La creadora lejana del Museo del Prado no es otra que Doña María de Austria, hija de Juana I de Castilla, mal llamada "la Loca", que inició la colección real de pinturas que posteriormente se transformaría en el museo más relevante de España, una mujer que está en el origen del mayor tesoro de nuestro Patrimonio Nacional, el Museo del Prado.
No se trata de Isabel de Braganza, la segunda esposa de Fernando VII, que es la reconocida por el Museo del Prado, por su papel en la apertura de la pinacoteca, sino otra persona, una mujer anterior en tiempo que llevó a la creación del Museo, María de Austria, infanta de España y también reina consorte de Hungría, más conocida como Doña María de Hungría.
Doña María fue la quinta y última hija de Juana de Castilla, su hija menoe, la benjamina. Nació en Bruselas en 1505. A los 16 años, siguiendo las costumbres de la época, fue utilizada como peón en la política matrimonial de la dinastía, casándose con su primo Luis Jagellón, rey de Hungría, matrimonio que duró menos de cinco años pues Luís Jagellón murió en 1526 combatiendo a los turcos, dejando a Doña María viuda y sin hijos a los veinte años. Los turcos dando siempre problemas, ahora han conquistado la televisión española con sus series que son la antítesis de los que debe ser una buena producción cinematográfica.
Pero sigamos con el tema.
María abandonó Hungría, pero conservó el título de reina y adoptó el atuendo de viuda, similar al de una monja, las viudas solían vestir con manto, como beatas, para defender a ojos de todos su castidad y para decir al mundo, un poco, que estaban de vueltas de todo y que lo único que les interesaba era la vida honesta, piadosa, la oración.
A pesar de su juventud, su hermano Carlos, rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, la nombró en 1531 gobernadora de los Países Bajos. Sin duda todo un acto revolucionario el de nuestro Carlos I, poner en el trono, gobernando, a una mujer jóven de 20 años, no era un hecho novedoso, era revolucionario, para que digan después de nuestra Corona.
Este territorio que se le encomendó, que comprendía las actuales Bélgica, Holanda y parte de Francia, era la joya de la corona de los Austrias, la cuna de la pintura flamenca.
Doña María gobernó durante 25 años con eficacia y justicia, protegiendo las artes y las ciencias; y, también, acumulando una magnífica colección de pintura y una gran biblioteca.
Su influencia política no se limitó a los Países Bajos, sino que se extendió por toda Europa.
Medió entre sus hermanos Carlos y Fernando, evitando un conflicto fratricida y facilitando la sucesión del imperio a Fernando y los reinos de España a Felipe II.
Uno de los logros más importantes de Doña María fue contratar a Tiziano, encargándole el retrato ecuestre de Carlos V y las Furias, obras que hoy son iconos del Museo del Prado. Gracias a ella, el Prado posee la mejor colección de Tizianos del mundo.
La influencia cultural de Doña María también dejó una profunda huella en Felipe II, su sobrino, quien tras un viaje por Italia, Alemania y los Países Bajos, quedó impresionado por el lujo y el arte que su tía le mostró. Este viaje lo convirtió en un gran coleccionista de pintura flamenca y motivó la inclusión en el Prado de obras maestras de El Bosco y Patinir.
En 1556, Carlos V abdicó y se retiró a un monasterio en España y Doña María lo siguió, estableciéndose en Cigales. Llevó consigo parte de su biblioteca y su colección de arte, incluyendo el "Descendimiento" de Van der Weyden, una de las joyas más preciadas del Museo del Prado.
Carlos I falleció en 1558 y Doña María poco después. En su testamento, dejó sus obras de arte a Felipe II, contribuyendo de manera significativa a la formación de la colección de arte de la Corona española, que en 1819 Fernando VII convertiría en el Museo del Prado.