En las piedras de Ica más grandes hay grabados con distintos tipos de dinosaurios. Así como el stegosaurus no representaba demasiado peligro para los humanos, sus cazadores, no pasaba lo mismo con el tyranosaurio.
El tiranosaurio era carnívoro, tenía el cuello robusto y corto, poderosas mandíbulas. Contaba alrededor de quince metros de longitud por seis de altura y sus manos o patas delanteras eran cortas, tanto que según parece, no podían ellos mismos llegar hasta su boca.
Según los estudios a los que ha llegado la Paleontología, se había confirmado su aparición a fines del Cretácico, hace más de 65 millones de años.
El tyranosaurio sí habría supuesto una amenaza para esta civilización prehistórica que fue autora de las piedras grabadas de Ica y ellos actuaron en consecuencia procurando su destrucción.
La táctica para exterminarlo según una las piedras de Ica que reproduce la figura de uno de estos animales, al parecer feroces contra los hombres, junto al mismo hombres con armas. Según se desprende de los grabados, los cazadores para vencer al animal, lo cegaban y uno de los cazadores subía por su cola, por el lomo del tiranosaurio hasta llegar a la cabeza del animal para golpearle. Parecen las piedras indicar que no se lo golpeaba en cualquier parte de la cabeza sino en un punto determinado que marcan, el punto está rayado lo mismo que el arma que usa el cazador. Este punto parece que sería el más efectivo para dar muerte al animal.
Esta civilización demostraba en los grabados de las piedras de Ica tener conocimiento del ciclo biológico, anatomía y comportamientos de los distintos animales como tyranosaurio, stegosaurus, triceratops, etc., este conocimiento solamente podría adquirirse por la coexistido con las distintas especies, con algunas de las cuales cohabitarían, teniéndolas domesticadas.
Distribuidos entre las dos caras de una de las piedras de Ica se puede ver un enorme pájaro, que parece ser mecánico, sobre el mismo vuelan dos seres portando sendos telescopios y con ellos miran hacia la Tierra.
Para responder a nuestros seguros interrogantes no hay más que seguir mirando la piedra. La escena es la siguiente: A ambos lados de la piedra, en su parte inferior, aparecen los grabados de dos dinosaurios. Un tercer hombre, como los que se están sobre el pájaro, desciende hasta el lomo de uno de estos dinosaurios y, mientras se sujetaba al pájaro con lo que parece un cable, con la otra mano el cazador hundía un cuchillo sobre el cuerpo del animal.