Subordinacionismo es el  conjunto
      de opiniones teológicas heterodoxas elaboradas por 
      autores cristianos que, intentaron explicar y defender la doctrina trinitaria, con el fin de contrarrestar la herejía modalista. Es unánime y general 
      la opinión de los historiadores que afirman que no
      constituyó una herejía propiamente dicha, puesto que nunca pretendió constituirse en una doctrina oficial, aunque contrariaba
      la ortodoxia de la doctrina cristiana con su opinión teológica. Sus autores fueron llamados a
      atenerse fielmente a la ortodoxia y ellos se sometieron a estos
      dictados pacíficamente. 
Estaban influenciados por el estoicismo y los
      subordinacionistas cometían el error de destacar exageradamente la
      distinción existente entre el Padre y el Hijo, hasta el punto de llegar a
      subordinar el Hijo al Padre, en mayor o menor medida.  
Estimaban que en el Hijo de Dios operaban dos realidades distintas, una, la
realidad del Logos interior, la
      Palabra pensada y formulada mentalmente, igual al Padre eterno; y la otra,
      era la del Logos exterior, o Palabra pronunciada, pensada por el Padre e instrumento de la creación
      que le permitía el contacto con el mundo fuera de Dios, y en ese sentido, en tal carácter o cuestión, no
      era igual a Dios-Padre, ni tampoco eterno como El, ya que la creación viene
      en el tiempo, por lo que como la propia creación, el Hijo de Dios, en su carácter
      de Logos exterior, no es más que el
      fruto de una libre decisión de Dios. 
Por tanto, si Dios es quien
      determina crear al mundo,  el Hijo se encuentra necesariamente, subordinado
      al Padre. Muchas ideas de la Patrística, de los llamados Padres de la Iglesia,  estuvieron
      influidas por estas opiniones, tales son los casos de Justino, Hipólito,
      Orígenes y Tertuliano.