Detalle de la imagen de San Virila que se ubica en la fuente ne la que se durmió San Virila, aquel abad de Leyre que desapareció de su tiempo y de su mundo como quien se echa una siesta bajo el sol. Su historia es similar a la de aquellos que pasan de un sitio a otro caminando por un camino o carretera y de pronto se encuentran en otro sitio, en otra época. La historia de San Virila podría tener una explicación científica, al menos en el futuro. Cuentan que fue un 26 de octubre cuando su nombre volvió a recordarse en el monasterio y que no ha dejado de hacerse en los calendarios desde entonces, al menos en los parajes de Navarra. No es que se le recuerde por haber hecho milagros portentosos ni por haber llevado vida de santos de las que se escriben en letras de oro. No, Virila era un monje de esos que viven para mirar el cielo y perderse en los rumores de la sierra, con una paz o deseo de meditar, que lo empuja a retirarse de vez en cuando al monte, lejos de los rezos comu...