A escasos kilómetros
de Sevilla capital los romanos decidieron hacer una ciudad que dio emperadores
a Roma. Roma era majestuosa pero también simbólica, así vemos como sobre las
siete colinas sobre las que se había construido Roma, allá en el lugar donde la
loba amamantó a Rómulo y a Remo, aquí en la Península Ibérica los romanos
habían encontrado un lugar que les hablaba de su tierra natal. Habían
encontrado un valle fértil, con un caudaloso río navegable y camino de lo que
ellos denominaron -y así quedó por los siglos de los siglos-, la Ruta de la
Plata, encontraron una sucesión de montículos de edad geológica muy antigua,
suaves, siete en total y que son visibles según iniciamos camino hacia el Este,
tomamos el puente del Alamillo para iniciar camino por la Ruta de La Plata o la
Autovía con dirección a Extremadura. Las siete colinas se suceden constituyendo
antesala de lo que habría de ser la ciudad militar, sanitaria y cultural que
reproducía a pequeña escala todos los lujos de Roma. Era una ciudad para el
descanso y solaz del soldado convaleciente, pero había casas familiares,
teatro, anfiteatro; y en su arqueología podemos estudiar clara y fácilmente lo
que fue y cómo fue la casa romana, la vida romana, la filosofía de roma
trasplantada a Hispalis.
Las llamadas “Ruinas
Itálicas” son los restos de esta ciudad al pie del río, hoy integrada en el
término de Santiponce, pueblo que si sabe a nuevo es porque en realidad lo es;
lo más antiguo es el Monasterio de San Isidoro del Campo, que representa un
puntal de la fe sevillana y lugar de retiro de Guzmán el Bueno; por lo que se
refiere a Santiponce, el originario se lo habría tragado el río con su furia en
sus continuas riadas, hasta que en un momento de la Historia se decidió subir
un poco la población para salvarla de las aguas.
El conjunto
patrimonial que suponen Itálica y el Monasterio de San Isidoro del Campo, San
Isidro del Campo en muchos documentos del siglo XVI y posteriores, es de
singular valor cultural. Arqueología, Historia, religión, religiosidad popular
y un largo etc. al que acompañan los vinos y cocina típicos de la zona.