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Alicia de Battenberg

 


La Historia de la Princesa Alicia: Heroína de la Segunda Guerra Mundial

La princesa Alicia de Battenberg, madre del príncipe Felipe, duque de Edimburgo y suegra de la reina Isabel II del Reino Unido, es recordada por su extraordinaria valentía durante uno de los periodos más oscuros de la historia europea. 

Aunque algunos la asocian simplemente con su vestimenta monástica, su vida fue marcada por acciones heroicas, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando salvó a una familia judía de la persecución nazi. 

Debido a su coraje y altruismo, fue reconocida como “Justa entre las Naciones”, un honor que el Estado de Israel otorga a aquellos no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar a otros durante el Holocausto.

Infancia y Juventud de la Princesa Alicia

Nacida en 1885 en el Castillo de Windsor, la princesa Victoria Alicia Isabel Julia María de Battenberg fue hija del príncipe Luis de Battenberg y la princesa Victoria de Hesse-Darmstadt, y bisnieta de la reina Victoria de Reino Unido. Su infancia transcurrió entre Londres y Malta, en un entorno de lujo y privilegio típico de la nobleza europea del siglo XIX.

Desde pequeña, Alicia mostró dificultades en el habla, lo que llevó a su diagnóstico de sordera congénita. A pesar de esta discapacidad, con el apoyo de su madre, aprendió a leer los labios en inglés y alemán; y posteriormente también en griego, antes de su matrimonio con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca en 1903. 

Su boda fue un evento significativo, con la asistencia de la mayoría de los descendientes de la reina Victoria y el rey Cristián IX de Dinamarca.

La Vida Durante la Primera Guerra Mundial

Durante la Primera Guerra Mundial, Grecia enfrentó la guerra de los Balcanes y Alicia destacó como enfermera, colaborando en la creación de hospitales de campaña y ayudando a los médicos en cirugías. 

Por su dedicación, fue condecorada con la Real Cruz Roja en 1913. 

Sin embargo, la neutralidad de Grecia durante la guerra no protegió a su familia de la crisis política, lo que llevó al exilio de la familia real griega. A

licia y sus hijos vivieron como refugiados en varios países, enfrentando una vida de dificultades y sobrevivencia gracias a la ayuda de sus parientes.

Lucha Personal y Problemas de Salud Mental

Durante los años de exilio, Alicia atravesó un período de profunda depresión y desarrolló un intenso fervor religioso, llegando a afirmar que recibía mensajes divinos y tenía poderes curativos. Fue diagnosticada con esquizofrenia y, como resultado, fue internada en un sanatorio en Suiza. Durante este tiempo, su matrimonio se deterioró y perdió contacto con la mayoría de su familia, excepto con su madre.

Alicia salió del sanatorio tras dos años y en 1937, tras la trágica muerte de su hija Cecilia en un accidente aéreo, se reconectó con su familia en una situación de dolor compartido.

Segunda Guerra Mundial y Heroísmo en Grecia

Regresa Grecia, Alicia ahora dedica su vida a la caridad, trabajando para la Cruz Roja y organizando comedores y refugios para los necesitados durante la Segunda Guerra Mundial. 

Aunque la familia real griega nuevamente se exilió, ella permaneció en Atenas, enfrentándose a la ocupación nazi.

En 1943, cuando los nazis ocuparon Grecia y comenzaron a deportar a la población judía, Alicia tomó la valiente decisión de esconder a la familia Cohen en su residencia en Atenas. Esta familia había ayudado previamente al suegro de Alicia, el rey Jorge I de Grecia y la princesa consideró un deber moral protegerlos. 

Cuando la Gestapo sospechó de sus actividades y la interrogó, Alicia utilizó su sordera como excusa para evitar el registro del palacio, salvando así a la familia Cohen, que sobrevivió a la guerra y posteriormente se estableció en Francia.

Últimos Años y Reconocimientos

Tras el final de la guerra y después de la abolición de la monarquía en Grecia en 1967, la princesa Alicia se trasladó al palacio de Buckingham para vivir con su hijo Felipe y su nuera, la reina Isabel II. 

A lo largo de su vida, permaneció profundamente religiosa, fundando una orden de enfermería de religiosas ortodoxas griegas y donó todas sus joyas para apoyar causas caritativas.

Alicia falleció en 1969 en el palacio de Buckingham y en 1988, sus restos fueron trasladados al Monte de los Olivos en Jerusalén, cumpliendo su último deseo de ser enterrada junto a su tía, la mártir Isabel Fiódorovna. 

En 1994, fue reconocida póstumamente como “Justa entre las Naciones” por sus actos heroicos durante la Segunda Guerra Mundial. 

Su hijo, el duque de Edimburgo, pronunció un emotivo discurso en la ceremonia, destacando que para su madre, ayudar a otros en tiempos de necesidad fue una reacción natural.

En 2018, su bisnieto, el príncipe William, visitó su tumba en Jerusalén, acompañado por miembros de la familia Cohen, honrando la memoria de una mujer cuyo coraje y compasión dejaron una huella indeleble en la historia.

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