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Manuela Malasaña en el Levantamiento del 2 de Mayo de 1808 en Madrid



Manuela Malasaña es la mujer que da nombre al barrio madrileño por su actuación en el Levantamiento del 2 de Mayo de 1808 en Madrid. 

El 2 de mayo de 1808, Madrid se encontraba bajo el control del ejército de Napoleón Bonaparte, cuyos soldados y autoridades estaban acampados en el Parque del Buen Retiro y las áreas circundantes. El descontento entre los madrileños por la ocupación francesa era considerable debido a los abusos y amenazas de los soldados. 

El general Murat, comandante del ejército napoleónico, había conseguido que los militares españoles, conscientes del poderío francés, se mostraran sumisos. Madrid carecía de armas, ejército o defensores que no fueran los propios soldados de Napoleón.

En la mañana del 2 de mayo, numerosos madrileños se congregaron frente al Palacio Real, atraídos por la noticia de que Murat planeaba enviar a los hijos de Fernando VII a Bayona, Francia. 

La población, desconfiada y alarmada, se reunió para verificar la veracidad de esta información. Los ánimos se caldearon cuando un carruaje con la infanta María Luisa partió del palacio rumbo al norte. Enfurecidos y convencidos de que los infantes estaban siendo llevados contra su voluntad, los madrileños se lanzaron contra los guardias napoleónicos, iniciando así el levantamiento del Dos de Mayo.

Entre la confusión y el caos, Manuela Malasaña, una joven costurera que trabajaba en un taller cercano, de 15 años, se vio inmersa en la batalla. 

Menos de una hora después del asalto al Palacio Real, Madrid se había convertido en un campo de batalla donde los vecinos, armados con cuchillos y herramientas improvisadas, combatían contra la infantería francesa. 

Las revueltas se concentraron en diversos puntos clave de la ciudad, y los madrileños se enfrentaron a los soldados franceses con una ferocidad inesperada.

El levantamiento encontró su núcleo de resistencia en el Parque de Monteleón, donde los capitanes de artillería Juan Daoíz y Pedro Velarde se unieron a los sublevados, apostando cañones en las puertas del recinto. 

Manuela Malasaña, sorprendida por los disparos y el clamor popular, decidió dirigirse hacia el Parque de Monteleón. Durante su camino, fue interceptada por una patrulla francesa que intentó abusar de ella. Defendiéndose con sus tijeras de costura, logró escapar y se unió a los defensores del parque.

La resistencia en Monteleón fue feroz. Sin embargo, los franceses lograron finalmente tomar el parque, y entre los caídos se encontraba Manuela Malasaña, cuya muerte tuvo un profundo impacto en los vecinos de su barrio natal, entonces conocido como Maravillas. 

Su sacrificio quedó grabado en la memoria colectiva, y en 1879, las autoridades madrileñas renombraron el barrio en su honor, reconociendo su valentía y su lucha por la libertad.

Hoy en día, el barrio de Malasaña es un vibrante centro cultural, conocido por su vida nocturna, tiendas de moda y locales alternativos. Sin embargo, el espíritu de Manuela Malasaña sigue presente, recordándonos la importancia de la lucha por la libertad y la justicia. Su historia, ejemplo de coraje y resistencia, continúa inspirando a quienes transitan por las calles que un día fueron testigo de su heroísmo.

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