Colaboración de Lluciá Pou Sabaté, prof UNIR.
Un recorrido por la historia de la institución nupcial
Leo con gusto un escrito de Joan Carreras del Rincón, experto en Derecho canónico, donde habla de una revisión histórica sobre la institución del matrimonio, especialmente en el contexto cristiano, y su desarrollo a lo largo del tiempo, centrándose en los elementos simbólicos y jurídicos que han dado forma a las nupcias en Occidente. Me parece interesante ver esta evolución, para comprender la situación actual después de una mentalidad disruptiva con respecto a ese tutelaje eclesiástico del matrimonio.
Las cuatro etapas de la historia nupcial
- Los
cristianos se casaban como los demás
En los primeros siglos del cristianismo, hasta aproximadamente el siglo XII, los cristianos se casaban siguiendo los ritos y costumbres nupciales de las sociedades en las que vivían, sin diferencias significativas respecto a otras culturas. En esta etapa, no había ritos litúrgicos específicamente cristianos para el matrimonio. Las "bodas cristianas" no eran más que bodas celebradas por personas de fe cristiana, compartiendo símbolos nupciales comunes. - Todos debían
casarse como lo hacían los cristianos
En el siglo XII, se produjo un cambio drástico en las prácticas matrimoniales. A partir del Concilio IV de Letrán (1215), el consentimiento mutuo en palabras de presente entre los esposos se convirtió en el elemento central del matrimonio. Aunque antes de esto las bodas seguían el esquema de esponsales y nupcias, el consentimiento verbal pasó a ser el acto jurídico más relevante, desplazando otras fases y símbolos nupciales. Digamos que la Iglesia comienza a tomar las riendas de la celebración del matrimonio. - Cada uno
pretende casarse a su modo
La modernidad trajo una visión contractual y legalista del matrimonio, donde las uniones se validaban solo con el consentimiento mutuo, sin requerir una ceremonia pública. Esta libertad, aunque promovía la autonomía individual, provocó un "espejismo del matrimonio legal", reduciendo el matrimonio a un mero acto formal y separándolo de su dimensión sacramental y sagrada. - Muchos
querrán casarse como lo hacen los cristianos
En esta fase, apenas en sus inicios, se intuye un regreso a la sacralidad del matrimonio. La visión del Papa Francisco busca restaurar el matrimonio cristiano como un acto no solo jurídico, sino sacramental, donde los símbolos nupciales juegan un papel importante en la nueva evangelización. El matrimonio es visto como un sacramento universal desde la Creación, elevado por Cristo en la Nueva Alianza.
Símbolos y signos nupciales
El matrimonio ha estado acompañado siempre de símbolos y signos que representan la unión de los esposos y su alianza ante Dios. A lo largo de la historia, algunos de estos símbolos han adquirido una relevancia particular en la liturgia y la cultura cristiana.
- El acto conyugal: Durante siglos, el acto conyugal fue el símbolo más importante del matrimonio, señalando la consumación de la unión entre los esposos. Aunque en la actualidad el consentimiento verbal ha eclipsado este símbolo, el acto conyugal sigue siendo un signo poderoso y sagrado de la unidad conyugal.
- El consentimiento matrimonial: A partir del siglo XII, el consentimiento matrimonial se consolidó como el signo principal de la boda. La declaración verbal de los esposos ante testigos, en el contexto de la ceremonia litúrgica, se convirtió en el eje central del rito matrimonial. Durante el segundo milenio, los novios buscaban la bendición del sacerdote para sellar su alianza, pero para evitar imprudencias de matrimonios juveniles poco seguros, y asegurar que no había otra unión cristiana, la Iglesia quiso controlar y hacer una ceremonia donde los esposos son los ministros, y el testigo cualificado lo pone la Iglesia junto a otros testigos. Esta evolución refleja una transformación de la simbología nupcial hacia una formalización jurídica, aunque la unión conyugal sigue siendo vista como algo sagrado.
Conclusión
A lo largo de la historia, el matrimonio cristiano ha pasado por varias transformaciones, desde seguir los ritos culturales prevalentes hasta convertirse en un acto litúrgico con símbolos distintivos y una dimensión sacramental. Aunque en la modernidad el matrimonio se ha secularizado en gran medida, la Iglesia continúa promoviendo una visión sacramental que invita a los esposos a vivir su unión como un signo de la alianza divina.
El análisis de Joan Carreras me parece bien fundamentado, al considerar tanto los aspectos históricos como los simbólicos del matrimonio, ayudando a comprender cómo la Iglesia ha ejercido un papel crucial en su configuración jurídica y espiritual. Además, abre una puerta a reflexionar sobre el futuro del matrimonio cristiano, en un contexto donde se busca combinar tradición con renovadas visiones teológicas.