La levitación es un fenómeno extraordinario y visible, ya que implica la suspensión de una persona en el aire, un evento que, por su naturaleza, es difícil de pasar por alto.
A diferencia de otros signos de santidad, como la incorrupción de los cuerpos, la levitación tiene un efecto limitado en el tiempo, lo que hace que los testimonios de los testigos presenciales sean cruciales para su validación.
En su obra The Catholic Guide to Miracles: Separating the Authentic from the Counterfeit (La guía católica de los milagros: Separando lo auténtico de lo falso) publicada en 2021, Adam Blai, un laico experto en demonología y exorcismos, investiga la autenticidad de la levitación y otros fenómenos extraordinarios.
Blai, quien ha trabajado extensamente en la formación de sacerdotes y laicos y es miembro auxiliar de la Asociación Internacional de Exorcistas, enfatiza que la Iglesia ha sido históricamente cautelosa frente a las exageraciones y posibles invenciones en torno a los milagros.
Blai explica que la Iglesia considera fundamental contar con testimonios directos de aquellos que han experimentado la levitación o de los testigos que la presenciaron.
Incluso con estos relatos, la Iglesia examina cuidadosamente la fiabilidad de los testigos y las posibles motivaciones detrás de sus declaraciones.
Los relatos posteriores ampliaron estas historias, describiendo cómo San Francisco se elevaba hasta las copas de los árboles o incluso al cielo, hasta casi desaparecer de la vista.
Sin embargo, una investigación exhaustiva realizada por la Iglesia en 1245, apenas diecinueve años después de su muerte, incluyó entrevistas a muchas personas que habían conocido a Francisco y ninguna mencionó la levitación. Pudiera ser que si las levitaciones tenían lugar en el convento, los ciudadanos no lo vieran o pocos fuesen testigos de ello.
Esto plantea una cuestión: ¿San Buenaventura accedió a fuentes que no han perdurado o las historias de levitación fueron simplemente relatos que él escuchó y transmitió como hechos?.
Aunque se podría pensar que las personas del pasado, especialmente en la Iglesia, eran fácilmente engañadas o indiferentes a la verdad, la Iglesia ha aplicado consistentemente los métodos más rigurosos disponibles para investigar milagros.
El desarrollo de estos relatos rara vez se debe a engaños deliberados; más bien, se debe a que los escritores piadosos transmitieron historias que circulaban entre los devotos de los santos.
A la luz de este patrón, no se deben descartar automáticamente todas las afirmaciones de levitación en la vida de los santos, pero deben ser abordadas con el debido escepticismo y rigor.