Ir al contenido principal

Apolinarismo



Es el conjunto de doctrinas que desarrolló el obispo sirio, Apolinario de Laodicea (310-390). Había sido formado en el seno de la escuela teológica de Antioquía y, en un principio y en el marco de las controversias cristológicas, actuó como apologéta contra el arrianismo, que negaba la condición divina de Cristo, creyendo en esta lucha poder encontrar la solución y profundizar en el principio de la unidad del Logos encarnado, pero esto le llevó al error de negar la doble naturaleza, humana y divina,  de Cristo. 

Sostuvo que Cristo no podía ser un hombre normal entendiendo que para estar libre de todo pecado debía carecer de un alma racional necesariamente

Negó la plenitud de su divinidad, dedujo que Cristo era un ser intermedio, derivado de la unión sustancial entre Dios, el Hijo y un cuerpo inanimado. De allí que argumentara que  sólo tenía una única naturaleza: la divina, y que ésta, al encarnarse había tomado el lugar del alma racional y por tanto, no había asumido la condición humana de forma plena. Creyó dejar a salvo la santidad del Verbo ante el pecado, lo que es propio de la condición del alma humana. Apolinar sostuvo pues que en Cristo carecía de alma humana,  y que el elemento divino y humano se encontraban verdadera y sustancialmente unidas, dando preeminencia su divinidad en detrimento de su humanidad, siendo el Logos quien da vida o informa al cuerpo humano. 

Apolinar decía que Cristo era un ‘hombre celeste’. 

Fue condenada su filosofía por el papa San Dámaso I en el año 377, y tras el primer Concilio ecuménico de Constantinopla (381), el apolinarismo se extinguió poco tiempo después.

Entradas populares de este blog

MelKart

Primitivamente, MelKart fue una divinidad fenicia de Tiro, a la que estuvo consagrado en principio el templo de Heracles en lo que fue la antigua ciudad de Cádiz. Su culto se realizaba centrado en el fuego sagrado de las ciudades; y se extendió por todas las colonias de Tiro. Originariamente era un dios de la naturaleza, agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y la primavera. Su ritual comprendía ritos de muerte y resurrección cíclicos de cadencia anual, que coincidían con las estaciones del año. También era deidad marina, tenía carácter sincrético que también fue considerado “rey de la ciudad”, patrono de la ciudad de Tiro y que se transformó también en dios de la colonización y de la protección de la navegación, considerado por los tirios “el guía de sus viajes marítimos y exploraciones”, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que la ciudad de Cádiz en el otro extremo de la isla mayor, donde hoy conocemos   el islote de Sancti Pet

Literatura fenicia

    Misterio, leyenda y realidad envuelven la literatura del pueblo fenicio, pero todo lo que queda son una serie de inscripciones, algunas pocas de las cuales tienen carácter netamente literario, constituyendo alguna narración histórica, poemas, etc., monedas, fragmentos de la Historia de Sanjuniatón y del Tratado de Magón, o la traducción al griego del viaje de Hannón el Navegante y el texto del Poenulus de Plauto. Tuvieron bibliotecas y una rica producción literaria heredera del pasado cananeo, de la que son una parte ínfima las obras redactadas por Filón de Biblos o Menandro de Éfeso.

Decretos de Chamartín

Los Decretos de Chamartín  fueron firmados por Napoleón Bonaparte en 1808 el 4 de Diciembre tras la rendición de Madrid y suponían la abolición del  Antiguo Régimen en España, con inclusión del feudalismo y de la Inquisición española. Su nombre viene de la localidad en la que fueron sancionados por Napoleón, que hoy es un distrito de Madrid, Chamartín de la Rosa. Los decretos sólo tendrían vigencia en la España "afrancesada" de José I Bonaparte y del ejército francés, no se aplicandose en la España "patriota" , donde las Cortes de Cádiz tenían el poder en nombre de Fernando VII, que estaba cautivo en Francia, y que era el único rey al que reconocían. Los derechos de la Corona española, en virtud de las abdicaciones de Bayona, pasaron a Napoleón Bonaparte, que los cedió a su hermano José I Bonaparte, popularmente conocido como Pepe Botella, aunque al parecer era astemio. El cambio dinástico no fue aceptado por gran parte de los españoles    la re