Francisco de Pisa (1534-1616) fue un destacado intelectual de Toledo durante el Siglo de Oro. Estudió principalmente en la Universidad de Toledo, donde ocupó cargos importantes como catedrático de Sagrada Escritura y decano de Teología. Como sacerdote, desempeñó funciones en varias parroquias, entre ellas San Lucas de Toledo, San Juan Bautista de Yuncos y Santas Justa y Rufina, en Toledo. Eventualmente, obtuvo una canonjía en la Catedral de Toledo, donde ejerció como capellán mozárabe durante muchos años. Entre sus escritos, la obra más reconocida es la "Descripción de la imperial ciudad de Toledo", publicada en 1604. También es recordado por su cautela respecto a los escritos de Santa Teresa de Jesús. Existen dos retratos suyos, ambos realizados por El Greco, siendo el más famoso el que se conserva en un museo de Texas.
Su obra más importante, "Descripción de la imperial ciudad de Toledo", conocida también como "Historia de Toledo", fue impresa en 1604 por el impresor Pedro Rodríguez. Aún se conserva el contrato de impresión, que es similar a otros de la época, como el del padre Juan de Mariana, ambos comentados en detalle por Hilario Rodríguez. En dicho contrato se pueden ver las firmas de los involucrados, así como la del notario que lo legalizó. Cabe señalar que el editor no fue completamente honesto con Pisa en cuanto a los términos del acuerdo.
Francisco de Pisa mantuvo una relación duradera con la Universidad de Toledo, donde su nombre aparece frecuentemente en los documentos oficiales de la época. Por ejemplo, en un acta de septiembre de 1608, su nombre se menciona inmediatamente después del maestrescuela, con el título de "decano de Teología y Artes", un reconocimiento que solo él y el maestrescuela recibieron en dicho documento.
El testamento de Pisa fue publicado por Juan Carlos Gómez-Menor y fue redactado el 12 de septiembre de 1613, con un breve codicilo añadido posteriormente. En su testamento, Pisa se refería a sus propiedades como "mi pequeña hacienda y pobreza y bienes temporales". Aunque no era pobre, su estilo de vida reflejaba una modestia propia de su condición clerical. La mayor parte de su herencia fue destinada a órdenes religiosas, así como a sus criados, en particular una mujer llamada Polonia de los Ángeles. Además, dejó donaciones para los pobres y aumentó la dotación de una cátedra en la Universidad. Solicitó ser enterrado en la Capilla Mozárabe de la Catedral y nombró a su alma como su "heredera universal", para que sus bienes fueran distribuidos en limosnas y obras de caridad.