Esta es la ta Trágica historia de Catalina de Aragón, princesa, reina y divorciada.
En el verano de 1501, la infanta Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos, dejó su hogar en España para embarcarse hacia Inglaterra, un país del que nunca regresaría. Dejó atrás su infancia en la querida Granada, donde había vivido desde la reciente conquista de la ciudad. Sus padres, los Reyes Católicos, la habían elegido para sellar una alianza matrimonial con la emergente dinastía Tudor, uniendo fuerzas contra su gran rival, Francia.
Matrimonio con Arturo Tudor
El destino de Catalina era casarse con Arturo Tudor, el primogénito del rey Enrique VII de Inglaterra y heredero al trono. Catalina, descendiente por línea materna de la casa de Lancaster, aportaba una legitimidad adicional a los Tudor, consolidando así el joven reinado de Enrique VII. Sin embargo, su matrimonio duró poco; Arturo falleció en menos de un año, víctima de una enfermedad conocida como el "sudor inglés", que se caracterizaba por una intensa sudoración y alta mortalidad.
Viudez y Matrimonio con Enrique VIII
La muerte de Arturo dejó a Enrique VII en una encrucijada: su segundo hijo, Enrique, aún era menor de edad, y devolver a Catalina a España significaba restituir la dote que había recibido. Por lo tanto, Catalina permaneció en Inglaterra durante siete años, donde asumió el papel de embajadora de su padre. Educada, políglota y políticamente astuta, Catalina destacó por su inteligencia y habilidades diplomáticas.
En 1509, tras la muerte de Enrique VII, su hijo Enrique VIII ascendió al trono. Ansioso por asegurar la continuidad dinástica, Enrique decidió casarse con Catalina. Aunque el derecho canónico prohibía que un hombre se casara con la viuda de su hermano, se hizo una excepción bajo la premisa de que el primer matrimonio no se había consumado. Sin embargo, años después, Enrique usaría este mismo argumento en su contra para solicitar la anulación de su matrimonio, alegando que la unión estaba maldita y era "indecente a los ojos de Dios".
La Lucha por un Heredero
La urgencia de Enrique VIII por asegurar un heredero quedó demostrada por los seis embarazos que Catalina sufrió en nueve años, aunque solo una hija, María, sobrevivió. María, nacida en 1516, se convertiría más tarde en reina bajo el nombre de María I, conocida en la historia como "María la Sanguinaria" debido a su persecución religiosa.
La falta de un heredero varón y la atracción de Enrique por Ana Bolena llevaron al rey a buscar la manera de librarse de Catalina. Sin embargo, el papa Clemente VII, quien se encontraba bajo la influencia del emperador Carlos V, sobrino de Catalina, se negó a conceder la anulación. Esta negativa desencadenó una crisis que culminó con la ruptura de Inglaterra con la Iglesia de Roma y el establecimiento de la Iglesia de Inglaterra en 1533. Ese mismo año, Enrique se casó con Ana Bolena, y Catalina fue degradada al estatus de "princesa viuda de Gales".
La Reina Querida por el Pueblo
A pesar de la indiferencia y eventual rechazo de su esposo, Catalina de Aragón fue profundamente respetada y querida por sus súbditos. Dotada de una formación religiosa y humanista, se distinguió por su piedad y sensibilidad. Inició programas de ayuda a los pobres y donaba regularmente a organizaciones de caridad, especialmente en días santos. Su popularidad aumentó cuando intervino para pedir clemencia por los implicados en los disturbios del Evil May Day en 1517, defendiendo a los inmigrantes flamencos.
Catalina era también una figura respetada en la corte, con partidarios que intentaron, sin éxito, que Enrique reconsiderara su decisión de divorciarse. Incluso Thomas More, entonces Lord Canciller, defendió su causa, pagando con su vida. A pesar de las circunstancias adversas, Catalina fue vista como una de las reinas más ilustradas de su tiempo, interesada en la educación y en las ideas humanistas. Mantuvo correspondencia con figuras como Erasmo de Rotterdam y patrocinó al humanista Juan Luis Vives, quien escribió un influyente tratado sobre la educación de la mujer cristiana por encargo suyo.
Últimos Años y Legado
Catalina dedicó gran parte de su vida a la educación de su hija María, asegurándose de que recibiera una formación que le permitió, a pesar de los obstáculos, acceder al trono en 1553. Después de su divorcio, Catalina fue separada de María, y ambas se negaron a reconocer a Ana Bolena como reina.
El 7 de enero de 1536, Catalina de Aragón murió en el castillo de Kimbolton, en la reclusión. Fue enterrada en la catedral de Peterborough con el título de "princesa viuda de Gales". Enrique VIII no asistió a su funeral y prohibió a María que lo hiciera. Sin embargo, hasta el final, Catalina se consideró la única reina legítima. Su tumba sigue siendo un lugar de peregrinación, donde cada 29 de enero se celebra una misa católica en su honor, un hecho notable en una iglesia anglicana. Entre las esposas de Enrique VIII, Catalina es la que más afecto y respeto ha suscitado tanto en vida como en la posteridad.
