Ir al contenido principal

Gnosticismo



Se trata de un conjunto de doctrinas sincrético-religiosas, que adoptaron las enseñanzas de origen iraní, judeo-cristianas, caldeas, babilonicas, egipcias e hindúes. 

Sson sus principales promotores entre los cristianos Simón el Mago, Cerinto, Carpócrates, Valentino, Satrunino y Basílides, entre muchos otros. Puede reconocerse en la mayoría de los autores gnósticos influencias tanto del pensamiento griego, principalmente en las ideas de Plotino, como de la teología mística y especulativa de la Sinagoga, la Cábala, que habría sido pervertida con la influencia de las doctrinas panteístas babilónicas, iranís y persas, como del sabeísmo, que daba culto a los astros y otras tradiciones religiosas de corte pagano durante los años del obligado exilio entre los siglos VI a IV antes de Cristo. Estas influencias las sitúan algunos historiadores incluso en el s. XVI a.C. durante el período del destierro en Egipto. 

La visión ‘racionalista’ de los misterios divinos y su rechazo total  al recurso de la Fe, impidió a los gnósticos captarlos en su total dimensión y profundidad ya que para ellos, la Fe, debía ser reemplazada por los la filosofía. 

La Verdad según los gnósticos, sólo podía ser alcanzada mediante la razón, y los misterios de la Fe quedaron subordinads a las doctrinas que en origen reconocen sólo al hombre y no al Dios. 

El gnosticismo sostuvo la existencia de un conocimiento particular o especial, superior a la Fe, cuya consecución permitía alcanzar o asegurar la salvación del alma. Este  ‘conocimiento’ o conocimiento-revelación, venía legado por un Revelador Celeste o espiritual sólo a unos pocos elegidos, o iniciados, lo que constituía el fundamento y garantía de la futura salvación. Esto suponía que la Fe quedaba relegada así como la trascendencia de las buenas obras para la salvación.

Su filosofía esgrimía un maniqueismo, dualismo, y creían que el origen de todas las cosas tenía un único origen o super-principio (monismo ontológico), el Pléroma, lo Absoluto, que a la vez se identificaba con la Nada; recurrieron a este dualismo para intentar resolver el problema del convepto del Mal. De forma que Dios era un ser ‘puro y espiritual’ que estaba fuera del mundo y sin contacto real con él, y tal motivo les hacía rechazar su naturaleza creadora. 

La actividad divina, puesto que Dios no tenía contacto con el mundo, era interpretada como una actividad concebida como una intermediación, donde el espíritu intermedio del que dependería las actuaciones sería el Demiurgo), que sería el verdadero autor del mundo sensible y material, al que identificaban con el principio del Mal. 

La concepción gnóstica del mal era una realidad positiva, lo que se situaba en abierta contradicción con la concepción cristiana del mal. El mal al igual que el bien  provenía de un principio común, que era lo Absoluto, el llamado Pléroma, donde ambos libraban un combate eterno. Esto explicaría el desdén o desprecio de los gnósticos por la noción de pecado. 

Creían que entre Dios y el mundo material existía una serie de seres espirituales, ‘Eones’, que procedían de una  emanación de Dios. El carácter, cualidad o calidad lo imprimía el grado de cercanía que tenían estos con el Absoluto; entendiendose que los más cercanos eran más perfectos que las entidades más lejanas.

Su visión del mundo material llevó a los gnósticos un total rechazo a todos los Sacramentos, en especial la Eucaristía. 

Jesucristo se entendía como la encarnación de un ser espiritual, un Eón, por Dios. Entendían que para lograr un conocimiento pleno no bastaba con recurrir a las Sagradas Escrituras, sino que debía recurrirse al ‘conocimiento gnóstico’. 

Yahveh según el gnosticismo era un ser espiritual superior pero de naturaleza caída, el Demiurgo, creador del mundo y de la materia, que habría logrado ser adorado por éstos como Dios. 

Equiparaban la redención a un mero acto de iluminación, ese es el verdadero significado de gnosis, mediante el cual el hombre podía liberarse de la prisión de la carne, de la prisión que suponía la materia para poder volver al mundo celestial o espiritual. 

El rechazo de la materia los llevó a rechazar la realidad de la resurrección de la carne. 

Dentro del gnosticismo varió, según corrientes, la necesidad del seguimiento de normas ascéticas, algunas las consideraron indispensables como Saturnino; y otras no como  Basílides. 

Algunos gnósticos llegaron a considerar legítimo renegar de la Fe, hay que recordar que es el tiempo de las persecuciones, lo que les llevaría a evitar el martirio, entendiendo que un ‘conocimiento liberador’ era una forma más elevada de martirio. 

Los gnósticos se distinguían en varios tipos: 

1) los ílicos o materiales, para los que no había salvación posible; 
2) los psíquicos, quienes se salvarían con la ayuda de Cristo y, 
3) los gnósticos (o perfectos) quienes ya tenían la salvación asegurada. 

Creían que el mundo material sería definitivamente destruido cuando el Demiurgo (o Yahveh) fuera sometido por Dios, restaurándose así todas las cosas. 


Entradas populares de este blog

MelKart

Primitivamente, MelKart fue una divinidad fenicia de Tiro, a la que estuvo consagrado en principio el templo de Heracles en lo que fue la antigua ciudad de Cádiz. Su culto se realizaba centrado en el fuego sagrado de las ciudades; y se extendió por todas las colonias de Tiro. Originariamente era un dios de la naturaleza, agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y la primavera. Su ritual comprendía ritos de muerte y resurrección cíclicos de cadencia anual, que coincidían con las estaciones del año. También era deidad marina, tenía carácter sincrético que también fue considerado “rey de la ciudad”, patrono de la ciudad de Tiro y que se transformó también en dios de la colonización y de la protección de la navegación, considerado por los tirios “el guía de sus viajes marítimos y exploraciones”, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que la ciudad de Cádiz en el otro extremo de la isla mayor, donde hoy conocemos   el islote de Sancti Pet

Literatura fenicia

    Misterio, leyenda y realidad envuelven la literatura del pueblo fenicio, pero todo lo que queda son una serie de inscripciones, algunas pocas de las cuales tienen carácter netamente literario, constituyendo alguna narración histórica, poemas, etc., monedas, fragmentos de la Historia de Sanjuniatón y del Tratado de Magón, o la traducción al griego del viaje de Hannón el Navegante y el texto del Poenulus de Plauto. Tuvieron bibliotecas y una rica producción literaria heredera del pasado cananeo, de la que son una parte ínfima las obras redactadas por Filón de Biblos o Menandro de Éfeso.

Decretos de Chamartín

Los Decretos de Chamartín  fueron firmados por Napoleón Bonaparte en 1808 el 4 de Diciembre tras la rendición de Madrid y suponían la abolición del  Antiguo Régimen en España, con inclusión del feudalismo y de la Inquisición española. Su nombre viene de la localidad en la que fueron sancionados por Napoleón, que hoy es un distrito de Madrid, Chamartín de la Rosa. Los decretos sólo tendrían vigencia en la España "afrancesada" de José I Bonaparte y del ejército francés, no se aplicandose en la España "patriota" , donde las Cortes de Cádiz tenían el poder en nombre de Fernando VII, que estaba cautivo en Francia, y que era el único rey al que reconocían. Los derechos de la Corona española, en virtud de las abdicaciones de Bayona, pasaron a Napoleón Bonaparte, que los cedió a su hermano José I Bonaparte, popularmente conocido como Pepe Botella, aunque al parecer era astemio. El cambio dinástico no fue aceptado por gran parte de los españoles    la re