Ir al contenido principal

Cinco mártires de la guerra civil española nacieron un 2 de julio

Fuente: La Catedral de los Mártires

Cinco mártires de la guerra civil española nacieron un 2 de julio: un lasaliano ilerdense, un sacerdote diocesano y dos laicos de Valencia, más una monja guipuzcoana de la Visitación.
Joaquim Pallerola Feu (hermano Leonci Joaquim de las Escuelas Cristianas), de 44 años y natural de La Seu d’Urgell (Lleida), fue asesinado el 1 de septiembre de 1936 en Vinyols i els Arcs (Tarragona) junto con otro lasaliano (ver artículo del 20 de enero), y beatificado en 2013.



Lo mataron por ser cura y porque así triunfaría la revolución
Diego Llorca Llopis, de 40 años y oriundo de Oliva (Valencia), era sacerdote desde 1925 y al estallar la guerra era coadjutor en Benissa (Alicante). El jueves anterior a la revolución, dijo a las Marías de los Sagrarios, según una de las mujeres de esa asociación: “Se acercan días difíciles y hemos de estar preparados para el martirio. Y pensar que llegará el momento que no haya sagrario entre nosotros. Yo por mí estoy preparado para lo que Dios disponga”. Según su hermana, “a los pocos días, los milicianos, que por ser apolítico, no le guardaban rencor, le facilitaron un coche y ellos mismos le acompañaron a nuestra casa de Oliva” (Valencia). Según su hermana Luisa, “estaba siempre muy animado. Creía que el movimiento no duraría mucho. Y cuando le proponíamos que saliera a otra casa a esconderse, él siempre decía que no tenía por qué esconderse, que no había hecho daño a nadie. Aunque él sabía la gravedad del momento, ya que se le veía muy pensativo. Pero siempre sereno”.

Sobre su detención, declaró una hermana del sacerdote: “El día 5 de septiembre de 1936 ya por la mañana, alrededor de las 10, se presentaron tres milicianos y preguntaron si había armas en la casa, pero mi padre les contestó que no tenía otras armas que la hoz y la azada. Prefirieron registrar la casa, y a él no le vieron. Por la tarde del mismo día, hacia las 4, vinieron nueve milicianos y preguntaron a mi padre por su hijo. Y mi hermano que estaba en la habitación, salió al ser llamado por mi padre. Y dijo mi hermano: ¿Qué se les ofrece?; los milicianos contestaron: Que el comité quería hacerle unas preguntas. Al llevárselo dijo a mi madre: Adiós madre e igualmente nos miró a todos como despidiéndose. Luego, vuelto a los milicianos, les dijo: Vamos allá. Se lo llevaron al comité y allí estuvo hasta media noche, que se lo llevaron al término de Gata y allí le mataron”. También otra hermana confirmó que “nos miró muy demacrado y volviéndose a mi madre le dijo: Adiós madre”. Evaristo Miñana Sendra, amigo del sacerdote, escuchó de uno de los milicianos “que habían matado a D. Diego Llorca, por ser cura y porque creían iban a ganar la revolución. Y aún se explayó más conmigo, al preguntarle yo cuál había sido la reacción de D. Diego, cuando le dijeron que iban a matarle, y recuerdo que este miliciano me dijo textualmente: Cuando supo que le íbamos a matar, D. Diego sólo nos pidió que nos esperáramos un poco, pues quería perdonarnos, como lo hizo así, y luego al disparar contra él murió gritando: ¡Viva Cristo Rey!”. Fue beatificado en 2001.

Dos mártires de Onteniente

Manuel Torró García, de 34 años y natural de Onteniente (Valencia), fue asesinado el 21 de septiembre de 1936 en Benisoda (Valencia) y beatificado en 2001. Con él mataron al también beato ontiñentino Vicente Galbis Gironés -casado , padre de un hijo y abogado de 26 años- y a otros cuatro católicos.


Galbis militó en la Juventud Católica, más tarde Juventud de Acción Católica, Se casó en septiembre de 1935 con María Desamparados Bonastre Oltra y tuvieron un hijo en julio de 1936. Nunca se metió en política, y cuando en la revolución le propusieron que se hiciera abogado de organizaciones de izquierdas, se negó “porque no podía ser abogado de gentes que profanan imágenes y desvalijan templos”. En la madrugada del 21 de septiembre fueron a por él, se dio cuenta de su destino y se despidió con plena conciencia de su esposa. Llevado a la cárcel, lo sacaron de ella a las dos horas para llevarlo a la muerte.


Torró se casó en 1926 con Rosario Romero Almenar; terciario franciscano, fue el primer presidente de la Acción Católica en la parroquia de San Carlos y también lo era de la Adoración Nocturna. Tras las elecciones de febrero de 1936, dirigió el grupo de vigilancia nocturna para evitar que incendiaran la parroquia, dejándolo después de estallar la guerra, por ser ya inútil el intento. El párroco llevó a su casa el copón con las sagradas formas y los domingos lo llevaban a casa de sus padres para leer los textos de la misa y comulgar. Se negó a esconderse, le dijo a su esposa que estaba dispuesto al martirio, y confesó el día de la Asunción. El día 21 de septiembre fueron a por él, les dijo que los perdonaba y a uno de ellos le dio su tabaco. Se puso un traje limpio consciente de que iba al martirio, en señal de la alegría con que recibía la muerte por Cristo.



Josefa Joaquina (Engracia) Lecuona y Aramburu, de 39 años y oriunda de Oyarzun (Guipúzcoa), fue una de las seis salesas asesinadas el 18 de noviembre de 1936 en los Altos del Hipódromo en Madrid (ver artículo del aniversario) y beatificadas en 1998.



El también ontiñentino José María Zabal Blasco, de 34 años, fue asesinado el 8 de diciembre de 1936 en el Picadero de Paterna (ver artículo del aniversario) y beatificado en 2001.



Más sobre los 1.523 mártires de la guerra civil española, en “Holocausto católico”.

Entradas populares de este blog

Historia breve de la reina cadáver en el trono de Portugal

El trono de Portugal fue ocupado en el siglo XIV por una reina que fue coronada póstumamente. Inés de Castro fue una gallega noble y poderosa que llegó a Portugal como dama de compañía de su prima Constanza que fuese la futura esposa de Pedro I, heredero del trono de Portugal. Pero Pedro e Inés se enamoraron al verse y se hicieron amantes al poco tiempo. En el año de 1344, el padre de Pedro, el rey Alfonso IV, atento a estos amores, mandó a Inés a Badajoz para alejar a los amantes, pero lejos de separarlos la distancia incrementó la fuerza de este amor. En 1345 Constanza muere tras dar a luz y, entonces, Pedro manda llamar a Inés contra la voluntad de su padre. Los enamorados se instalan en Coimbra para vivir juntos y de esta unión, clandestina, nacen cuatro hijos. Para poder casarse solicitan dispensa papal porque el Derecho Canónico prohíbe las uniones entre primos carnales, necesitan pues un breve papal que dispense esta consanguinidad. Su petición es...

Literatura fenicia

    Misterio, leyenda y realidad envuelven la literatura del pueblo fenicio, pero todo lo que queda son una serie de inscripciones, algunas pocas de las cuales tienen carácter netamente literario, constituyendo alguna narración histórica, poemas, etc., monedas, fragmentos de la Historia de Sanjuniatón y del Tratado de Magón, o la traducción al griego del viaje de Hannón el Navegante y el texto del Poenulus de Plauto. Tuvieron bibliotecas y una rica producción literaria heredera del pasado cananeo, de la que son una parte ínfima las obras redactadas por Filón de Biblos o Menandro de Éfeso.

El evangelio de Cerinto (120-150 d.C.)

Cerinto (aproximadamente 100 d.C.) fue un líder hereje gnóstico, que utilizaba un evangelio alterado para impulsar su teología gnóstica. Su evangelio también era utilizado por el maestro herético, Carpócrates, y aunque el texto está perdido, se dice que era idéntico al Evangelio de los Ebionitas. Los padres de la iglesia primitiva identificaron a Cerinto como hereje porque seguía la ley judía, negando que Dios hubiera hecho el mundo físico, y negando la encarnación de Jesús y que éste fuese Dios encarnado. Irineo incluyó un relato de Cerinto en su obra “Contra las herejías” (sobre 170 d.C.). Cualquier texto que Cerinto pudiera haber usado con sus seguidores, fue aparentemente herético a los ojos de los testigos canónicos. La tradición de la iglesia primitiva dice que Juan el evangelista despreciaba tanto a Cerinto como hereje, que se rehusó a ser visto en la misma casa de baño. Esta misma tradición reporta que Juan escribió el evangelio de Juan para registrar...