para la vida de aquella civilización. Cuando aparecen escenas de caza de estos dinosaurios, suelen extenderse las matanzas hasta las crías de estnimales antediluvianos.

Según la Paleontología los reptiles prehistóricos no experimentaban esta metamorfosis similar a la de los batracios, según la Paleontología los pequeños saurios nacían de un huevo con su forma definitiva. Lo que indican las piedras no encaja con lo que admite la ciencia actual. Un conocimiento tan exacto del ciclo biológico de un animal no puede reflejarse sin una observación meticulosa.

En la Era Secundaria estos enormes saurios, muchas de sus especies, se extendían por todos los continentes y mares de la Tierra. El hombre de la época los entendería como amenaza y les habría declarado la guerra. Con la muerte del macho y de la hembra además de la destrucción de los huevos y de las crías conseguían el exterminio prácticamente completo. Rompían el ciclo biológico de los dinosaurios.

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